En un mundo cada vez más digitalizado y el surgimiento de nuevos riesgos, la protección de los derechos fundamentales en el entorno digital se ha convertido en una prioridad clave para los estados democráticos. La Carta de Derechos Digitales de España, aprobada en julio de 2021, es una iniciativa pionera, presentada en Naciones Unidas y “exportada” después internacionalmente, que busca adaptar los derechos fundamentales a los desafíos que plantea el entorno digital.

En el actual contexto de crecientes amenazas tecnológicas y geopolíticas, como la desinformación, la ciberseguridad, la inteligencia artificial (IA) y el control de datos por actores extranjeros, la Carta de Derechos Digitales adquiere, si cabe, mayor relevancia. Su aplicación efectiva es clave para proteger la soberanía digital, los derechos de los ciudadanos y la competitividad del país en la era digital. A continuación, analizaremos su impacto en este escenario global y exploraremos casos prácticos que ilustran la importancia de estos derechos en la práctica. Son muchas y variadas las amenazas tecnológicas y geopolíticas que ponen en valor la Carta de Derechos Digitales:

Desinformación y manipulación digital

Las campañas de desinformación y manipulación en redes sociales, impulsadas por actores estatales y privados, pueden afectar en procesos democráticos como elecciones y referéndums. Caso práctico: En las elecciones de EE.UU. de 2016 y en el referéndum del Brexit en el Reino Unido, hubo evidencias de interferencias extranjeras mediante noticias falsas y bots. En España, las campañas de desinformación también han afectado a procesos electorales y a crisis políticas. La Carta de Derechos Digitales establece el derecho a recibir información veraz y plural, así como mecanismos para reforzar la alfabetización digital y la verificación de la información.

Ciberseguridad y ataques a infraestructuras críticas

Los ataques cibernéticos contra instituciones y empresas han aumentado en los últimos años. Grupos de ciberdelincuentes y estados hostiles han utilizado el ransomware para secuestrar información o paralizar servicios públicos. Caso práctico: En 2021, durante la pandemia, el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) sufrió un ciberataque que dejó inoperativa su plataforma digital durante días, afectando a miles de ciudadanos en esos momentos tan complicados. La Carta reconoce el derecho a la seguridad digital, instando al refuerzo de medidas de ciberseguridad y a la protección de las infraestructuras críticas.

Inteligencia artificial y sesgos algorítmicos

El uso creciente de IA en decisiones automatizadas plantea riesgos como la posible discriminación o la falta de transparencia en la toma de decisiones. Caso práctico: En 2020, se detectó que el algoritmo de Twitter, actual X, recortaba imágenes favoreciendo rostros blancos frente a rostros negros, evidenciando sesgos en el desarrollo de dicho algoritmo. La Carta promueve el derecho a la no discriminación algorítmica y la transparencia en el uso de IA, exigiendo aplicabilidad en las decisiones automatizadas y la posibilidad de reclamar frente a las mismas.

Protección de datos y soberanía digital

La dependencia de plataformas extranjeras y las transferencias masivas de datos fuera de la UE generan riesgos en la privacidad y el control de la información y el cumplimiento normativo. Caso práctico: En 2020, el Tribunal de Justicia de la UE anuló el Privacy Shield, acuerdo bilateral que permitía las transferencias de datos entre EE.UU. y la UE, al considerar que no protegía suficientemente los derechos de los ciudadanos europeos. La Carta reconoce, entre otros, el derecho a la autodeterminación informativa, reforzando el control sobre los datos personales y promoviendo alternativas digitales soberanas en Europa.

Protección de los usuarios en plataformas digitales

Algunas de las grandes plataformas tecnológicas han sido criticadas y denunciadas por prácticas abusivas, falta de transparencia en sus algoritmos y vulneración de derechos digitales. Caso práctico: En 2021, WhatsApp cambió unilateralmente sus términos de uso, obligando a los usuarios a compartir más datos con Facebook (ahora Meta). Esto provocó una ola de migración hacia aplicaciones como Signal y Telegram. La Carta protege a los ciudadanos mediante el derecho a la privacidad digital y a la transparencia en las plataformas, estableciendo principios para una mejor regulación de estas prácticas.

Derechos laborales digitales y desconexión digital

El teletrabajo y la automatización están transformando rápidamente el mercado laboral, pero también generan nuevos desafíos, como el posible control excesivo de los empleados o la difuminación de los límites de la jornada laboral. Caso práctico: En 2021, España aprobó la Ley del Teletrabajo, reconociendo el derecho a la desconexión digital para evitar que los trabajadores estén disponibles fuera de su horario laboral. La Carta refuerza este derecho y establece principios para garantizar condiciones de trabajo digitales justas.

Educación y Alfabetización Digital

En un mundo donde la tecnología es cada vez más determinante, la alfabetización digital se ha convertido en un derecho clave para la inclusión social y laboral. Caso práctico: Durante la pandemia, miles de estudiantes en España no pudieron acceder a la educación digital debido a la brecha digital y la falta de dispositivos. La Carta establece el derecho a la educación digital y promueve la inversión en infraestructuras digitales accesibles para todos.

La Carta de Derechos Digitales de España es un instrumento clave para afrontar los desafíos tecnológicos y geopolíticos del siglo XXI. No se trata de una norma jurídica vinculante, pero su influencia es crucial para el desarrollo de futuras políticas públicas y legislaciones en materia de protección de datos, inteligencia artificial, ciberseguridad y derechos digitales. En un contexto de creciente polarización internacional, también digital, su aplicación permitirá que España y la UE refuercen su soberanía tecnológica, protejan a sus ciudadanos y garanticen un entorno digital más seguro, justo e inclusivo.