“Las monedas digitales (criptomonedas) están vacías de contenido y son inútiles como activos de inversión”. Con estas palabras se refería esta misma semana el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Rodrigo Buenaventura, a las criptodivisas, tras la crisis desatada por la plataforma  de negociación de estos productos FTX en Estados Unidos. Un gran aviso sobre esta criptoindustria que negocia las monedas digitales por cuanto los inversores pueden haber perdido todo su dinero. 

Buenaventura, además, habló de la llegada de una criptoglaciación para calificar la gravedad de lo que está pasando en este mundo cripto. En este entorno, destacan divisas como el Bitcoin (primero en aparecer en 2008) y Ethereum, cuyo valor conjunto en el mercado se sitúa en los 4.500 millones de dólares, después de haber perdido el 65% y el 66%, respectivamente, de su precio frente al dólar en lo que va de año.  La desconfianza hacia estas inversiones ha sido una constante del supervisor español (CNMV) que ha sido el primero en el mundo en crear una regulación de publicidad sobre criptoactivos que obliga a advertir a los inversores de la gran volatilidad de estos productos y de la posibilidad de perder todo el dinero invertido.

Sin embargo, los expertos siempre valoran positivamente la tecnología de blockchain del mundo de las cripto, aunque desconfíen de su aplicación como inversión a través de monedas u otros productos relacionados. La gran duda es ¿qué pasará con este producto que tanto atractivo ha tenido entre los llamados milennials después de la crisis del FTX y del desplome de su valor? Las opiniones son variadas. De hecho, este mismo jueves el consejero delegado de Caixabank, Gonzalo Gortázar, se ha manifestado en un sentido opuesto al de la CNMV. Ha afirmado que las criptomonedas "no van a desaparecer" y ha defendido su regulación. Además, ha asegurado que son "un verdadero valor refugio" ante divisas inestables.   

Desde Deutsche Bank, apuntan que “la incertidumbre extrema de las criptomonedas probablemente se quede aquí”, con unos niveles de Bitcoin de 16.000 dólares (llegó en 2021 a un máximo de 66.000 dólares), mientras Ethereum cotiza a 1.272 dólares (esta criptodivisa valía en el mercado 4.400 dólares hace justo ahora un año.

También Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, discrepa de esa visión de criptoglaciación que indica Rodrigo Buenaventura y espera tiempos más calmados. En opinión de Laidler, “el sector de los criptoactivos puede dejar atrás gradualmente esta serie de crisis autoinfligidas. Los obstáculos macroeconómicos se apaciguarán a medida que nos acerquemos al tope del ciclo de tipos de interés de la Reserva Federal. La quiebra de FTX puede impulsar barreras regulatorias aceleradas y respaldar un retorno del interés institucional”, explica. 

Por su parte, Claudio Wewel, estratega de divisas de J. Safra Sarasin SAM recuerda que el colapso de FTX es ya el tercer gran golpe en el entorno de las criptomonedas y podría convertirse en el más grave. “Bitcoin y Ethereum han acelerado notablemente su ritmo de ventas y la mayoría de los poseedores de Bitcoin están con el agua al cuello. Esperamos que la caída de FTX provoque más problemas en los mercados de criptomonedas, lo que implica que el proceso de fusiones en la criptoindustria continuará”, explica.

Wewel considera que las implicaciones serán más duras porque entre los inversores de FTX se encuentran el fondo estatal de Singapur Temasek, la empresa de Silicon Valley Sequoia Capital y el conglomerado tecnológico japonés SoftBank, que han amortizado totalmente sus inversiones. Habiendo afectado la confianza de los inversores, es probable que el colapso de FTX produzca más repercusiones. Y avisa de que el proceso de consolidación en el espacio de las criptomonedas debería prolongarse durante más tiempo, dado que el riesgo de contagio sigue siendo alto. En segundo lugar, los recientes acontecimientos han llevado a los reguladores a renovar sus advertencias a una supervisión más eficaz de los mercados de criptomonedas. Por último, y de forma más general, la determinación de los valores razonables de los criptoactivos debería seguir siendo un obstáculo en el futuro inmediato”. Un punto este último muy importante por cuanto los criptoactivos son casi imposibles de valorar al carecer de flujos de dinero que los sustenten como pueden ser los dividendos en caso de las acciones o los intereses cuando se habla de bonos.

También Clément Inbona, Fund Manager de la gestora francesa La Financière de l’Echiquier se cuestiona el propio producto y hasta su nombre. “Conviene recordar que lo único de moneda que tiene una criptomoneda es el nombre. El uso del término criptoactivo parece más acertado. De hecho, una criptomoneda no cumple tres de las funciones esenciales de una moneda: no es una reserva de valor y su volatilidad, a menudo estratosférica, demuestra lo contrario. Tampoco es un medio extendido para los intercambios: ¿quién puede presumir de que las utiliza para el conjunto de sus operaciones cotidianas o financieras? Por último, no es una unidad de cuenta: ¿qué hogar o qué empresa la utiliza para su contabilidad? Además, no es un activo que genere rentas, como lo hacen los activos tradicionales en forma de dividendos, cupones o alquileres”, concluye.

Regulación 

Tras la desconfianza sobre el mundo cripto por FTX, las soluciones empiezan a ser urgentes. Algunas nacen desde el ámbito privado, como la de Binance, líder mundial en el intercambio de criptomonedas, (se negó a rescatar a FTX, la quinta del sector, tras ver sus cuentas) que en 2018 decidió crear un fondo de Activos Seguros para Usuarios (SAFU) que se alimenta del 10% de todas las comisiones de las operaciones. Un fondo que acumula 1.000 millones de dólares según ha informado la propia compañía  y que estos días ha dicho que está dispuesto a incrementar para devolver la confianza a los inversores. 

Entre febrero y marzo de 2023 está previsto que se apruebe en Europa la regulación de los Mercados de Criptoactivos (MiCA). Sin embargo, no será hasta 2024 cuando se produzca la transposición al ordenamiento jurídico de los distintos países. Los relacionados con emisiones de criptoactivos llegarán doce meses después de la aprobación y los que afectan a intermediarios, mercados y custodios en 18 meses. Hasta entonces, los supervisores europeos ESMA y EBA lanzarán circulares ligadas sobre todo a la solvencia de las emisiones que se realicen. El presidente de la CNMV, Rodrigo Buenaventura, indicaba que Europa está siendo pionera en la regulación de los criptoactivos, aunque reconocía que estos pasos eran, de momento, una “primera capa de regulación” que precisará de más desarrollos.