Desde que se puede pagar desde el móvil, vengo defendiendo que un número de móvil se ha convertido en un número de cuenta corriente. La aplicación Bizum, creada por los principales bancos de España, ha sido la aplicación más exitosa del mundo al respecto. “Te hago un bizum” es una frase que ya forma parte de nuestro lenguaje coloquial.

Si tienes más de una cuenta corriente, no puedes tener (al menos, de momento), Bizum en más de una. Y esto es así porque Bizum asocia el número de móvil del usuario al de una cuenta corriente únicamente. Desde un punto de vista estratégico, esto modifica la cadena de valor porque a los principales factores de vinculación bancaria de un cliente (tener la nómina domiciliada o la hipoteca o los recibos de los suministros del hogar) se añade ahora tener Bizum.

En otras palabras, un banco cuyo cliente realiza los Bizum con su entidad sabe que es un cliente bien bancarizado y fidelizado.

Bizum se expande ahora a Italia y a Portugal. Y, en este contexto, espoleados por el Banco Central Europeo a través de la EPI (European Payments Initiative), entidades de Alemania y Francia, tales como ABN AMRO, Crédit Mutuel, BNP Paribas, Groupe BPCE, Crédit Agricole, Deutsche Bank, ING, Rabobank y Société Générale, entre muchas otras, han acelerado el proyecto Wero, que es, para que nos entendamos, el Bizum europeo.

Su ventaja es que se podrán realizar pagos a través del móvil a cualquier ciudadano europeo, y no solo a los del propio país. Seguramente la mayor parte de bizums, los españoles los hacemos a otros compatriotas. Pero la gente joven viaja, se mueve, Erasmus mediante y también por conciertos de música o turismo. España es muy meridional en Europa, pero el centro del continente abigarra a diversos estados, algunos pequeños. Bélgica, Luxemburgo, Austria… La proximidad con Alemania y Francia, la vecindad laboral cada vez más intensa entre Polonia y Alemania del este… Todo ello propiciará que la gente prefiera un sistema europeo.

Así que Bizum ha tendido la mano a Wero y busca una alianza.

¿Por qué? Pues porque en los próximos años el BCE va a animar a la banca europea a que se produzcan fusiones de entidades financieras de distintos países y ya no tanto dentro del propio país. La UE, en un contexto de tres o cuatro regiones mundiales fuertes, precisa de bancos europeos de gran dimensión. En las negociaciones de esas fusiones y adquisiciones, la fidelización y bancarización del cliente va a ser un elemento clave de negociación. Así que esto no va de una startup que quiere unirse a otra. Esto va de proteger la clientela para, en los próximos años, ser un banco con la franquicia de negocio bien atada en corto.

Pero el tema va incluso más allá. Los pagos a través del móvil van a ser piedra angular del euro digital para lograr un objetivo que, solo tres años atrás, se consideraba imposible: retar el imperio de las tarjetas de crédito. Con la excepción de China, donde ya nacieron pagando por el móvil y el plástico les pilló siendo comunistas pasándoles de largo, VISA y Mastercard copan casi el 90% del mercado mundial. Un duopolio que controla la inmensa mayoría de pagos electrónicos que no sean transferencia ni PayPals de turno.

En la historia de la economía y de los negocios hemos aprendido que a los grandes no se les desbanca poco a poco. Se les hunde entrando por la cocina, por la puerta de atrás. A través de una disrupción. Pensamiento lateral. Sobre eso investigué y publiqué mucho en el pasado, a través de mis libros más académicos. La batalla no es entre Bizum y Wero. Esa es la primera de las lides. La importante se va a librar después. El BCE quiere controlar los pagos electrónicos de la Unión. Si logra que casi 500 millones de móviles estén vinculados a una cuenta corriente, la red de pagos de las tarjetas de crédito, que es el sistema de telecomunicaciones en que se sustenta su ventaja competitiva, se tambaleará.

Transferencias inmediatas, a través del móvil, en euro digital y sin pasar por ninguna otra red de pagos. Esa es la foto-finish que el BCE tiene en mente. Se trata de una carrera vital. De muchos millones de euros y de mucho poder financiero y bancario.