Se respira otro ambiente a los círculos empresariales catalanes. El cambio de fase en el estudio que hace a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de la opa del BBVA al Sabadell ha modificado también la percepción a las altas esferas sobre el destino de la operación, sobre todo después de que se conocieran los detalles, hace pocos días. Ver todas las dudas del regulador ha cambiado la perspectivas de los poderes empresariales catalanes.

Seamos claros. Hasta hace unos días, los empresarios catalanes y las instituciones en las que se agrupan, como patronales u otras organizaciones, no tenían nada claro que el Sabadell pudiera salir adelante. A pesar de estar convencidos de que tenían razón, de que la opa no sería buena para Catalunya ni su tejido productivo, especialmente las pymes, no las tenían todas. Depende de con quien hablaras, te decía "no me gusta, pero creo que saldrá, porque si es por precio, el BBVA pagará". Y muchos de los que decían que no saldría, hablaban más desde la esperanza que desde el convencimiento.

La decisión de la CNMC de enviar la opa a fase dos ya hizo crecer las esperanzas, pero la información que tuvimos la semana pasada, el detalle de los motivos, y las cifras, por los cuales lo ha hecho, ha decantado la balanza de las expectativas. Ahora hay optimismo en el empresariado catalán, a la esperanza se ha sumado el convencimiento. Las dificultades de la operación han aflorado, y las reservas de la CNMC se han argumentado y suponen un escollo que no es menor.

Las dudas de la CNMC y la sensación de que quizás la opa no llega a los accionistas del Sabadell hacen que el empresariado catalán sea optimista

¿Qué ha cambiado? Lo que se percibe es que quizás ya no son los accionistas del Sabadell los que acaban decidiendo si se integran en el BBVA. Si fuera así, aunque está la Asociación de Accionistas Minoritarios intentando convencer a los empresarios que tienen acciones del banco catalán de que no lo acepten, la percepción general es que es difícil de frenar, ya que la mitad del capital del Sabadell está en manos de institucionales, a los que solo guía el precio y las plusvalías.

Ahora se abren dos escenarios opuestos, y muchos intermedios. El primero es que el BBVA pueda dar respuesta a las peticiones de la CNMC y siga adelante con la operación. Hacerlo no es fácil y tendrá un coste para el banco que preside Carlos Torres, lo que puede restarle rentabilidad a la operación.

Este primer escenario es el que mantiene el BBVA en la hoja de ruta. De hecho, ya ha hecho una serie de propuestas a la CNMC, como asegurar el crédito a pymes, mantener condiciones comerciales y minimizar el cierre de oficinas durante tres años. Pero no ha convencido al regulador que preside Cani Fernández.

Le queda un gran problema por resolver, en que no es tan sencillo como no cerrar oficinas: la concentración, superior al 30%, en dos mercados, el minorista en algunas provincias de Catalunya y el País Valencià, y el estatal de TPVs, es decir, en los comercios. Existe un precedente bastante reciente, el de CaixaBank y Bankia, en el que también superaban el 30% en TPVs, cosa que el banco catalán solucionó vendiéndose parte de la joint venture que operaba el servicio. Pero para el negocio minorista, la solución no es fácil, ya que no se puede forzar a los clientes a marcharse a otro banco.

El partido todavía es largo. Si no hay una sorpresa, quedan muchos meses, y el tiempo no presupone el resultado

El segundo escenario, o el opuesto, es que el BBVA decida que no puede o no quiere cumplir con las exigencias del regulador y suspenda la opa. Pero hay moles más opciones; entre el blanco y el negro hay muchos grises. Que el BBVA y la CNMC negocien y acaben encontrando un acuerdo. Que negocien y no lo encuentren, la opa se alargue y acabe descarrilando. Que la CNMC y el Gobierno la hagan descarrilar. Que suban el precio y haya una nueva propuesta al consejo del Sabadell que cambie la percepción. Los escenarios tienden a infinito, pero ninguno parece sencillo; por eso el empresariado es optimista.

Incluso en caso de que acabe llegando a los accionistas del Sabadell, su horizonte es menos claro que hace unas semanas, ya que las medidas que está tomando ahora el BBVA, y las que tendrá que tomar, pueden suponer costes inicialmente no previstos, lo que restará atractivo a la operación.

Hay otro factor que se ha sumado a la balanza, a favor del Sabadell. El impuesto en la banca aprobado por el Congreso el jueves castiga más los bancos más grandes. De hecho, el Sabadell aseguró el viernes que con el nuevo impuesto, pagará 30 millones menos al año, mientras que el BBVA pagará un tipo más alto y disparará su factura fiscal si compra el Sabadell.

El partido todavía es largo. Si no hay una sorpresa, quedan muchos meses. Y las cosas todavía pueden cambiar mucho. Hemos vivido dos intentos de concentración en los últimos tiempos en España que se han alargado mucho, uno que acabó bien, el de Orange y MasMovil, y otro que fracasó, el de Iberia y Air Europa. El tiempo no presupone el resultado, y si bien hasta ahora corría a favor del Sabadell, porque necesitaba la fase 2 para que la opa despertara más dudas y poder defenderse mejor, ahora ya es la hora de la verdad y los dos están jugando sus cartas.