En marzo de 2024 se cumplieron cuatro años desde el inicio de la pandemia. Tanto la economía catalana como la española en conjunto registraron en 2023 niveles de actividad, medidos por el PIB a precios constantes, que superan con creces los del 2019. Un 2,6% por encima en el caso de Catalunya (según Idescat) y un 2,5% en el Estado (según INE). El peso de Catalunya en el PIB español prácticamente no ha cambiado entre estas dos fechas (un 19% con datos del INE). De hecho, este peso se ha mantenido bastante estable desde principios de siglo, fluctuando alguna décima al alza o a la baja.

Los patrones de evolución a las dos economías son también similares, pero con algunos matices importantes. En primer lugar, el conjunto de la economía española ha creado más empleo, medido en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, superando en 2023 en un 7,3% los valores registrados en 2019, mientras que en la economía catalana este mismo indicador de ocupación ha crecido un 2,1%. Como consecuencia, la productividad, medida en términos de PIB por puesto de trabajo a tiempo completo ha aumentado más en la economía catalana que en la española, durante este mismo periodo (Idescat no proporciona datos de productividad por hora trabajada y los datos de la Contabilidad Regional del INE no llegan a 2023).

Si elevamos la perspectiva y comparamos las evoluciones del PIB, el empleo y la productividad en las dos zonas desde 2007, año que marca el final del periodo expansivo anterior a la Gran Recesión, observamos un patrón similar: un crecimiento acumulado muy parecido en términos de PIB real hasta 2023 (10,5% en Catalunya y 10,2% en el Estado), con un mejor comportamiento en términos de productividad por puesto de trabajo equivalente y moderadamente menos dinámico en términos de empleo total en la economía catalana en comparación con la española —el 2023 Catalunya no había recuperado todavía el número de puestos de trabajo a tiempo completo registrados en 2007, mientras que la economía española a penas superaba este listón en un 1,5%.

La economía catalana tiende a generar más puestos de trabajo en proporción a su población activa que la española en conjunto y, por lo tanto, registra una tasa de paro inferior

Si en vez de las variaciones a lo largo del tiempo, nos fijamos en los niveles relativos entre las dos economías, el primer factor que destaca es un valor del PIB por puesto de trabajo a tiempo completo que es un 11,2% superior en Catalunya en comparación con la media española, con datos del 2023 —superando el 6,9% registrado en el 2019—. El diferencial en términos de PIB per cápita en favor de Catalunya es todavía superior: un 21,4% en el 2023 (utilizando siempre los datos que proporciona Idescat para Catalunya y el INE para España). La explicación del gap entre estos dos diferenciales —PIB por puesto de trabajo equivalente y PIB per cápita— reside en el hecho de que la economía catalana hace un uso más intensivo de la capacidad de trabajo disponible, con unas tasas de empleo (personas ocupadas como porcentaje de las activas) y de actividad (personas activas como porcentaje de la población en edad de trabajar) superiores a las registradas a la economía española. En conclusión: la economía catalana tiende a generar más puestos de trabajo en proporción a su población activa que la española en conjunto y, en correspondencia con este hecho, registra una tasa de paro inferior.

Por otra parte, entre 2019 y 2023 la población total en Catalunya ha aumentado un 3,8%, por un 2,7% en España. Y si elevamos la perspectiva y tomamos como punto de comparación el periodo 2007-2023, observamos la misma pauta: un aumento demográfico en Catalunya que supera con creces el observado en el conjunto del Estado. En el caso de Catalunya el crecimiento demográfico a lo largo del periodo 2007-2023 ha sido muy similar al del PIB real, de manera que el PIB per cápita se ha mantenido prácticamente estacionario. Mientras que en el caso de la economía española, con un menor impacto de la inmigración, el aumento acumulado del PIB per cápita a lo largo del mismo periodo es moderadamente positivo. Hace falta matizar que la evolución del PIB per cápita se analiza tomando como punto de comparación el pico de la expansión previa a la crisis de 2008 y, por lo tanto, a partir de unos valores iniciales superiores a la tendencia de largo termine. Si la comparativa se hace desde el 2000, con la integración en la UEM, el PIB per cápita habría aumentado en términos reales un 10,9% acumulado en Catalunya en 2023 y un 17,1% en el Estado.

Tanto Catalunya como el conjunto de España tienen patrones intensivos en la utilización de trabajo poco o medianamente cualificado

¿Se puede deducir de estas cifras un menor dinamismo de la economía catalana en comparación con la española en conjunto? No necesariamente: la economía catalana es más eficiente a la hora de proporcionar empleo a su población activa, y muestra un mayor crecimiento del PIB por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo. La cara más negativa del patrón de evolución de la economía española, comparado con el catalán, es una tasa de paro sistemáticamente más elevada, mientras que el aspecto débil del patrón catalán comparado con el español sería una ralentización más acentuada en el crecimiento del PIB per cápita, como contrapartida al mayor crecimiento demográfico. Hay que subrayar que esta comparativa magnifica las diferencias entre las dos economías: en realidad, los patrones de crecimiento de las economías catalana y española son bastante similares entre sí cuando se comparan con los dominantes en el centro y norte de Europa. En ambos casos se trata de patrones intensivos en la utilización de trabajo poco o medianamente cualificado, en consonancia con un modelo productivo no muy diferente con respecto al peso de las actividades de servicios con menos valor añadido. El diferencial positivo en términos de productividad del trabajo en favor de Catalunya se explica en buena parte por el mayor peso relativo de las manufacturas y de algunas ramas de los servicios intensivas en conocimiento y tecnología.

Los modelos productivos no cambian por decisión política, aunque la política influye, sino que se transforman a medida que las condiciones que les dan apoyo cambian. En un mundo inmerso en procesos profundos de cambio demográfico, tecnológico y climático, el terreno de juego cambia rápidamente. El principal factor que determinará el reposicionamiento de los diferentes países en la división internacional del trabajo es y será, cada vez más, la capacidad para absorber, generar y difundir el progreso técnico y científico hacia el conjunto del tejido productivo.

Las políticas públicas tendrían que contribuir a esta transformación priorizando el aumento del PIB per cápita por la vía de mejorar la productividad, alcanzando y preservando el pleno empleo y garantizando una distribución más equitativa de los recursos generados. Más allá del PIB, los gobiernos también tendrían que tener cada vez más en cuenta medidas del bienestar y de la sostenibilidad, representativas de los valores ampliamente compartidos en sociedades altamente desarrolladas. Para hacer realidad esta transformación es más efectivo facilitar la emergencia de nuevas actividades industriales y de servicios intensivas en conocimiento y comerciables en los mercados internacionales, que fijarse como objetivo reducir el peso de los sectores que aportan menos valor añadido, pero que también generan más empleo. El protagonismo creciente en Catalunya de iniciativas empresariales y públicas con un elevado contenido creativo, científico y tecnológico indica que la economía catalana va por el buen camino, y que a medida que estas iniciativas vayan alcanzando una mayor demasiado crítica tendrán efectos tractores cada vez más importantes sobre el conjunto del tejido económico. En este sentido, las referencias comparativas más relevantes tendrían que ser las regiones y países más avanzados de Europa.