Comercio mundial en un mundo fragmentado
- Anwar Zibaoui
- Barcelona. Viernes, 13 de octubre de 2023. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
El comercio es un ecosistema extremadamente complejo que involucra no solo a un importador y un exportador, sino también a otros actores en las cadenas de suministro físicas y financieras, que cubren múltiples países e industrias. Esto da lugar a diferentes estándares, reglas y marcos legales.
Desde 1990, el comercio mundial se ha cuadruplicado, y el PIB mundial se ha duplicado. Como resultado, el número de personas que viven en la pobreza extrema se había reducido.
El comercio y la inversión son motores para el crecimiento, la innovación, y el empleo. Está reconocida la contribución que una economía global próspera hace al sistema multilateral. Pero incluso los más grandes defensores del libre comercio saben que para que el sistema internacional fomente la cooperación y la competencia, y evite guerras comerciales o militares, es necesario que las instituciones creen mecanismos para fomentar la cooperación, coordinación e incluso integración, así como en la resolución pacífica de disputas. Es evidente que el sistema actualmente no cumple con sus objetivos. Organismos como la Organización Mundial de Comercio (OMC) y otras son inadecuadas, su reforma es necesaria para mejorar su funcionamiento e impulsar el progreso.
Años y décadas sin un desarrollo real de un sistema multilateral no solo han llevado a la parálisis, sino que también han amenazado la eficacia de los organismos internacionales especializados, columna vertebral del éxito del sistema internacional.
La OMC atraviesa una etapa delicada que requiere un arduo trabajo y consenso entre sus miembros, así como la flexibilidad y el compromiso político necesarios para tener éxito. Todos los países y actores comerciales están llamados a mostrar flexibilidad y trabajar por el establecimiento de consensos para superar los desafíos y el estancamiento y reafirmar el compromiso con los principios y objetivos establecidos en el Acuerdo de Marrakech por el que se establece la OMC, y el fortalecimiento del sistema multilateral de comercio y la apuesta por un sistema justo y equilibrado que encarna una OMC reformada, que asegure una distribución equitativa de los beneficios del comercio internacional y garantice el derecho al desarrollo de los países menos favorecidos.
El cambio climático y la seguridad geopolítica, las epidemias, la superpoblación, la desigualdad, el hambre, la seguridad alimentaria, las migraciones o el desempleo requieren de enfoques de colaboración para resolverlos a nivel mundial, pero no aparece ningún tipo de consenso mundial. Algunos de estos problemas están interconectados y no pueden ser rescatados a través de soluciones provisionales.
Hace falta un nuevo impulso para revitalizar el sistema multilateral para enfrentarse a los nuevos desafíos, un nuevo comienzo que podría conducir a una revisión de la agenda no solo de la OMC sino de todas las agencias de la ONU, así como el papel del Consejo de Seguridad, lo que necesariamente implicaría una revisión del papel y las prioridades de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esto podría ser seguido por un moderno proceso de “trabajo en red” entre los aparatos políticos y de desarrollo de la ONU y las otras agencias especializadas. Si esto se materializa, se habría iniciado el proceso de modernización del sector multilateral. Sin embargo, esto no es un asunto fácil, llevará tiempo y la transición del proceso de reforma no será automática.
Estamos entrando en una nueva fase de comercio y geopolítica en un mundo fragmentado, para contrarrestar esta situación y el proteccionismo, Se necesita más colaboración, un multilateralismo fortalecido y alianzas. También se debe pensar en construir resiliencia en las cadenas de suministro como inversión a largo plazo.
Los gobiernos y las empresas deben colaborar para invertir en nuevas infraestructuras, sistemas inteligentes, tecnologías climáticas, educación y capacitación. Esto no solo impulsará la resiliencia, sino que también permitirá un crecimiento inclusivo y sostenible. No actuar ahora podría tener impactos políticos, económicos o climáticos, especialmente en los mercados emergentes y los países en desarrollo.
Es necesario fortalecer el papel de la OMC en el establecimiento de reglas que promuevan un comercio libre, justo e inclusivo, y que facilite un entorno empresarial y de inversión transparente y abierto.
La urgencia de una economía más inclusiva y sostenible en un mundo cada vez más complejo obliga a centrarse en los desafíos sistémicos del planeta, favoreciendo la acción colectiva porque los problemas actuales ya no pueden ser resueltos solo por los gobiernos. Es preciso dar nuevas respuestas y una claridad de visión, agilidad y pragmatismo.
La cooperación es clave para impulsar el cambio necesario que garantice la resiliencia, la sostenibilidad y la prosperidad en el futuro para todas las comunidades del mundo.