La irrupción de DeepSeek en el escenario de la inteligencia artificial ha sacudido el mercado tecnológico global y desafiado la narrativa dominante sobre cómo debe desarrollarse esta tecnología. Frente a gigantes como OpenAI y Google, que han defendido modelos de IA costosos y dependientes de infraestructura intensiva en recursos, el modelo chino plantea una alternativa que pone aparentemente en jaque las lógicas imperantes. Este fenómeno no solamente tiene implicaciones técnicas y económicas, sino también éticas, al abrir un debate sobre la sostenibilidad, el acceso y el control de la IA en el mundo moderno.
DeepSeek: ¿una revolución en costos y eficiencia?
Uno de los puntos de análisis más relevantes es la supuesta capacidad del nuevo modelo de lenguaje chino de operar con costos más bajos que otros modelos avanzados de IA. Sus creadores afirman que han logrado construirlo con solo una pequeña fracción de lo que han invertido gigantes como OpenAI en el desarrollo de ChatGPT. Además, sostienen que su tecnología requiere menos chips de última generación, lo que podría significar un menor consumo de recursos naturales y energía.
Sin embargo, esta afirmación debe ser analizada con cautela. Aunque DeepSeek se presenta como una alternativa de menor costo e impacto ambiental, aún no hay pruebas definitivas que respalden esta aseveración. La construcción de modelos de IA sigue dependiendo en gran medida de grandes infraestructuras de servidores y centros de datos, cuya huella ecológica es considerable. ¿Realmente DeepSeek representa un cambio en este paradigma, o simplemente toma ventaja de una optimización puntual en su desarrollo? ¿Podría DeepSeek estar beneficiándose de una acumulación previa de hardware de alto rendimiento? Algunas fuentes indican que la compañía almacenó chips avanzados de Nvidia antes de las restricciones impuestas por Estados Unidos, lo que le habría permitido desarrollar su modelo sin los costos habituales de adquisición de tecnología punta. La transparencia sobre su infraestructura y su consumo energético sigue siendo un tema pendiente.
Libertad de expresión, censura y gobernanza
Además de todo ello, el nuevo modelo también pone sobre la mesa otros dilemas éticos, especialmente en lo referente a la censura y el control de la información. A diferencia de ChatGPT o Gemini, que responden con relativa libertad sobre temas políticos y sociales, DeepSeek evade deliberadamente asuntos sensibles con respuestas genéricas que desvían el tema.
Esto evidencia que el acceso a la IA no solo depende de la disponibilidad de recursos, sino también de la gobernanza política que la rodea. Un modelo de IA eficiente y accesible no necesariamente implica uno libre o transparente. La competencia tecnológica entre EE.UU. y China no es solo una carrera por la supremacía industrial, sino también -y por sobre todo- una batalla por definir los valores que regirán la IA del futuro.
El que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón… Y como si todo esto fuera poco, la frutilla del postre: “OpenAI acusa a DeepSeek de robar su tecnología”. Recordemos que la empresa estadounidense ya había sido acusada de lo mismo por varios, entre ellos, The New York Times. La competencia en la inteligencia artificial no solo se mide en términos de innovación, sino también en disputas por la propiedad intelectual. Recientemente, OpenAI ha acusado a DeepSeek de utilizar su tecnología propietaria para entrenar su modelo de IA. Según el Financial Times, OpenAI ha encontrado indicios de que la startup china empleó la técnica de "destilación", que permite mejorar el rendimiento de modelos más pequeños mediante el uso de respuestas generadas por modelos más avanzados.
Si bien la destilación es una práctica común en la industria, el problema radica en que DeepSeek podría haberla utilizado en violación de los términos de servicio de OpenAI, lo que condujo a que esta (junto con su socio Microsoft), bloquearan cuentas vinculadas al sistema chino.
¿Y hacia dónde vamos?
Una vez más, parece que la brújula gira y gira sin un rumbo preciso. La aparición de nuevos modelos parece poner en la mesa nuevos temas de debate cuando, en realidad, siempre estuvieron. La explotación de los recursos naturales, la inequidad, la regulación de la IA (principalmente para proteger a los más vulnerables), la censura y la afectación a la libertad de expresión y a la propiedad intelectual, siguen siendo los clásicos más actuales.
Para conversar sobre estas temáticas, tenemos una cita. El próximo miércoles 12 febrero presentamos el libro “Derechos del consumidor en la encrucijada de la inteligencia artificial: la necesaria reforma de la Directiva de productos defectuosos” (editorial Dykinson) donde nos acompañaran la artista, Ana Jarén y, el catedrático, Eugenio Llamas Pombo. ¡Los esperamos!