Competitividad, proteccionismo y guerras comerciales

- Anwar Zibaoui
- Barcelona. Viernes, 28 de marzo de 2025. 05:30
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La creciente presión geopolítica sobre el comercio internacional está perturbando las cadenas de suministro y fragmentando la economía global. Estamos hablando de una crisis global que va desde continuas interrupciones en la cadena de suministro hasta rivalidades geopolíticas que se intensifican cada vez más. Los países del Mediterráneo se ven especialmente afectados por la creciente inestabilidad, el proteccionismo, las guerras comerciales, los populismos hostiles y los desastres naturales derivados del cambio climático.
Esta situación se agrava todavía más si tenemos en cuenta que muchos países de la región mediterránea continúan sufriendo las deficiencias de competitividad en términos de desequilibrios macroeconómicos, escaso acceso a la financiación, rígidos mercados laborales y un déficit de innovación. No olvidemos que la percepción de la reputación de un país competitivo, tanto a nivel interno como externo, tiene un impacto en la dinámica de las exportaciones, en el atractivo para inversiones extranjeras y en los flujos turísticos.
La persistencia de brechas en la competitividad dentro de las regiones está en el origen de las turbulencias que estamos viviendo hoy en día, y esto es un riesgo que condiciona el futuro. Los gobiernos deben actuar con decisión mediante la adopción de medidas a largo plazo para mejorar la competitividad y volver a la senda de un crecimiento sostenible.
Vivimos una crisis global que va desde continuas interrupciones en la cadena de suministro hasta rivalidades geopolíticas que van a más
Este contexto cada vez más competitivo exige establecer una hoja de ruta que permita impulsar una cooperación y una integración económica a largo plazo, además de proyectos capaces de garantizar su desarrollo y su ejecución. Pero esta nueva situación también obliga a profundizar en las relaciones económicas, así como redefinir el papel de gobiernos y empresas en el marco de una nueva asociación. Todo ello no será posible sin una acción más vigorosa y sinérgica entre actores políticos y económicos implicados en este proceso, una concreción de las prioridades más urgentes, y el impulso de reformas estructurales políticas y económicas para vertebrar todo el territorio.
Cuando las exportaciones disminuyen y los precios más bajos generan menores ganancias debido a la falta de calidad, la mejora de las habilidades y la actualización se vuelven obligatorias. Cuando la excelencia innovadora está aparcada bajo el paraguas del espíritu empresarial, la movilización nacional se convierte en una prioridad. La readaptación es el proceso de aprender nuevas habilidades para lograr nuevos desempeños. Hoy en día, en los mercados avanzados y globalmente competitivos, solo la mejora continua y la actualización de las habilidades crearán una ventaja competitiva.
Cuando las fábricas comienzan a tener grandes almacenes para inventarios no vendidos, cuando la producción se convierte en un producto básico y el precio un factor decisivo, la recalificación en la "creación de valor real" se vuelve obligatoria. Los clústeres de fabricación avanzada serán de gran ayuda, pero la comprensión de la expansión de las ofertas de valor con una producción excelente es un arte y la comercialización a 200 naciones, una ciencia.
La innovación y la digitalización son el camino para la competitividad y para el ascenso de una empresa, una nación o una región
La competitividad de un país se mide progresivamente por su potencial o creciente capacidad para exportar productos, bienes y servicios, es decir, para garantizar el equilibrio externo en el medio plazo. Una forma sencilla de aumentar la competitividad sería tener salarios y precios más bajos, aunque esta opción no sea la más deseable. Otra medida podría ser la restricción de las importaciones, aunque esta opción podría provocar represalias.
Ante esta disyuntiva, lo más efectivo sería convencer a los consumidores, tanto locales como internacionales, de las ventajas de sus productos y servicios. Para ello, la fórmula adecuada es la suma de innovación, productividad, formación continua, reputación y marca.
El futuro de las economías, las exportaciones, las cámaras de comercio, las asociaciones comerciales y el desarrollo económico de las pymes requieren debates regulares, abiertos y audaces. La competitividad es cada vez más acentuada en lo que concierne a la atracción de las inversiones, la conservación del nivel de la inversión nacional y la diversificación de las inversiones sectoriales y geográficas. Para hacer frente a este reto, es fundamental combatir activamente el proteccionismo a través de mecanismos claros, mejorar el acceso a la financiación, dinamizar la colaboración público-privada y proveer un marco para la cooperación en términos de I+D.
A esta competitividad cabe añadir una incertidumbre que se ha convertido en una amenaza global y que adquiere formas diferentes: la falta de información fácilmente accesible, un historial muy variable en lo que se refiere a la aplicación de las leyes relativas al comercio, o la proliferación de reglas que alienta a quebrantarlas a quienes se supone que deben velar por su cumplimiento. ¿Cuánto tiempo hace falta para crear una nueva empresa? ¿Para aplicar una legislación? ¿Para obtener un crédito bancario? ¿Para pasar la aduana?
Los países del Mediterráneo tienen una oportunidad única para mejorar sus economías, implicando a toda su población para afrontar los retos
En esta encrucijada en la que se encuentran actualmente las empresas no hay que olvidar tampoco la modernización del entorno económico y social. La inversión solo puede desarrollarse en el seno de un entorno favorable que garantice los medios necesarios y transparentes para una actividad rentable y de calidad. Ello implica la mejora continua de las infraestructuras y la revalorización del elemento humano, que constituyen los principales pilares del desarrollo y la modernización. Un factor clave es la diversificación de las economías. Al aumentar el comercio con el resto del mundo, aumentará la competitividad frente a la competencia de otras zonas económicas, Hace seis siglos, el destacado estadista y filósofo Ibn Jaldún escribió que «gracias al comercio con los extranjeros, las necesidades de la gente y los beneficios de los comerciantes, crece la riqueza de los países». La innovación y la digitalización son el camino para la competitividad y para el ascenso de una empresa, una nación o una región.
Muchas variables consiguen que un país inspire confianza: el estilo de vida, la sostenibilidad, su estabilidad, un sistema educativo de calidad, una economía estable, la innovación, el entorno político e institucional, la ética y la transparencia. Estos factores son los que distinguen tanto a los líderes más admirados como a las empresas y marcas que triunfan en todo el mundo. Ofrecer un entorno favorable consigue el respeto internacional.
La creación de infraestructuras y la ampliación del acceso a los servicios de base, especialmente educación, formación y sanidad, así como la lucha contra la pobreza y las exclusiones, potencia la competitividad de un país. Los países del Mediterráneo tienen ahora una oportunidad única para mejorar sus economías, implicando a toda su población para afrontar los retos presentes y futuros de crecimiento sostenible y creación de riqueza.