Consulten al mejor consejero del mundo
- Jordi Damià López
- Barcelona. Viernes, 10 de febrero de 2023. 05:30
- Tiempo de lectura: 2 minutos
Cómo mantener la credibilidad como directivo en un entorno que va a poner en duda en tiempo real cualquier decisión o propuesta que hagamos.
En El nombre de la rosa de Umberto Eco, Aristóteles juega un papel importantísimo en la trama del mismo (tranquilos, no hay spoiler), ya que en la Edad media sus enseñanzas eran tenidas como verdades cuasi absolutas. Cualquier opinión que se vertiese en contra de lo que había dicho, era considerada, aparte de ridícula, casi herética. El tiempo demostró que Aristóteles era un gran sabio, tal vez uno de los mejores pensadores de la historia, pero también se equivocó en algunas de sus afirmaciones.
Para cualquier director, manager, propietario, o profesional sería un sueño contar con un sabio que no se equivocase a la hora de decidir en su día a día. De paso, el mundo mejoraría ostensiblemente, sabiendo que cualquier decisión tomada, sería basándose en criterios certeros.
El hecho es que nunca habíamos estado tan cerca de esa situación, gracias a la Inteligencia Artificial (IA), pero eso también supone una gran controversia, ya que está provocando que cualquier propuesta, plan o acción que un directivo haga se compare con lo que sugiere la IA.
Imagínense la situación: un director general, un CEO o un director de marketing presentando su plan. Los responsables o colaboradores comparándolo con lo que sugiere ChatGPT, por ejemplo. Ahora mismo, el nivel de calidad de respuesta de la IA en cada uno de los ejemplos nombrados es elevadísimo, ya que ChatGPT parte de la premisa de tener en cuenta decenas de miles de ejemplos de buenas prácticas en cada uno de los temas de los que se le pregunta. Entonces, ¿Cómo puede cualquiera de los perfiles anteriormente indicados saber más que la IA? La respuesta es clara: no puede.
Alejandro Magno contó con Aristóteles para sus objetivos y no le fue mal
Esto provoca automáticamente que el nivel de calidad de cualquier profesional que tenga que tomar decisiones, deba mejorar de manera sustancial para garantizar que, como mínimo, alcanza el nivel de las mejores prácticas del mercado. Solo para igualarla, ya que para mejorarla, a los humanos solamente nos quedan cuatro palancas competitivas: el conocimiento del entorno general donde se toman las decisiones, el del entorno específico sobre el que tomar decisiones (la empresa, por ejemplo), la innovación que podemos desarrollar y por último, la implantación efectiva de acciones y soluciones. Aun así, estas mejoras competitivas de los humanos sobre la IA, durarán poco tiempo, ya que cada vez más esta tendrá en cuenta muchísima más información del entorno que cualquiera para tomar decisiones. A medida que las organizaciones trabajen con más y más información estructurada, la IA será capaz de interpretarla y tener una visión del estado de la empresa mucho mejor que la de cualquier humano. En cuanto a la innovación, la IA gracias a su capacidad para analizar posibilidades, no solo de nuestro sector sino de múltiples, así como su capacidad para entender que quiere el cliente, será mucho más efectiva proponiendo innovaciones. Lo único que nos quedará, entonces, es nuestra aptitud para implementarlas.
A lo largo de la historia -frente a una oportunidad de mejora de gestión de este tipo- siempre han aparecido los que apuestan por la gestión intuitiva, los que ponen en duda los datos, o simplemente los que cuestionan cualquier innovación. Inexorablemente, la toma de decisiones, basada en datos, se ha ido imponiendo en todos los ámbitos de nuestra vida.
Así pues, ahora tenemos la oportunidad de tener a nuestro lado el mejor consejero del mundo, y les invito a que lo utilicen a partir de la lectura de este artículo. Para cualquier plan que deban proponer, consúltenlo con ChatGPT. Si lo hacen, los buenos directivos comprobarán asombrados el increíble grado de coincidencia, los malos, lo mucho que les queda por aprender y a los que aún no saben que son malos, les salvará de pasar situaciones bochornosas.
Alejandro Magno contó con Aristóteles para sus objetivos y no le fue mal. A ustedes tampoco sí lo hacen con el mejor consejero del mundo.