Un ambiente de fin de reinado pesa sobre la Comisión Europea. Incluso si su mandato oficialmente se acaba a finales de 2024, todo el mundo sabe que no podrá culminar ninguna de sus iniciativas pendientes en materia de agricultura.

La estrategia De la Granja a la Mesa, 'Farm to Fork' (F2F) fue una de las estrellas de la comisión Van der Layen. Sus objetivos generales han recibido una gran aceptación, ya sea reducir el consumo de fertilizantes agrícolas o de antibióticos, promover la agricultura ecológica o contribuir a una alimentación más sostenible.

No ocurre lo mismo con los objetivos cuantificados propuestos sin ningún análisis de impacto, lo que ha alimentado muchas dudas sobre su viabilidad e, incluso, sobre sus consecuencias sobre la producción agrícola y las importaciones europeas.

La Dirección General de Agricultura (DG AGRI) tuvo la oportunidad de tomar la iniciativa en estos temas. Una iniciativa similar a la F2F estuvo sobre su mesa en 2014. Incluso hubo una primera reunión pública con los interlocutores sociales, presidida por los servicios AGRI. La participación no se limitó a los clientes habituales de la DG AGRI, sino que se amplió, entre otros, a profesionales de la salud y la nutrición y empresas de restauración. Pero el desinterés, la miopía o la excesiva novedad del planteamiento asustaron a la jerarquía.

El expediente fue retomado más tarde y manejado con mano de hierro por el vicepresidente primero Timmermans. Designado por Holanda, la única certeza que tiene este comisario socialista es que su mandato no será renovado. El buen resultado electoral del Partido Campesino debilitó aún más su posición. Se ha interpretado como la reacción del mundo rural (pero no solo) a las crecientes demandas medioambientales.

La ola del descontento avanza

La ola del descontento alcanza también a la presidenta Van der Layen. Incluso si el Partido Popular Europeo (PPE) gana las próximas elecciones europeas, su renovación está lejos de estar asegurada. Dentro de su partido es criticada, lo hemos visto recientemente con el tema de Doñana, por haber dado carta blanca a su vicepresidente primero. Parece haber entendido el mensaje y olido el peligro porque se observa que está más presente en estos debates.

Se nota en todo ello la ausencia del comisario de Agricultura. Único representante de la extrema derecha en la Comisión, son conocidas las tensiones entre su gabinete, por un lado, la DG AGRI por otro y el resto de la Comisión Europea también. Dos ejemplos valen más que 1.000 palabras. El primero es bien conocido: la destacada ausencia del Comisario de Agricultura durante la presentación de la estrategia F2F.

El segundo es menos obvio. El nombramiento de Catherine Geslain-Lanéelle como directora de Estrategia y Análisis de Políticas en la DG AGRI es una verdadera bofetada para el comisario. Prestigiosa alta funcionaria francesa, anteriormente fue Directora adjunta de su gabinete, pero rápidamente se dio cuenta del percal cerró y dimitió. Hoy vuelve con fuerza al puesto más estratégico y clave de toda la DG, en sustitución del muy prestigioso Tassos Haniotis.

Cada reunión del Consejo o sesión del Parlamento trae su episodio de rebelión y descontento. Ya sea con respecto a las consecuencias medioambientales del acuerdo con MERCOSUR, la Directiva sobre plaguicidas o la inclusión de las explotaciones ganaderas intensivas en el marco de aplicación de la Directiva sobre emisiones industriales, las rebajas a las ambiciones anunciadas por la Comisión se multiplican.

Una normativa en peligro

Timmermans intentó dejar encima de la mesa su testamento, condicionar las próximas perspectivas financieras de la Unión (el presupuesto europeo 2028-2035) y la próxima reforma de la Política Agraria Común (PAC) mediante la adopción de un Reglamento sobre sistemas alimentarios sostenibles. Este no va a ocurrir.

En la más rápida de las hipótesis, el informe de análisis de impacto que debe preceder a la propuesta se esperaría durante este tercer trimestre. El Reglamento nunca se aprobará antes de junio de 2024, fecha de las próximas elecciones al Parlamento Europeo. En todo caso, el expediente lo gestionará la próxima Comisión y el próximo Parlamento cuyas composiciones y equilibrios políticos se desconocen.

Todo esto tiene un sabor a 'déjà vu', con otro comisario holandés, hace ya algunos años, en 1968. Entonces, el Comisario Sicco Mansholt presentó su visión de futuro de la agricultura europea y sus propuestas de reforma de la PAC. La brutalidad de sus propuestas provocó tal reacción (hay que decir que el año fue propicio para las manifestaciones) que la montaña parió un ratón, tres Directivas socio-estructurales poco ambiciosas. Hubo de esperar otros 24 años, hasta 1992, para que se llevara a cabo la primera reforma de la PAC.

Los politólogos lo saben. Para reformar políticas en una sociedad democrática se ha de tener en cuenta la dependencia del sendero ('path dependence') si quieres llegar a buen fin.