Los mercados van demasiado deprisa y, con frecuencia, se olvidan de movimientos y precios de hace solo unos meses. El petróleo lleva tres semanas consecutivas de subidas y ronda sus máximos de los últimos diez meses, tras tocar este pasado martes los 95 dólares/barril en su referencia europea Brent. Un alza que, además, se produce con un dólar fuerte sobre el euro, lo que encarece aún más las importaciones de esta materia prima.
Bank of America, UBS o el propio presidente de la petrolera estadounidense Chevron esperan que el crudo alcance los 100 dólares el barril antes de que termine el año. Sin embargo, su cotización alcanzó el pasado año estos niveles y los superó con creces cuando se veía cierta una recesión económica para este final de año y durante buena parte de 2024. En agosto de 2022 alcanzó ya los 100 dólares por barril y unos meses antes, en mayo, superó los 120 dólares.
Además de los condicionantes económicos y de producción que están causando el alza del petróleo, en los mercados de futuros de esta materia prima ha vuelto la especulación: apostar por su alza se ha convertido en una de las operaciones favoritas en Wall Street. Y no es para menos, ya que en el año registra una subida del 16,62% (superior a los índices bursátiles y, por supuesto, a la renta fija), aunque si se toma como referencia un año (septiembre de 2022 sobre septiembre de 2023) el alza es mucho más moderada de solo el 3,06%.
Esto se ha reflejado en la cotización de las compañías petroleras. El índice EuroStoxx 600 Oil&Gas ha subido en el año el 3,06% y el conjunto de las compañías que lo componen sube en el año con la excepción de Equinor. Sin embargo, fue 2022 el año de la revancha de la llamada vieja economía sobre unas tecnológicas que hundieron sus precios. Este indicador que recoge a las empresas del sector en Europa subió el pasado año un 19,6%.
Causas de la subida
Son numerosas las causas que explican este rebote de precio hacia los niveles marcados el pasado año. Sin duda, la menos discutible es el acuerdo de Rusia y Arabia Saudí de reducción de producción de petróleo en 1,3 millones de barriles diarios que han prorrogado hasta final de año. Una decisión que ha tenido buena acogida en otros miembros del cartel OPEP+ que también han echado el freno en su producción. Hacía tiempo que no se veía un cumplimiento tan riguroso de las decisiones de la OPEP. Y eso que el acuerdo de saudíes y rusos ha sido criticado por Estados Unidos que ve en esta alianza que el crudo se está utilizando como arma geopolítica en la guerra de Ucrania.
Además, la producción de petróleo de Estados Unidos en las principales regiones productoras de esquisto está en camino de caer a 9,393 millones de barriles por día (bpd) en octubre, el nivel más bajo desde mayo de 2023, según indicó esta misma semana la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA). De este modo, se habrá registrado una caída durante tres meses consecutivos.
Según explica el analista Juan Ignacio Crespo, a ello se suma que en EE.UU. están reponiendo el nivel de su reserva estratégica de petróleo que, con las ventas del año pasado y de este se habían quedado en niveles tan bajos como no se veían desde los años ochenta. Una falta de reservas que afecta también a buena parte de los países dependientes del crudo y que poco a poco quieren ir recuperando. Por último, una razón técnica para esperar un mercado tensionado este otoño obedece a las tareas de mantenimiento propias del otoño en la industria del sector.
Ahora bien, el argumento macro de peso es que la recesión económica no ha llegado y tampoco se la espera. La evolución de la economía mundial es una incógnita, pero no ha ocurrido –al menos en el tiempo esperado- esa contracción económica. Por tanto, la demanda de petróleo sigue fuerte y, por supuesto, una brusca caída de esa demanda sería un elemento clave para bajar los precios.
Razones para la caída
El mismo argumento de la demanda sirve para esperar una corrección del petróleo si la recesión se apodera de las economías. Estados Unidos queda al margen, pero los dos grandes interrogantes son Europa y China. El ministro de Energía saudí, el príncipe Abdulaziz bin Salman, advirtió esta misma semana de la incertidumbre sobre la demanda china, el crecimiento europeo y la actuación de los bancos centrales para contener la inflación. Palabras con las que quiso justificar en parte la menor producción de crudo.
Juan Ignacio Crespo refuerza esta idea: “la recesión manufacturera global, que está llevando a una desaceleración importante de la economía global y, más en concreto, a una recesión ya en marcha en la zona euro, y a un decepcionante crecimiento de la economía China”.
Ya a más largo plazo, el presidente de la petrolera saudí Aramco (la mayor del mundo por valor bursátil) prevé que la demanda mundial alcance los 110 millones de barriles al día en 2030, frente a una estimación anterior de 125 millones.
Otro factor interesante es que las sanciones al petróleo ruso se mantienen, por lo que no se puede comprar legalmente en Occidente por encima de los 60 dólares el barril. En todo caso -explica Crespo-, y aunque Rusia consiga sortear las sanciones, siempre tendrá que aceptar precios más bajos, por la debilidad de su posición y las circunstancias en las que está consiguiendo vender.