Muchos inversores esperan volver a la normalidad cuando la inflación empiece a ceder y los bancos centrales dejen de subir los tipos de interés. Sin embargo, según explica Jody Jonsson, gestora de renta variable de Capital Group, el mundo está pasando un periodo de importantes cambios y los inversores tienen que reajustar sus expectativas sobre lo que esperan de un entorno de inversión típico. Estos son los cinco cambios que, según Jonsson, están transformando las economías y los mercados actuales, así como las consecuencias para la inversión a largo plazo:

Subidas de tipos y aumento de la inflación

El mercado se enfrenta a un entorno macroeconómico que no veíamos desde hace mucho tiempo. La inflación está en su nivel más alto desde principios de la década de 1980. Además, venimos de un periodo de 40 años de caídas de tipo de interés. La trayectoria profesional de la mayoría de los gestores es más corta; algunos incluso tienen menos de 40 años. Esta es, en parte, la razón por la cual en el mercado le está resultando complicado adaptarse a esta nueva realidad.

Es fácil suponer que estamos ante desajustes del mercado que podrían corregirse con rapidez. Por ejemplo, los mercados de renta fija descuentan la vuelta a una inflación del 2% en dos años. Pero estos ciclos suelen durar mucho más de lo que se espera, y hay motivos para pensar que el aumento de la inflación tiene carácter estructural y podría prolongarse en el tiempo.

En este nuevo entorno hay que ser muy prudente con las compañías que están muy apalancadas o que están aumentando su nivel de deuda. El dinero ha dejado de ser «gratis», así que una buena parte de las ganancias tendrá que destinarse al servicio de la deuda. Las compañías con capacidad para financiar su propio crecimiento y las que presentan una sólida capacidad de fijación de precios y unos flujos de caja sostenibles seguirán resultando atractivas en un entorno de inflación elevada y de más costes de capital.

Un liderazgo de mercado más amplio

Para la experta de Capital Group, nos enfrentaremos a un mercado mucho menos concentrado en el futuro. Durante los últimos diez años, el mercado ha sido dominado por un puñado de compañías tecnológicas en las cuales había que invertir sí o sí para seguir el ritmo del mercado. Podrían surgir nuevas oportunidades en una gran variedad de compañías, sectores y geografías. Más allá del sector tecnológico, las empresas bien gestionadas podrían tener su oportunidad de volver a brillar.

Por ejemplo, las compañías de comercio electrónico han pasado de revolucionar el mercado a ser cuestionadas. Suelen tener unos márgenes muy bajos, resultan difíciles de escalar y la gestión de la logística de entrega también es compleja. Son muy pocas las que lo han hecho bien. Algunos comercios tradicionales que han combinado las ventajas de las tiendas físicas con una experiencia atractiva de compra por internet están empezada a arrebatar cuota de mercado a las compañías de comercio electrónico.

De activos digitales a activos físicos

El último mercado alcista estuvo dominado por compañías tecnológicas que hicieron su fortuna gracias a los activos digitales, como los mercados electrónicos, las plataformas de streaming, los motores de búsqueda y las redes sociales. Eso eclipsó el hecho de que no se puede construir una nueva economía sin los sectores más tradicionales. No es que las compañías que priorizan el entorno digital vayan a desaparecer, pero los inversores prestarán una atención mayor en las materias primas y los fabricantes de activos físicos. El superciclo del gasto de capital podría impulsar un nuevo renacimiento industrial.

Podría pensarse que tendencias como la transición hacia las energías renovables acabarán con las compañías de sectores tradicionales como la industria, los materiales o la energía. Sin embargo, algunas empresas podrían crecer, como aquellas que están ayudando a otros a ser más eficientes energéticamente, ya sea con edificios inteligentes, gestión de la energía o sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado que favorezcan la reducción de emisiones de gas. Otras tendencias globales, como la modernización de la red eléctrica, la relocalización y la seguridad energética, pueden provocar un auge de la inversión de capital en los diferentes sectores. Se trata de áreas en las cuales las compañías industriales bien gestionadas podrían resurgir con fuerza.

De las valoraciones al crecimiento de los beneficios

En los últimos cinco a diez años, muchos de los inversores más nuevos se sintieron atraídos por el nivel tan elevado de las valoraciones, y ahora dan por descontado que volverán a alcanzarse estos niveles en el próximo mercado alcista. Cuando los tipos de interés eran próximos a cero el mercado podía asumir unos múltiplos elevados, pero aquellos días ya han quedado atrás.

Si en el próximo mercado alcista la expansión de los múltiplos es limitada, la rentabilidad de las compañías tendrá que basarse en el crecimiento de los beneficios, lo cual significa que los mercados podrían no mostrarse tan pacientes con las compañías poco rentables. Según la opinión de Jody Jonsson, las empresas los modelos de negocio del cual dependen de los bajos tipos de interés desaparecerán, como también lo harán aquellas que financiaron sus pérdidas al mismo tiempo que intentaban crecer con rapidez, aunque no salieran las cuentas. Antes, los mercados pagaban mucho por el crecimiento futuro, pero con unos tipos de interés más altos ya no están tan dispuestos a hacerlo. El mercado está abandonando los modelos de negocio que no funcionan cuando el dinero ya no es gratis.

Cadenas de suministro regionales

La globalización de las cadenas de suministro es otra de las tendencias que está cambiando. Durante una generación, las compañías trasladaron las actividades de fabricación en países extranjeros con el fin de reducir los costes y aumentar los márgenes. Pero las limitaciones que implica anteponer la eficiencia a la capacidad de resistencia resultan ahora evidentes. El aumento de las tensiones geopolíticas y las interrupciones de suministro que ha provocado la pandemia del Covid-19 han llevado a las empresas a acercar las cadenas de suministro a sus respectivos países.

La industria del automóvil es un claro ejemplo. Los principales fabricantes de automóviles tienen decenas de miles de coches sin acabar que esperan alguna pieza, que a veces es tan pequeña como un chip semiconductor de bajo coste. Las compañías están aumentando el nivel de excedente en sus cadenas de suministro, para intentar evitar que un único desajuste pueda acabar con toda la operación.