¿Cómo incrementar la productividad?
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- Esteve Almirall
- Barcelona. Jueves, 20 de febrero de 2025. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
La productividad es, en gran medida, la clave del progreso social y empresarial. Aunque no lo es todo —sin innovación, sin un producto o servicio competitivo, nada es posible— si estas condiciones se cumplen, la productividad se convierte en un elemento imprescindible para escalar, competir y seguir innovando.
Pero, ¿cómo se puede incrementar la productividad de una organización?
Las limitaciones del modelo operativo y su escalabilidad
El primer paso es comprender las limitaciones de tu modelo operativo. Por ejemplo, si operas en el sector servicios —ya sea un bar, un dojo, una consultora o una panadería— tu productividad está condicionada por dos grandes restricciones.
En primer lugar, la capacidad física: el número de mesas disponibles en un bar, el tamaño del dojo, la panadería o la capacidad de la consultora para captar y atender clientes. En segundo lugar, el modelo operativo, que requiere recursos humanos en proporción a la demanda: más camareros para más mesas, más senseis para más alumnos, más panaderos para más clientes o más consultores para gestionar más proyectos.
La automatización no solo incrementa la velocidad, sino que permite reducir costes a largo plazo y escalar el negocio
Puedes escalar este negocio abriendo nuevas sucursales, nuevos locales o contratando más personal, pero este crecimiento será siempre lineal y solo permitirá beneficiarse de economías de escala. La productividad, en estos casos, difícilmente experimentará un crecimiento exponencial.
Por el contrario, si fabricas un producto y su demanda es elástica —es decir, aumenta cuando su precio baja— entonces reducir costes puede permitir un crecimiento significativo de la productividad. Esto es lo que han conseguido empresas como Google, AWS o Meta, que operan con márgenes netos en torno al 40%. Su clave es la capacidad de escalar sin que los costes aumenten en la misma proporción, permitiendo ofrecer servicios extremadamente complejos a costes prácticamente insignificantes.
Pero, más allá del modelo productivo y la elasticidad del mercado, ¿cómo se incrementa la productividad y cuáles son sus límites?
Dos grandes vías para incrementar la productividad
Existen dos grandes estrategias para mejorar la productividad. Cada una tiene sus límites, pero la segunda puede surgir como una evolución natural de la primera.
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Aumentar las capacidades del factor trabajo
Una forma evidente de incrementar la productividad es dotar a los trabajadores de herramientas que les permitan hacer más en menos tiempo. Si un camarero puede enviar los pedidos directamente a la cocina con un dispositivo electrónico, si una consultora utiliza ChatGPT para redactar informes preliminares, si una panadería incorpora un TPV ultrarrápido o si un dojo facilita vídeos explicativos para que los alumnos practiquen en casa, su productividad mejorará.
Ahora bien, este modelo tiene un techo claro: la capacidad humana. Un camarero, por muchas herramientas que tenga, debe seguir yendo a la mesa, hablando con los clientes y atendiéndolos personalmente. Un consultor puede agilizar ciertas tareas, pero no puede duplicarse. En la práctica, estos avances pueden proporcionar incrementos de productividad de entre un 30% y un 80%, dependiendo del tipo de trabajo.
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Automatizar para eliminar el límite humano
Si realmente queremos superar los límites del tiempo y la capacidad humana, es necesario automatizar. La automatización es lo que permite incrementar la productividad más allá del 100%. Cuando un restaurante sustituye a los camareros por un sistema de pedidos mediante código QR, todos los clientes pueden ordenar al mismo tiempo sin necesidad de interacción humana, y el personal puede centrarse en tareas de mayor valor, como ofrecer recomendaciones personalizadas.
En el caso de la consultoría, si las herramientas de IA pueden generar informes, analizar bases de datos o predecir tendencias financieras, la productividad de un consultor puede crecer exponencialmente. La clave es que la automatización no solo incrementa la velocidad, sino que permite reducir costes a largo plazo y escalar el negocio sin necesidad de contratar más personas.
Entre el incremento de capacidades y la automatización total, existe un terreno intermedio: la microautomatización. Se trata de automatizar parcialmente ciertas tareas para hacerlas más eficientes. Esto ocurre cuando un camarero usa un iPad para reducir tiempos de espera o cuando un consultor emplea herramientas de IA para extraer información relevante de artículos académicos. Esta microautomatización permite obtener beneficios importantes sin necesidad de replantear completamente la estructura operativa.
El impacto organizativo y estratégico de la automatización
Una diferencia fundamental entre aumentar capacidades y automatizar es que la primera estrategia puede implementarse sin grandes cambios organizativos, mientras que la segunda los requiere. Cuando automatizamos completamente una tarea, es necesario redefinir roles y procesos, y cuando automatizamos parcialmente, hay que gestionar la interacción entre humanos y máquinas.
Esta transición es clave para el crecimiento empresarial. Cuando una empresa mejora las capacidades de su personal, puede generar valor diferencial haciendo cosas que nadie más sabe hacer o haciéndolas mejor. Esto crea un pequeño monopolio temporal, hasta que otros adoptan la misma tecnología o metodología.
Es necesario estar dispuestos a cambiar, a probar y equivocarnos, a hacer las cosas de manera diferente y a hacer cosas diferentes
Por el contrario, cuando una empresa automatiza, no solo incrementa su eficiencia, sino que puede escalar su modelo de negocio y crear estándares de mercado. Esto permite aprovechar los efectos de red, como en el caso de WhatsApp, donde el valor de la plataforma crece a medida que más personas la utilizan. OpenAI se beneficia actualmente de estos efectos red, incrementando su cuota de mercado a pesar de que existen alternativas similares y a menudo más baratas.
Ninguno de estos cambios será posible sin una cultura de innovación y experimentación. Es necesario estar dispuestos a cambiar, a probar y a equivocarnos, a hacer las cosas de manera diferente y a hacer cosas diferentes. Una vez más, como decía Peter Drucker: "Culture eats strategy for breakfast".