La agenda de esta semana que ya asoma será la más importante hasta final de año. La Reserva Federal estadounidense (Fed) decidirá el miércoles la cuantía de la subida de sus tipos de interés ahora situados en el 4% y al día siguiente tanto el Banco Central Europeo (BCE) como el Banco de Inglaterra (Boe) harán lo propio desde niveles del 2% y del 3%, respectivamente. Los mercados financieros esperan que tanto la Fed como el BCE —los verdaderos protagonistas de la semana— suban sus tipos en 50 puntos básicos (0,50%) y en esa expectativa se han basado las subidas de las bolsas y también las caídas de la rentabilidad de la deuda pública.

Este consenso generalizado que siempre cuenta con algún detractor dentro de los analistas, se basa tanto en la contención de la inflación en Europa, como en las últimas declaraciones del presidente de la Fed, Jerome Powell, de moderar las alzas de tipos que se han ido produciendo a golpe de subidas de 75 puntos básicos. Así, esos 25 puntos básicos de diferencia son clave para el sentimiento del mercado. Si suben 0,50 puntos los actuales niveles alcanzados por los mercados se consolidarán, mientras que si uno de estos bancos centrales osa subir los tipos 0,75 puntos pondrá en cuestión las actuales valoraciones y sería necesario realizar un ajuste de expectativas que se trasladaría a los precios. Esto impediría rematar un rally de Navidad que ya comenzó a mediados de octubre y que la pasada semana se frenó ante las dudas sobre el comportamiento de los jefes de la política monetaria.

La inflación de Estados Unidos que se conocerá este martes, día previo a la decisión de tipos, es sin duda un dato clave. Lejos queda aún el objetivo del 2%

Pero antes de esta reunión hay un dato clave: la inflación de Estados Unidos en el mes de noviembre, que se conocerá el martes, día previo a la decisión de tipos. Sin duda es un dato clave por cuanto el principal objetivo de estos movimientos alcistas del precio del dinero es frenar la subida de los precios. Lejos queda aún el objetivo marcado de una inflación del 2%, pero se irán viendo los pasos que da la economía en este sentido. Un buen dato de inflación, es decir, una desaceleración en el ritmo de crecimiento sería clave para que la Fed se decantase por alzas de 0,50 puntos. También se mirará con mucha atención la inflación subyacente (sin energía ni alimentos frescos) y que es un indicador más tendencial y menos sujetos a los vaivenes de un precio del petróleo que ha tenido un buen comportamiento en las últimas semanas.

Con estos eventos como ejes sobre los que girarán los mercados, en la semana no faltarán otros datos relevantes que apuntan a la pujanza de las economías, a su desaceleración y esa posible recesión —ahora se espera de corta duración y más probable en Europa que en Estados Unidos— que jamás fue tan esperada y anunciada como ahora.

El martes destacan los datos del IPC, la balanza comercial y el índice ZEW de confianza inversora en Alemania y en el conjunto de la eurozona. El miércoles, España confirmará o no su dato de IPC correspondiente al mes de noviembre que quedó situado en el 6,8%, uno de los más bajos de la eurozona. Y otro dato relevante sobre la marcha de las economías europeas con la evolución de la producción industrial correspondiente al mes de octubre.

El jueves, con todo el mercado esperando a mediodía lo que decide el BCE, también se dará el dato definitivo de la inflación en Francia el pasado noviembre que en un primer análisis se situó en el 6,2%.

Y el viernes quedará reservado para datos sobre la marcha de la economía y su más que probable desaceleración con los PMIs de la eurozona —también se publicará el IPC de la región— junto con los de Alemania y Francia. Y por la tarde, la última sorpresa del PMI manufacturero, servicios y compuesto de Estados Unidos.

Una semana intensa para los bancos centrales que permitirá a los mercados salir algo de la apatía bajista que han mostrado a lo largo de la semana que ahora se cierra. Un detalle interesante ha sido el mejor comportamiento de Wall Street frente a las plazas europeas, reduciendo las diferencias de pérdidas acumuladas en el año que, de momento, lideran las bolsas estadounidenses.