Los unicornios no son solo aquellos animales míticos con forma de caballo y llenos de luz; también son startups que alcanzan una capitalización igual o superior a 1.000 millones de dólares.

Os preguntaréis por qué son importantes, más allá de la curiosidad de la cifra que los hace extraordinarios. Si observamos la economía europea y la comparamos con la americana, veremos que la productividad, el grado de digitalización de las empresas y la introducción de nuevas tecnologías son similares en una gran mayoría de empresas. Sin embargo, cuando analizamos la economía en conjunto, las diferencias son notables y cada vez más acentuadas. ¿Por qué existe esta aparente contradicción? La clave de la diferencia es el sector digital, que en Europa es casi inexistente.

Los unicornios estadounidenses provienen de las mejores empresas tecnológicas, de las mejores universidades y de las fuerzas armadas israelíes

Si analizamos las empresas líderes de una y otra economía, veremos que en Europa han cambiado muy poco en las últimas décadas, mientras que en Estados Unidos han emergido gigantes como Google, Meta, Amazon, Apple o Nvidia. Estas empresas, hace unas décadas, o bien no existían o bien eran insignificantes. El dinamismo del sector digital y el ecosistema emprendedor explican la divergencia entre ambas orillas del Atlántico.

Esta diferencia se manifiesta plenamente en la generación de unicornios. Muchas startups fracasarán o no llegarán a ningún lado, pero algunas renovarán la economía y convertirán regiones enteras en cunas de la nueva economía. Estas son las startups que marcan la diferencia.

Pero, ¿de dónde vienen los unicornios?

Esta es una pregunta fundamental, ya que estas empresas pueden determinar la prosperidad o la decadencia de una economía. Un reciente estudio de Stanford GSB Venture Capital intenta arrojar luz sobre este fenómeno.

Los resultados son reveladores y rompen con la idea romántica del self-made entrepreneur y del dropout que se convierte en millonario. No, el típico fundador de un unicornio no se parece mucho a Jensen Huang (Nvidia), que lavaba platos en Denny’s, ni a Steve Jobs, que dormía en los pasillos de la universidad, ni a Bill Gates, que abandonó los estudios. Más bien ocurre todo lo contrario.

Los unicornios estadounidenses provienen de las mejores empresas tecnológicas, de las mejores universidades y de las fuerzas armadas israelíes (IDF). Según el estudio, en una muestra de 1.100 startups con Venture Capital estadounidense (1997-2021), los lugares de origen de los fundadores de unicornios son:

  • Google: 96 fundadores
  • Microsoft: 64 fundadores
  • Stanford: 43 fundadores
  • Fuerzas Armadas de Israel (IDF): 42 fundadores
  • IBM: 40 fundadores
  • MIT: 37 fundadores
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También se desmonta otro mito: la idea de que muchos fundadores provienen del management. La realidad es que las posiciones más habituales de los fundadores de unicornios son: científico, I+D, tecnólogo, ingeniero de software, CTO (Chief Technology Officer) y desarrollador de software. Aun así, el segundo perfil más común es el de CEO.

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Un tercer mito a desmentir es el del emprendedor en serie. Muchos creen que los fundadores de unicornios han creado varias empresas antes de alcanzar el éxito, pero la realidad es diferente: para la mayoría, esta es su primera empresa. Solo una pequeña parte había creado una o dos empresas previamente, y aún menos tres o más.

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Estos resultados son fundamentales para redefinir las estrategias de innovación en Europa. Si queremos generar unicornios tecnológicos y revertir el déficit de productividad que amenaza a Europa con la pérdida de relevancia económica, es necesario estructurar las políticas de innovación. Ahora mismo, la captura de valor global está en manos de Estados Unidos y China.

Las empresas y universidades 'top' generan los unicornios que marcan la diferencia, hecho totalmente opuesto al "café para todos" europeo

Los datos son claros: las empresas y universidades top generan los unicornios que marcan la diferencia. Este hecho es totalmente opuesto a la estrategia de "café para todos" que predomina en las políticas científicas y de innovación en Europa. Situarse en la cola de la distribución no generará los unicornios que podrían transformar nuestra economía.

Europa tiene una decisión que tomar: seguir dejando el liderazgo tecnológico en manos de otros o apostar firmemente por la creación de un ecosistema capaz de generar los futuros unicornios.