El grueso de la inversión de los españoles se encuentra en fondos de dinero (monetarios) que invierten, principalmente en letras del Tesoro y pagarés de empresas, y fondos de renta fija cuya cartera está compuesta por bonos que van desde los 2 hasta los 30 años. Según datos de Inverco a cierre del pasado octubre, 140.656 millones de euros (casi la mitad del total invertido en fondos) está en la categoría de renta fija, mientras que otros 21.301 millones se mueven en los fondos de dinero.
Estos últimos están sufriendo en su rentabilidad las bajadas de los tipos de interés aplicadas por el Banco Central Europeo (BCE). El interés de las letras del Tesoro se fijó en la subasta de este mes de noviembre en el 2,63%, cuando en marzo del pasado año se colocaban al 3,8%: una caída muy sustancial y que continuará si el organismo de Christine Lagarde sigue rebajando el precio del dinero a lo largo de 2025 como esperan los analistas. Hasta el pasado octubre, los fondos monetarios que se nutren de letras ofrecían una rentabilidad media del 2,86%, pero esta ganancia se irá reduciendo durante el próximo año.
En el lado de los fondos de renta fija, los de corto plazo acumulan una rentabilidad anual media del 2,93%, mientras que los de largo plazo han rentado el 2,59%. Ahora bien, el bono español a 10 años, por ejemplo, se ha mantenido prácticamente estable en todo el año por encima del 3% y no se ha visto tan afectado como las letras por los recortes aplicados por el BCE. El 3% de rentabilidad de los bonos se mantiene desde diciembre de 2023, aunque llegó a tocar máximos del 3,4% durante el pasado mes de junio.
Aunque los tipos de interés a corto plazo (fondos de dinero) bajan con fuerza empujados por las decisiones de política monetaria, los tipos de largo plazo (fondos de renta fija) apenas han caído en los últimos diez meses.
La victoria electoral del republicano Donald Trump ha sido clave en este movimiento al alza de los tipos de los bonos
La situación ha sido todavía más evidente en Estados Unidos. La Reserva Federal estadounidense (Fed) ha recortado dos veces el precio del dinero, pero los bonos a 10 años de ese país han subido con fuerza su rentabilidad. A comienzos de este 2024 estos bonos rentaban el 3,93%, mientras ahora ofrecen una ganancia del 4,33%. Esta subida de tipos ha provocado pérdidas en el precio del bono y evidencia la total desconexión entre las decisiones de la Fed y el mercado a plazos más largos.
La victoria electoral del republicano Donald Trump ha sido clave en este movimiento al alza de los tipos de los bonos: menos impuestos y más gasto público suponen más deuda, y los mercados están dispuestos a sacar tajada a esa necesidad de más dinero. “Creemos que este escenario de déficit tiene pocas probabilidades de cambiar con la nueva administración estadounidense; así, se prevé que la deuda nacional siga aumentando desde los 36 billones de dólares actuales, que suponen alrededor del 120% de su PIB. En la última edición de su Fiscal Monitor, el FMI pronostica que el déficit presupuestario de EE. UU. triplicará con creces el de Alemania”, explican Mark Nash, James Novotny y Huw Davies en un reciente informe de la gestora Jupiter AM.
El analista Juan Ignacio Crespo espera, de repetirse lo ocurrido en la victoria electoral de Trump en 2016, una fuerte subida de los bonos estadounidenses. “Podría llegar a un punto situado entre 5,5% y 6%. Algo que a quien tenga cartera constituida de deuda pública de EE.UU. a largo plazo le resultará espeluznante”, por el impacto a la baja en el precio del bono. Eso sí, Crespo recuerda que este repunte duró solo una veintena de días y luego los tipos volvieron a la normalidad.
También en España la deuda no para de crecer y sirve también de argumento para que los tipos a largo plazo sigan firmes. La deuda pública en España alcanzó un máximo histórico de 1,637 billones de euros en septiembre, según datos del Banco de España. Aunque la ratio deuda sobre PIB se redujo al 104,4% gracias al crecimiento económico, el aumento interanual del 3,7% evidencia el impacto de la pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación en las finanzas públicas. Además, se espera también que afecten las inversiones necesarias para reconstruir los destrozos de la gota fría en Valencia.
¿Qué hacer?
El inversor tiene, pues, que elegir entre mantener fondos de dinero cuya rentabilidad irá disminuyendo durante 2025 o asumir los mayores riesgos de los bonos a largo plazo que, mantendrán o, incluso, registrarán alzas en su rentabilidad. Los fondos monetarios no tienen riesgo de depreciación por la corta vida de las letras o los pagarés del Tesoro, con un plazo máximo de 18 meses.
Sin embargo, los bonos a medio y largo plazo sí pueden sufrir pérdidas si suben los tipos ya que se tendrán que adaptar a la nueva rentabilidad valiendo menos. Esta es la encrucijada en la que se encuentran los inversores de más de 160.000 millones en fondos de inversión. Los expertos consultados que, en esta situación, sería recomendable optar por fondos de renta fija de corto plazo o por aquellos que tienen bonos en su cartera entre 2 y 5 años, menos sensibles a los movimientos de tipos.