La amenaza fantasma
- Emilio Gude / CECA MAGÁN
- Madrid. Sábado, 27 de enero de 2024. 05:30
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Ray Bradbury, el aclamado autor de aquella novela publicada por entregas en la revista Playboy, la distópica Farenheit 451, dijo una vez: “Cualquier herramienta se puede utilizar para bien o para mal. Depende del usuario”. Se ha suscitado una alarma profesional por la llegada de la inteligencia artificial al mundo legal. Se la “acusa” de que acabará con el mundo laboral, tal y como lo hemos conocido. Y yo, abogado con muchos años de oficio, me pregunto ¿cómo lo hemos conocido?
Empecé mi vida profesional con un ordenador y un fax como toda tecnología. Con anterioridad a esos añorados 90, lo más sofisticado era una máquina de escribir eléctrica, y he convivido con abogados que dictaban a su secretaria que tomaba notas con taquigrafía, que luego copiaban en una máquina de escribir con papel de carbón para hacer dos copias. Supongo que la llegada de mi PC supuso una alarma para aquellos abogados y sus secretarias de entonces. Pero no pasó nada. O sí, aquello supuso ventajas evidentes. Dejamos de usar los “aranzadis” y pasamos a tenerlos en CD y posteriormente online. Mejoramos, de eso no cabe duda.
“El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que solo miran al pasado o al presente, seguramente perderán el futuro” fue la máxima con la que JFK, parafraseando a Churchill, anunció al mundo su idea de “La Nueva Frontera” con la que afrontaría un cambio de progreso en el paradigma de la política de los Estados Unidos. Y es perfecta para aplicarla a nuestros días. El cambio es el sustrato en el que debemos movernos.
No debemos enfrentarnos a los cambios, adoptar una posición de combate contra todo aquello que ha de llegar y que mejorará nuestro mundo, y también nuestra profesión
De nada sirve mirar hacia otro lado o permanecer encastillado antes todos los avances que nos arrastran. Debemos navegar en ellos y con ellos. Menos aún debemos enfrentarnos a los cambios, adoptar una posición de combate contra todo aquello que ha de llegar, y que mejorará nuestro mundo y también nuestra profesión. Los aficionados al fútbol que me estén leyendo reconocerán esa idea de “odio al fútbol moderno” en la que se han parapetado una serie de nostálgicos del “cualquier tiempo pasado fue mejor”, cuando la manida frase sólo demuestra cortedad de miras y miedo a lo que somos y ha de venir para refugiarse en lo que fuimos. La aversión al riesgo y al cambio como modo de vida defensiva. Bien, pues, me gusta el fútbol moderno y me gusta la inteligencia artificial.
Es como si volviésemos una mirada a la historia y dijésemos no al fuego, no a la rueda, no a los molinos. A lo largo del recorrido del mundo, el descubrimiento, la invención, la aparición de herramientas y materiales han propiciado avances exponenciales. Detengámonos un momento en el descubrimiento del fuego. Sin duda, todos afirmaremos que es uno de los momentos estelares de la humanidad, utilizando el maravilloso título del libro de Stefan Zweig, y sin embargo no sería del todo acertado. Es el control del fuego, no su descubrimiento, lo que cambia la vida. Poder controlar el fuego a nuestro antojo propició tener calor y protección, la cocción de alimentos, realizar actividades nocturnas con iluminación, expandirnos a hábitats antes peligrosos. Sin olvidar el carácter simbólico del mismo. Recordemos que empezamos a ser hombres el día que entendimos nuestra propia trascendencia, y que el hecho de la muerte de uno de nosotros no era solo un hecho físico, sino que lo dotamos de simbología e imaginación.
Con la inteligencia artificial, los abogados seguiremos siendo muy necesarios. Eso sí, no realizaremos tareas que no aportan valor, como nadie trabaja un campo con bueyes y un arado romano
Si hiciésemos este análisis con cualquiera de los cambios y avances de la humanidad tendríamos la misma respuesta. La invención de la rueda, el descubrimiento del nuevo mundo, la revolución industrial, la llegada de la computación, los viajes espaciales o la aparición de internet. Todos ellos han mejorado nuestras vidas y nuestras profesiones. Algunas, muchas, desaparecieron para crear otras, también muchas, nuevas. Las herramientas no acaban con la vida profesional, la transforman.
Y eso pasará con la inteligencia artificial. Los abogados seguiremos siendo muy necesarios. Eso sí, no realizaremos tareas que no aportan valor, como nadie trabaja un campo con bueyes y un arado romano. En el camino, las generaciones mayores sufriremos, seguramente, pero no está en la edad no acometer y empaparse de estos cambios, sino como siempre, está en la voluntad.
En no mucho tiempo, la inteligencia artificial será una herramienta más a nuestro servicio de manera cotidiana que nos ayudará en multitud de tareas que consumen nuestro tiempo, y que podremos emplear en sofisticar la estrategia legal, en ese conocimiento aplicado con una visión integral del derecho que nos permitirá solventar los problemas legales de nuestros clientes con una mayor certeza y profundidad.
El pensamiento jurídico, que es algo en lo que siempre le insisto a los jóvenes abogados, es lo que nos sitúa en el vértice de la pirámide. El conocimiento extenso en nuestra época de estudio y aprendizaje nos llevará a un conocimiento profundo en nuestra madurez profesional, que se ayudará de herramientas, entre ellas la inteligencia artificial, para ser estratégicos y ágiles para nuestros clientes, que, en definitiva, son la razón de ser de nuestro mundo y, no se me escandalicen, de nuestro negocio. Demos la bienvenida a la inteligencia artificial y a cuantas otras herramientas nos permita mejorar, y no nos asustemos ante la amenaza fantasma.