Una de las peores noticias para cualquier accionista es recibir una opa de exclusión por la que las acciones de la compañía dejarán de cotizar para siempre. Se terminó el juego, la liquidez. Si no acude a la oferta tendrá solo unos papelitos que no podrá vender a nadie. La pérdida de liquidez se agrava si, como en el caso de la firma farmacéutica Grifols, su acción cotiza ahora en los 9,95 euros, cuando empezó el año en los 15,45 euros, con un descenso del 35,5%. Aunque, lógicamente, la casuística es variada: Grifols bajó el 29 de febrero el 35%, tras la publicación de Gotham de un informe que ponía en cuestión la solvencia y la continuidad de la compañía.
Aún es una incógnita el precio que pagarán la familia Grifols y el fondo Brookfield por excluir del mercado a la farmacéutica y ponerla fuera de la mirada diaria de los inversores y, sobre todo, de los bajistas que apuestan por la caída del valor. Pero ese precio que fijen deberá recibir el beneplácito del supervisor de los mercados (la Comisión Nacional del Mercado de Valores) y, seguramente no deje contento a una gran parte de accionistas que compraron Grifols a precios muy superiores a los actuales. Desde mediados de 2012 y hasta la hecatombe del pasado febrero, Grifols ha cotizado por encima de los precios actuales, llegando a marcar un máximo de 31,31 euros por acción en 2019.
Ayer mismo, los analistas de AlphaValue/Baader Europe daban un precio objetivo a Grifols de 20,50 euros por acción y los de JB Capital Markets situaban su valor en los 18,40 euros. Sin embargo, es casi imposible que se vean estos niveles en la opa de exclusión que preparan los grandes accionistas y que deberá recibir el plácet de la CNMV.
El analista de XTB Joaquín Robles apunta que “el éxito de una opa de exclusión sobre Grifols dependerá de las condiciones de la oferta. Es una compañía que sigue muy penalizada por su situación financiera, tiene un elevado endeudamiento y dificultades para obtener flujos de caja positivos. Además, durante las últimas semanas ha quedado de manifiesto la pérdida de credibilidad por parte de los inversores, ya que las emisiones de deuda para cubrir los vencimientos del próximo año han sido a unos tipos de interés muy por encima del mercado”. Y añade: “El precio de la oferta debe ser superior al de mercado, el consenso de analistas le otorga un potencial de revalorización del 76,8% y vemos muy complicado que la prima de exclusión pueda acercarse a estos niveles”, concluye.
Por su parte, Álvaro Arístegui, analista de Renta4, explica la ideoneidad de la operación para los grandes socios: “Entendemos la motivación de la familia Grifols y Brookfield por lanzar una oferta de adquisición sobre la compañía al entender estos que tras la fuerte depreciación de las acciones el mercado no reconoce el valor de la compañía. La exclusión de las acciones de la compañía de cotización permitiría a Grifols consolidar su estrategia de recuperación de los resultados y desapalancamiento financiero sin estar sujetos a la volatilidad del mercado”, concluye.
Por último, desde el departamento de análisis de Bankinter apuntan a que la posibilidad de la oferta “tiene un impacto positivo para la cotización en el corto plazo, aunque de carácter especulativo. Conviene tener presente que el impacto positivo sería limitado o ninguno si se confirmase que la propuesta de valoración es similar a su capitalización actual”, indican.
Los criterios utilizados de aprobación de estas ofertas suelen ser mucho más cortoplacistas. Se basan en el precio de una oferta anterior (no es el caso) en la cotización media del último semestre o en el valor teórico de la compañía y en el valor liquidativo. Elementos que no recogen las expectativas empresariales y que en el caso de los últimos seis meses recoge la crisis provocada por el negativo informe de Gotham.
Casuística
Es frecuente que el organismo supervisor reciba duras críticas de los accionistas minoritarios cuando aprueba estas ofertas de exclusión ya que dejan sin posibilidad de recuperación de las pérdidas, en el caso de que se hayan producido. Pero cada oferta de este tipo es un caso en sí mismo. Es habitual que los accionistas mayoritarios aprovechen los momentos de cotizaciones bajas de la compañía para excluirlas de bolsa.
Por ejemplo, la televisiva Mediaset fue excluida por la matriz en mayo de 2022 a un precio de 3,72 euros por acción, pero un año antes se movía en los 5,68 euros por título. Hay un ejemplo de exclusión positivo para el accionista en el caso de Zardoya Otis que también fue absorbida por su matriz estadounidense. La oferta también en 2022 se hizo a 7,07 euros por acción y desde enero de 2020 cotizaba a un precio inferior al de la oferta por lo que los accionistas ganaron dinero con su exclusión.
Yendo un poco más atrás, las decepciones de estas operaciones son numerosas. Por ejemplo, el caso de Siemens Gamesa que el grupo Siemens presentó una oferta para sacarla de bolsa a 18,05 euros por título en noviembre de 2022, por debajo del precio marcado en el año y muy lejos de los 37 euros de máximo que marcó en enero de 2021. Una de las más emblemáticas en este sentido es Telepizza. Salió a cotizar por segunda vez en el mercado español en abril de 2016 a 7,75 euros por acción y en julio de 2019 presentaba una oferta de exclusión a 4,7 euros por título.