Elon Musk argumentó que compró Twitter como una acción social, como un regalo a la humanidad para garantizar la existencia de una aplicación que permita la transmisión del pensamiento libre (sea lo que sea eso), pero también como una oportunidad de negocio pensando que mediante la reducción de costes y mejorando su oferta de valor, mejorarían sensiblemente sus ingresos por publicidad, con lo que el margen obtenido permitiría recuperar la gran inversión realizada.

La realidad es que los costes los consiguió reducir, pero, a día de hoy, no cubren el 50% de la reducción de ingresos en publicidad que se estima que ha padecido Twitter desde que Musk la adquirió y tampoco el modelo Premium está supliendo la pérdida de ingresos, por lo que parece buscar la rentabilidad de la plataforma en una modalidad de suscripción para todos los usuarios. En este punto aparece la gran pregunta sobre cuánto estaríamos dispuestos a gastar por usar Twitter (hoy llamada X), cuan fieles seríamos a la plataforma si tuviésemos que pagar por utilizarla.

Cuando un fabricante de un producto o servicio se plantea el cobro del mismo, siempre tiene tendencia a sobredimensionar el valor que ofrece y, por lo tanto, el precio que se debería pagar por su uso. En el caso de las redes sociales la pregunta del valor es incluso más oportuna. Podríamos decir que nos ofrecen información actualizada, pero eso ya lo hacen los medios de comunicación digitales, que nos añaden puntos de vista independientes y diferentes. Sin embargo, en la práctica los tweets responden a personas afines a nuestra forma de pensar, o que nos permite dar nuestros puntos de vista al mundo, pero quien los ve suelen ser los que ya comulgan con nosotros, y tal vez estos dos últimos puntos sean la clave: Twitter en realidad nos otorga la satisfacción de comprobar que hay muchos otros que piensan como nosotros, y nos permite la satisfacción de poder responder a opiniones contrarias, en definitiva nos regala actualmente nuestra dosis de dopamina diaria.

¿Estarán los usuarios dispuestos a pagar por ello?, ¿se mantendrán fieles a la plataforma en caso en que aparezca otra de características similares gratuita? (como Xattering, por ejemplo). La historia de las redes sociales, nos dice que el usuario de las mismas es muy, muy infiel (caso de Instagram a TikTok) que lo que más le atrae son aquellas que ofrecen estimulo inmediato y con mucho contenido (TikTok), y aquellas que ofrecen mas recompensa al ego a base de likes (Instagram, Tinder o Twitter). Lo único cierto es que no lo sabemos, no conocemos todavía con exactitud cuáles son las palancas del éxito de una red social —algunas sí, como las anteriormente citadas—, pero no podemos poner precio exacto a su uso.

En todo caso está siendo muy interesante observar como disponiendo de tantísima información sobre gustos y preferencias de cientos de millones de personas cuesta tanto acertar a la hora de poner precio al servicio. Será tal vez porque el valor que ofrece para los usuarios es demasiado intangible. En todo caso, lo que es seguro es que esta situación hará que Musk, busque alternativas de valor que acabarán aportando nuevos modelos de productos o servicios en las redes sociales.