Buenos datos macro, menos favorables en renta por persona
- Miguel Ángel García Díaz
- MADRID. Sábado, 18 de enero de 2025. 05:30
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La economía española muestra unas excelentes cifras de desempeño en las principales cifras macroeconómicas en los dos últimos años. Superado el socavón provocado por la pandemia del Covid-19 que afectó a 2020, la producción española ha crecido de forma muy dinámica en los dos últimos años, que podemos considerar como de vuelta a una cierta normalidad. A la espera de conocer el dato del último cuatrimestre, la tasa esperada para el conjunto del año 2024 triplica el promedio de la Unión Europea (3% vs. 0,9%)
De cumplirse estas previsiones, el PIB español en 2024 sería superior en casi 27 puntos nominales al existente en 2019, antes de la llegada de la pandemia. Desgraciadamente, el aumento en términos reales se reduce hasta el 6,3% cuando se deduce el efecto de unos precios (deflactor del PIB) que han crecido bastante, en buena parte por los efectos derivados de la invasión de Ucrania por Rusia. Si realizamos una distribución lineal del porcentaje en el periodo en el que se ha conseguido, es decir, cinco años, el resultado es un crecimiento anual de la renta del país del 1,3% real. No es para disparar cohetes, pero se puede decir que no está mal ante el encadenamiento de desgracias que nos ha tocado vivir.
Los datos de creación de empleo también hay que calificarlos de muy buenos en términos agregados: el número de afiliaciones a la Seguridad Social en 2024 eran superiores en casi 1,9 millones sobre los de 2019 (+9,7%). De ellos, casi tres cuartas partes se localizan en actividades del sector privado (1,4 millones) y la otra tercera parte en el sector público (468.714). La localización de los nuevos empleos muestra una ligera mejora al conseguir buenos porcentajes de crecimiento en el sector de actividades profesionales, científicas y técnicas, y en el sector de información y comunicaciones.
Esta buena evolución en dos actividades con valor añadido superior a la media, no obstante, no modifica en exceso la estructura del tejido productivo español que sigue apoyado en los dos grupos habituales, por un lado, comercio, hostelería y construcción (30% del total) y por otro por educación y sanidad (20%). La industria manufacturera pierde algo de peso desde 2019 (de 12,5% a 11,8%) y aunque ganan participación los sectores de actividades profesiones, científicas y técnicas y el de información y comunicaciones, no llegan a cubrir el 10% del empleo total.
La economía española ha tenido la capacidad de generar más producción y renta, pero también debe repartirla entre más personas
La evolución de la producción (renta) agregada del país es una referencia utilizada en los círculos y conciliábulos económicos, pero menos cercana a lo que percibe la gente. Así, junto a la bajada y subida de la actividad económica en el periodo 2019-2024, hemos asistido a un muy intenso crecimiento de la población. De acuerdo con la estadística continua de la población publicada por el INE, el número de residentes en España a final de 2024 era de 48.946.035 personas, es decir, ha aumentado en casi 1,9 millones desde 2019 (+4%). La causa de esta evolución tan importante está localizada íntegramente en a llegada de personas no nacidas en España, quienes han aumentado su población en 2,4 millones de personas en tan solo cinco años, mientras que las nacidas en España se han reducido en casi 600.000 personas. Como resultado de esta evolución tan dispar por lugar de nacimiento, el porcentaje de personas no nacidas en España residentes en nuestro país aumenta en 4,4 puntos (de 14,4% al 18,8%), es decir, casi una de cada cinco personas que residen en España no han nacido aquí.
El importante aumento de la población no nacida en España no es ajeno al aumento del empleo en el periodo, o visto desde otra perspectiva la necesidad de cubrir empleos no es ajena la llegada de personas (aunque el número de desempleados EPA era de 3,2 millones en 2019 y ahora asciende a 2,8 millones). La Seguridad Social reflejaba en promedio de 2024 casi 1,9 millones de afiliaciones más que en 2019, de los que el cuarenta por ciento han sido de nacionalidad extranjera. El porcentaje aumenta hasta casi el setenta por ciento del nuevo empleo al incluir los no nacidos en España con nacionalidad española (Fuente: EPA), es decir, la participación de las personas no nacidas en España en el importante aumento del empleo al que hemos asistido desde el ejercicio anterior a la pandemia es tan solo del 29,5% (menos de uno de cada tres nuevos empleos).
Retomando el hilo de la renta creada, la economía española ha tenido la capacidad de generar más producción (y más renta), pero también debe repartirla entre más personas, de modo que el PIB por habitante (más o menos la renta media por persona) ha mejorado en los últimos cinco años, pero en un porcentaje muy modesto, tan solo el 2,2% en términos reales (de 31.854,30 a 32.548,60 euros de 2024; +649,30 euros). Es decir, en media cada residente en España ha visto aumentar su renta real un 0,4% cada año durante el último quinquenio. Una evolución, por otra parte, que es incluso superior al crecimiento de la productividad (por trabajador equivalente a tiempo completo) en el mismo periodo (promedio cercano a cero al estar lastrada por los descensos de 2020 y 2021).
Evidentemente, todas estas cifras son medias, de manera que en un mercado laboral cada vez más dual es muy posible que la distribución sea bastante desigual dependiendo de la mayor o menor cualificación del empleo que tenga cada uno, y el nivel de parcialidad (el 24,3% de los empleos es a tiempo parcial y en un porcentaje no pequeño el trabajador querría un empleo a tiempo completo).
Queda mucho por hacer para mejorar la renta de la gente y con ella su calidad de vida. La clave ya es conocida, mejorar la productividad
En definitiva, hay que valorar positivamente los grandes números de producción y empleo de la economía española por ser bastante mejores que los de una buena parte de los socios comunitarios, pero queda mucho por hacer para mejorar significativamente la renta de la gente y con ella su calidad de vida. La clave ya es conocida, mejorar la productividad.
Una tarea fundamental a la que añadir otra no menos difícil, la de conseguir más viviendas con un precio razonable. El descontento de una parte de la población en este terreno es manifiesto. Insatisfacción en un contexto de fuerte incremento de la población que aumenta la demanda de residencia donde vivir (faltan 500.000, según el Banco de España para hacer frente a los nuevos hogares).
Un último apunte, la inmigración ocupa muchos puestos de trabajo que de otra forma estarían vacantes y, por tanto, ayudan a cubrir necesidades y generar renta en una sociedad cada vez más envejecida, pero para que su colaboración pueda ser estable y se fortalezca la convivencia de todos, es necesario garantizar su integración, y el acceso a la vivienda es un elemento imprescindible.