¿Qué sería de las Bolsas sin sus tópicos y muletillas en los que apoyar la incertidumbre del mercado financiero más difícil de predecir (tal vez ahora solo superado por las erráticas criptomonedas)? El famoso “Sell in may and go away” (vender en mayo y marcharse) aparece cada año para preguntar al inversor en acciones si ha llegado el momento de dar vacaciones a sus inversiones bursátiles y retornar con el frío.
Lo cierto es que esta invitación a vender la Bolsa en mayo tiene un fundamento empírico. Y los estudiosos del mercado toman como referencia un periodo de 50 años del gigantesco índice S&P 500. Según un estudio de la firma LPL Financial, los mejores semestres en Bolsa han sido de noviembre a abril con una subida media del 7%, seguido por el de octubre a marzo con alza del 6,2% y de diciembre a mayo con revalorización media del 5,5%. Por el contrario, los semestres más rácanos para el inversor van de mayo a octubre (+1,5%), de abril a septiembre (+2,5%) y, por último, de junio a noviembre (+3,1%).
Una situación que también afecta a Europa como indica Hans-Jörg Naumer, jefe de mercado de capitales de Allianz Global Investors: “Basta con echar un vistazo al DAX. Entre 1965 y finales de 2023, de media las rentabilidades en mayo fueron negativas”.
Algunos inversores podrían verse tentados a liquidar sus tenencias después de un abril de caídas generalizadas. Los tres principales índices rompieron rachas ganadoras de cinco meses debido a que unos datos de inflación mejores de lo esperado avivaron los temores de que los recortes de las tasas de interés se produzcan más tarde de lo previsto. El índice Dow Jones Industrial Average cayó un 5% en abril, registrando su peor mes desde septiembre de 2022. El S&P 500 y el Nasdaq Composite cayeron un 4,2% y un 4,4%, respectivamente.
Además, las tendencias estacionales parecen mantenerse en los últimos 12 meses. El S&P 500 ganó alrededor del 5% desde el 1 de mayo de 2023 hasta el 31 de octubre de 2023, frente a una ganancia de aproximadamente el 20% desde el 1 de noviembre de 2023 hasta el 24 de abril de 2024.
Incertidumbre y cansancio
Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad, indica que "la incertidumbre macro y geopolítica, y cierto cansancio técnico en los índices apoyan el famoso Sell in May" y sus consecuencias para la renta variable y la renta fija. “A ello se añade un momentum con valoraciones si no altas, cuando menos razonables en muchos sectores y, desde luego, unos niveles iniciales de sobrecompra muy elevados”, señala. Y añade: “en esta línea de actuación, la opción de vender, se ve apoyada por la incertidumbre comentada y por una cierta sensación de cansancio técnico en los índices, que no han llegado a superar, en algunos casos tras dos o tres intentos, los máximos del ciclo”.
Por su parte, Thomas Planell, analista de DNCA (Natixis IM) considera que el nerviosismo se ha dejado sentir en los mercados de renta fija y de divisas. “Los resultados empresariales son dispares, pero los efectos de unos tipos más altos durante más tiempo están llevando a los inversores a revisar sus expectativas de margen de interés para el sector”. Y añade: “la narrativa de un auge inflacionista del crecimiento está siendo sustituida por el temor a una ralentización económica, no lo suficientemente desinflacionista a los ojos del mercado. La cuestión ahora es si se trata de un fenómeno temporal (quizá acentuado por el nerviosismo político: las elecciones estadounidenses, la crisis de Gaza y las renovadas tensiones comerciales entre China y EE.UU...) o si ya es hora de prepararse, como dice el refrán, para vender en mayo, y ser defensivo en su asignación para el verano (Sell in May, and go away)”, indica. No obstante, este experto también apunta a procesos de fusión como un aliciente inesperado para las Bolsas con el intento de fusión del BBVA con el Sabadell que reaviva el interés especulativo y en el sector minero, con el interés de Glencore por AngloAmerican tras el rechazo de la oferta de BHP.
Temor inflacionista
Más optimistas se muestran desde el gigante de la gestión, BlackRock que en su último informe siguen sobreponderados en bolsa estadounidense, “ya que los sólidos beneficios empresariales ayudan a compensar la presión que ejercen los tipos altos”.
Los gestores de Fidelity también se han plantado esta pregunta de vender en mayo este año y su respuesta es clara: “probablemente no, según los datos históricos, ya que puede haber mejores estrategias. Además, las tendencias del calendario del mercado de valores como "vender en mayo" no tienen en cuenta la singularidad de cada período: el ciclo económico, empresarial y el entorno de mercado que diferencia ahora del pasado”.
Sin embargo, en un reciente informe sí avisa de un debilitamiento del impulso del mercado por varios factores. Destacan un cambio a negativo en el sentimiento de los inversores en el mes de abril, así como que varias empresas tecnológicas importantes, en particular responsables de gran parte de las ganancias del mercado en los últimos años, tienen valoraciones elevadas que pueden requerir resultados de ganancias sólidos para respaldarlas. Y, por último, manifiestan su preocupación por los precios: “el informe más reciente del IPC de marzo reveló un aumento interanual de la inflación del 3,5%. Esto fue un recordatorio de que la inflación sigue siendo una válvula de presión potencial sobre las acciones”, concluyen.
Una última variable importante es la celebración de las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el mes de noviembre. Y aquí, los expertos también tiran de tradición para esperar un verano positivo en la renta variable. Las acciones históricamente han subido durante el verano en los años de elecciones presidenciales. El S&P 500 subió un 2,3% en promedio durante el período de mayo a octubre durante los años electorales y estuvo más alto el 77,8% del tiempo, según datos de Carson Group que se remontan a 1950. Un argumento, pues, para no desprenderse de la cartera este mes.