Boeing aparece en los medios día sí día también por incidentes que evidencian una falta de seguridad asociada a una relajación de los controles de calidad en el proceso de fabricación de los aviones. Este mes de mayo ha habido dos aterrizajes de emergencia, uno por un fallo de un motor y otro porque olía a quemado en la cabina, y un aterrizaje de morro porque no se desplegó el tren de aterrizaje delantero. Se trata de una crisis de reputación de manual, que se ha traducido en desconfianza por parte de legisladores, reguladores, compañías aéreas y pasajeros, y en una caída del 40% de la cotización bursátil de Boeing en los últimos meses. La empresa se ha visto forzada a ralentizar la producción para garantizar la calidad y está entregando menos unidades de las previstas, con el consiguiente impacto sobre los resultados.

En paralelo, cada vez que hay un incidente destacable, la Administración Federal de Aviación ordena que todas las unidades del mismo modelo dejen de volar hasta que no se aclaren las causas del incidente. A tenor de un episodio que sucedió en enero, el regulador ha estado realizando auditorías de calidad en las fábricas de Boeing y pidió a la empresa un plan de acción para mejorar la seguridad. El episodio de enero haría gracia si no fuera por su gravedad: un avión casi nuevo perdió un plafón del fuselaje en pleno vuelo porque Boeing entregó el avión a la aerolínea sin unos tornillos de sujeción.

Tras estos incidentes, algunos exempleados de Boeing han denunciado que en los últimos años la empresa ha priorizado los beneficios a la calidad y la seguridad. Con la finalidad de reducir el tiempo de ensamblaje y aumentar el número de unidades fabricadas y entregadas, los operarios han estado utilizando atajos; es decir, han eludido los procedimientos de calidad saltándose pasos. Han instalado piezas que no se han inspeccionado previamente, han cogido piezas asignadas a otras unidades, han recuperado piezas que habían sido rechazadas... La empresa ha tolerado que los propios operarios verificaran su trabajo y que buscaran a aquellos inspectores de calidad considerados más laxos por los mismos trabajadores y más propensos a tirar millas. Boeing se ha defendido diciendo que eso de los inspectores es una leyenda urbana y que en los últimos meses ha intensificado las inspecciones.

Boeing está pagando las consecuencias de años de utilizar las jubilaciones para reducir costes, sustituyendo a trabajadores veteranos por jóvenes menos experimentados

A las prácticas denunciadas hay que añadir una pérdida constante de conocimiento tácito, el conocimiento que no está codificado en planos o manuales, motivada por despidos, jubilaciones y renuncias. Ahora Boeing está pagando las consecuencias de años de utilizar las jubilaciones para reducir costes sustituyendo a trabajadores veteranos por trabajadores menos experimentados. El resultado es que se ha doblado el número de trabajadores júnior. Lección también de manual: si jubilas o despides a alguien, pídele antes que escriba todo lo que sabe y que grabe vídeos mostrando los procedimientos.

Estos denunciantes, con nombre y apellido en el caso de exempleados, han presentado quejas de seguridad al regulador y han revelado información a los medios de comunicación. Por su parte, algunos empleados han explicado que la empresa nunca ha atendido a sus quejas y, en cambio, los ha castigado por haber puesto en duda los sistemas de calidad. Estos días hemos sabido, gracias a un exempleado que ha comparecido en una audiencia en el Senado, que algunas secciones del fuselaje del 787 Dreamliner, llamado a competir con los últimos modelos de Airbus, más eficientes en consumo de combustible, no encajan a la perfección y a la larga el avión se podría partir en pleno viaje.

El manual dice que para recuperar la credibilidad hay que hacer borrón y cuenta nueva. Hacen falta dos medidas drásticas: cambiar el nombre de la empresa y cambiar la cúpula directiva. De momento, sin embargo, nadie ha hablado de enterrar la marca Boeing. Y con respecto a la cúpula directiva, el CEO, que asumió el cargo en 2020 después de que dos aviones se estrellaran dejando un balance de 346 muertos con la promesa de mejorar la cultura de seguridad de la empresa, ha anunciado que se marchará a finales de año; el director de la división de aviación comercial se ha jubilado y ha sido sustituido por una directiva que sonaba como sucesora del CEO; y el presidente del consejo de administración ha dicho que no optará a un nuevo mandato. Por lo tanto, nada de nada.