Alerta con la fiscalidad sobre los coches
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- Àngel Hermosilla
- Barcelona. Jueves, 13 de febrero de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Sin duda, la automoción y la movilidad están inmersas en un profundo proceso de transformación de carácter poliédrico a nivel mundial, del cual se comienza a vislumbrar algunas tendencias, pero, al mismo tiempo, aún quedan pendientes muchas dudas. Las tecnologías de motorización, el papel de los vehículos alternativos, las preferencias de los consumidores, la ordenación de las ciudades y la vida urbana, etc., son aspectos que nos ocupan y preocupan y que, al mismo tiempo, definen un escenario realmente incierto.
Centrándonos, específicamente, en los vehículos de turismo, se puede hablar de dos inercias que en los últimos años están poniendo en cuestión su relevancia en nuestras sociedades: lo que habían sido en el pasado y lo que pueden ser en el futuro. Por un lado, los coches se han convertido en un "dispositivo no grato" en las ciudades, principalmente en las ciudades medianas y grandes. Con el objetivo de hacer urbes más amigables, desde los puntos de vista social y medioambiental, se han implementado medidas que limitan la presencia de los turismos, prohibiendo accesos, reduciendo calles transitables, eliminando carriles y capacidad de tránsito en determinadas vías, dificultando el aparcamiento…, y potenciando una movilidad privada alternativa y el transporte público, con sus propias limitaciones. Paralelamente, se está produciendo un cambio cultural y social muy importante frente a la movilidad vía turismos, sobre todo en ciudades relativamente grandes y en determinadas capas de población, como por ejemplo los jóvenes. Esto se concreta en una menor apuesta por el coche propio en favor de otros vehículos (motocicletas y ciclomotores, bicicletas, triciclos, patinetes, monopatines, monociclos, segways, hoverboards…) y de otros formatos de recurso a la movilidad (alquiler, vehículo compartido…).
Todo lo anterior puede derivar en un cada vez menor interés de las familias y los individuos por el coche, es decir, por adquirir y disponer en propiedad de un vehículo de turismo. Ante este hecho, cabe hacerse una pregunta: dada la relevancia del coche como objeto de recaudación fiscal, ¿han evaluado convenientemente las administraciones públicas la repercusión que puede tener sobre sus presupuestos esta transformación y, en general, las medidas que se están tomando al respecto? ¡Hagamos cálculos estimativos!
Por un coche que vale inicialmente 24.000 euros, se acaba pagando unos 22.865 euros en impuestos al final de su vida útil
Un coche a lo largo de su vida está sometido a diversos impuestos. Algunos son específicos, como el Impuesto Especial sobre Determinados Medios de Transporte (IEDMT) -o Impuesto de Matriculación-, el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM) -o Impuesto de Circulación-, el Impuesto Especial de Hidrocarburos y el Impuesto sobre las Emisiones de CO₂ de los vehículos, y otros genéricos, como el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP). Unos tributos son puntuales, asociados a la adquisición o a la reventa de los vehículos, otros recurrentes, como los anuales, y otros periódicos, por ejemplo vinculados al uso habitual, como al consumo de gasolina.
Pongamos un ejemplo: turismo con un precio inicial de 24.000 euros (precio medio de los coches más vendidos en España durante el 2024), que tenga un único propietario a lo largo de su vida de 14,2 años (vida media de un coche en el Estado), y que recorra anualmente unos 11.204 kilómetros (media estatal del 2023). En el acto de compra se pagan unos 6.180 euros en impuestos, el coste fiscal anual en impuestos asociados a diversos hechos (seguros, inspección técnica de vehículos, gualas/aparcamientos…) puede ser de unos 300 euros, mientras que la factura fiscal periódica anual por el uso (gasolina, mantenimientos y reparaciones, peajes…) puede suponer unos 875 euros. En total, por un coche que vale inicialmente 24.000 euros, se acaba pagando unos 22.865 euros en impuestos al final de su vida útil de 14,2 años, importe que equivale al 95,3% de su valor de compra.
Si se eleva esta cifra al global del parque de coches en España, se puede estimar que todos los turismos que están en circulación (unas 26.020.504 unidades el 2023) acabarán pagando en impuestos antes de finalizar su vida un total conjunto de 594.958,8 millones de euros, estimación baja porque en el ejemplo se está considerando un utilitario, que es el que paga menos impuestos. Estamos hablando de una cifra nada desdeniable, ya que si la anualizamos supone el 2,8% del PIB estatal o aproximadamente el 12,5% de los ingresos fiscales de todas las administraciones públicas españolas. En el caso de una familia, el coste fiscal anual de tener un coche de las características mencionadas, sin contemplar los impuestos asociados a la adquisición, representa un 2,9% de su renta media, porcentaje que se eleva al 18,4% el año en el cual se compra.
La hacienda pública tendrá que cambiar el modelo de fiscalidad sobre los coches, dada una posible futura disminución del parque de vehículos
Este ejercicio estimativo permite poner en relieve la importancia de la fiscalidad que recae sobre el coche y aconseja a las administraciones públicas reflexionar profundamente sobre el tema a la hora de definir y desplegar medidas sobre la motorización privada y, particularmente, sobre los vehículos de turismo, recomendando tener presente el impacto fiscal de lo que se haga. En este sentido, la hacienda pública tendrá que cambiar el modelo de fiscalidad sobre los coches, dada una posible futura disminución de la motorización con vehículo de turismo en la movilidad urbana, pero, sobre todo, por el cambio hacia motorizaciones más ecológicas sobre las cuales la presente tributación no actúa o actúa menos, como por ejemplo la factura fiscal por consumo de gasolina, es decir, casi un 42% del coste tributario total anual sobre el coche según las estimaciones anteriores -aproximadamente unos 7.000 euros a lo largo de los 14,2 años de vida de un vehículo, o 182.143,5 millones de euros en el caso de contemplar los poco más de 26 millones de unidades del parque de turismos en circulación en España. ¡Mucho dinero!