Por fin este jueves la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, habló claro sobre las expectativas del precio del dinero después de subir los tipos 25 puntos básicos hasta el 4,50%. La décima alza consecutiva que, según Lagarde, será probablemente la última de este intenso ciclo de encarecimiento de los tipos, a la vez que anunciaba un periodo largo con el dinero a este nivel.
Su discurso es coherente con las proyecciones que el propio BCE hace sobre la evolución de los precios: prevé una inflación media del 5,6% en 2023, del 3,2% en 2024 y del 2,1% en 2025. Así, al menos hasta dentro de dos años no veremos una vuelta a tipos de interés más bajos. Los economistas y políticos que pidieron un nuevo objetivo de inflación en el 3% para la eurozona perdieron la batalla y, al igual que su homólogo estadounidense (Reserva Federal), se mantiene en el 2%. Y eso que la economía europea no estará muy boyante en los próximos años con previsiones de crecimiento del 0,7% para este año, del 1% el próximo y del 1,5% en 2025.
Este es el escenario que los ahorradores y los endeudados presentes y futuros se van a encontrar en los próximos años. Por supuesto, siempre puede haber sorpresas que trastoquen estas previsiones y objetivos. Sorpresas que vendrían, sobre todo, de cómo se controla la subida de los precios.
Una norma general para sobrevivir en este contexto de tipos de interés altos por un periodo de tiempo prolongado sería el de evitar endeudarse. Durante una década de precio de dinero muy barato, lo verdaderamente interesante era pedir dinero prestado. En el otro lado de la balanza se encontraban los ahorradores, auténticos perdedores de la estrategia de tipos cero de los bancos centrales: si querían rentabilidad no les quedaba más remedio que asumir el riesgo de los mercados financieros. Pero ahora, los vientos corren a su favor.
Batir la inflación
La inflación va a ser alta y el ahorrador necesita que su dinero no pierda poder adquisitivo. De lo contrario, la subida de precios nos hará más pobres. Por tanto, ya no tiene excusas para dejar sus ahorros en una cuenta corriente sin remunerar y debe buscar –si no desea asumir riesgos- cuentas, depósitos o activos atractivos que superen la inflación.
Actualmente, en el mercado español existen ofertas interesantes sobre todo por parte de la banca online o de entidades extranjeras que permiten obtener rentabilidades cercanas al 4% que cumplen esta misión. Aunque de forma muy tímida la gran banca ha comenzado a dar pasos dirigidos a retribuir a sus clientes. CaixaBank ha sacado un depósito a 1 año con un interés del 2% que se consigue adquiriendo o poseyendo algunos productos de la entidad. Un interés que no cubre la inflación, pero que supone un cambio de tendencia dentro de las grandes entidades remisas a retribuir su pasivo.
También las letras del Tesoro han funcionado como un imán para estos ahorradores más tranquilos. Los últimos datos apuntan correspondientes al pasado mes de junio, apuntan a que las familias españolas han invertido durante el último año 16.808 millones de euros en este activo a corto plazo (va de tres meses a un año) que ofrece rentabilidades en torno al 3,5% y, por tanto, permiten que el dinero no se deprecie.
Otra forma de inversión interesante son los fondos monetarios (FIAMM) que se dedican a comprar letras y pagarés de empresas. Hasta agosto su rentabilidad acumulada es del 1,8% y se espera que ronde el 3% a final de año. Tienen como gran ventaja poder disponer del dinero cuando se quiera por si el ahorrador tiene que cubrir algún imprevisto financiero.
Dentro de las inversiones menos arriesgadas se encuentra la vivienda, que lleva un ciclo importante de subidas que le ha vuelto a situar en los niveles máximos históricos de precios (aquellos alcanzados en el nefasto boom de la vivienda). Aunque es un ahorro no disponible para todos los públicos, los inversores han tenido un papel importante en estas subidas, buscando rentabilidad ante la falta de propuestas sólidas del sistema financiero. Aquí, las expectativas son de desaceleración para los próximos trimestres que ya se está viendo en grandes urbes como Madrid y Barcelona. Una inversión, pues, sólida pero ahora con más riesgo y menores expectativas de revalorización.
La otra inversión más popular es la Bolsa, tanto directamente como a través de fondos de inversión. Y, nuevamente, después de la buena evolución a lo largo del año, con una ganancia de los índices en torno al 12%, las cosas se han puesto más difíciles. Según los expertos, nunca hasta ahora las Bolsas habían subido en periodos de subidas del precio de dinero y muchos esperan, pues, una corrección de los precios. Los tipos altos ponen en peligro los resultados empresariales por dos caminos: rebajan la actividad económica y, por tanto, afectan a su volumen de ventas y encarecen la refinanciación de sus deudas, perjudicando directamente al beneficio final. El otro elemento en contra de los mercados de renta variable es que los tipos altos empeoran las valoraciones de las empresas y son una competencia muy fuerte por cuanto en el mercado existen ya ofertas atractivas sin asumir riesgos. Actualmente, por ejemplo, el bono español a 10 años está en el 3,7% y el estadounidense en el 4,3% y grandes inversores sacan su dinero de las acciones para buscar acomodo en estas rentabilidades altas.
Los pobres endeudados
Ahora son los endeudados los perjudicados de la política monetaria estricta que aplican los bancos centrales. El comportamiento de ellos en los últimos meses sirve de pista y orientación de lo que hay que hacer para sobrevivir en un periodo de tipos altos.
Aquellos que disponían de ahorros y tenían sus hipotecas a tipo variable han decidido amortizarla total o parcialmente para poner fin a los pagos o rebajar la cuota pagada mensualmente, tras la fuerte subida experimentada. Las cancelaciones registrales de los préstamos para la compra de vivienda se dispararon en el primer semestre de este año hasta las 231.412, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esto es, su mayor nivel desde los seis primeros meses de 2008, cuando se inició la gran crisis financiera de las hipotecas subprime.
El desplome del crédito tanto en Europa como en Estados Unidos abre algunos interrogantes a nivel macroeconómico de cómo va a repercutir esta situación en el crecimiento económico. Así, ha sido frecuente también la compra de vivienda al contado. Los últimos datos de registradores y notarios apuntan a que 5 de cada 10 operaciones de adquisición se hacen sin visitar al banco, alcanzando un nivel máximo nunca conocido.
Pero volviendo a los endeudados, los grandes perjudicados son los que tienen sus préstamos a tipo variable ligado al euríbor. Tras la decisión de alza de tipos del BCE se sitúa en el 4,169% y hace solo un año estaba en el 2,223%. Una decisión drástica –siempre que la entidad financiera lo ofrezca, ya que se encuentran remisas- sería pasarse a una hipoteca a tipo fijo que ya alcanzan niveles superiores al 5% para vivir con tranquilidad los movimientos en el precio del dinero.
Ahora bien, una solución intermedia y más accesible son las hipotecas a tipo mixto. Durante unos años ofrecen un tipo fijo inferior al de las hipotecas fijas puras y, transcurrido ese periodo, se vuelven variables, ligadas al euríbor más un diferencial. Parece que, al menos, durante un año largo los tipos seguirán altos y la hipoteca mixta podría convertirse en un producto atractivo para evitar sustos.
Otras recomendaciones de los expertos es evitar la financiación en la compra de bienes y servicios (coches, viajes, reformas…) que se ha encarecido notablemente con los créditos al consumo en niveles del 10%. Y aún hay que tener más cuidado con la financiación de compra a través de tarjetas de créditos con tipos realmente disparados.