Las nuevas regulaciones de alquiler a corto plazo podrían eliminar las aspiraciones de aquellos turistas que buscan una alternativa a los hoteles cuando viajan a Nueva York. Desde este martes, la ciudad de los rascacielos ha puesto en marcha una serie de restricciones focalizadas, principalmente, a reducir y combatir la plataforma Airbnb, una prohibición que se considera "de facto a su actividad", aunque la compañía ha evitado pronunciarse, más allá de las quejas que ya expuso anteriormente el mes de julio cuando recurrió la primera sentencia. La nueva normativa obliga a todos los anfitriones a registrarse ante las autoridades locales y, además, Nueva York prohíbe el alquiler de apartamentos enteros durante menos de 30 días cuando los propietarios no estén presentes, cosa que este tipo de negocios muchas veces no respetan.
En junio, Airbnb pidió a la ciudad y consiguió que la entrada en vigor de las restricciones se retrasara unos meses, ya que estaba previsto que la normativa se empezara a aplicar el 1 de julio. Sin embargo, una jueza desestimó la demanda, considerando que es "racional" que las autoridades quieran controlar la legalidad de los apartamentos que se ofrecen. En un mensaje a través de su página web, la plataforma se limita a lamentar que su demanda fuera desestimada, y recuerda a los anfitriones que a partir de hoy tienen dos opciones: registrarse con las autoridades o aumentar el tiempo que ofrecen sus alojamientos además de 30 días.
Nuevos condicionantes para evitar el fraude
A pesar de todo, la lucha acaba de empezar y la misma Airbnb no ha pagado las consecuencias inmediatas si nos fijamos en la bolsa americana donde sus acciones, hoy mismo, han subido un 7%. Según The New York Times, la ciudad estima que unos 10.000 apartamentos de Airbnb en el 2022 eran fraudulentos. Más allá de ver si este cambio de ley marca un precedente en grandes ciudades turísticas como París, pero también Londres, Roma y la misma Barcelona, el caso americano es único. De entrada, porque a pesar de liderar el número de habitaciones o estancias a través de este portal, ya llevan años de lucha siendo mucho más restrictivos hasta llegar a esta última norma, la conocida como Ley del Registro de Alquileres de Corta Duración. A modo de ejemplo, los alquileres de corto plazo (menos de 30 días) solo se permiten si el anfitrión se aloja en la misma unidad o apartamento que los huéspedes, y no hay más de dos huéspedes alojados con el anfitrión. También se tienen que seguir todas las otras leyes relacionadas con el uso del espacio, por ejemplo, no dormir en un área donde sería ilegal hacerlo, como buhardilla, sótano o garaje. A partir de ahora, con la Short-Term Rental Registration Law, su nombre en inglés, irá un paso más allá y los anfitriones estarán obligados a registrarse delante de una oficina especial de la Alcaldía de Nueva York: Registration for Hosts.
Barcelona, más laxa
Precisamente, hay empresas que desde Barcelona no pierden la esperanza para acelerar una mayor persecución del Airbnb gracias al caso americano. Ante la pregunta de si otros destinos podrían copiar la nueva ley de Nueva York, "en principio la respuesta es sí, aunque dependerá de las particularidades de alojamiento de cada destino", explica Didac García, presidente ejecutivo de la asociación Global Reformbnb, como respuesta a la iniciativa. Esta entidad es, de hecho, una asociación hotelera internacional que ya tiene medio centenar de miembros y tiene sede en Barcelona. Hay que recordar que en España casi todas las comunidades autónomas han implantado normativas para regular el alquiler de corta estancia de viviendas de uso turístico y que el registro de los alojamientos mencionados es obligatorio. "Pero si observamos, por ejemplo, los datos ofrecidos por InsideAirbnb referidas a Barcelona, veremos que de 17.230 anuncios, hay 8.360 que no tienen licencia. Puede existir una ley, pero si no la dotas de recursos, no las haces cumplir". Hará falta una cultura más estricta entorno este mercado liberalizado para ver los efectos inmediatos que en Nueva York ya se imponen.
¿El modelo? Un bed & breakfast
Y una última diferencia que ha hecho acelerar estas restricciones en la ciudad de los Estados Unidos es una tradición turística basada en los famosos bed & breakfast que llevan años de lucha por recuperar una parte del terreno que ahora tienen que compartir con el Airbnb. La nueva ley impide a los llamados anfitriones arrendar el inmueble al completo y exigirá su presencia durante la estancia de los inquilinos. Además, estos no podrán ser más de dos al mismo tiempo y tienen que tener acceso a todas las estancias de la casa. Características que recuerdan a la filosofía de los bed & breakfast y que pueden ser de fácil implementación en esta ciudad, por delante de otros como la capital catalana donde no tiene este legado tan destacado como alternativa a la oferta de los hoteles y las pensiones.