En el mundo de la alta tecnología, los avances reales son difíciles de conseguir y aún más difíciles de implementar a gran escala. Sin embargo, China y Rusia perfeccionaron un método alternativo para aparentar innovación sin necesidad de desarrollar tecnología punta: la propaganda científica. Un ejemplo reciente de esta estrategia es un supuesto avance en simulaciones computacionales que, según investigadores chinos, habría logrado una mejora de 800 veces en la velocidad de procesamiento gracias a una optimización en el uso de tarjetas gráficas de Nvidia. Pero, como suele suceder con estos anuncios grandilocuentes, un análisis detallado revela que las afirmaciones no se sostienen y forman parte de una narrativa más amplia de propaganda geopolítica.

Para entender la magnitud de esta exageración, imaginemos que estamos tratando de hacer un dibujo digital de un edificio con miles de detalles, como grietas en las paredes y texturas de los ladrillos. Si la computadora que usamos es lenta, el proceso puede demorar horas o días. Ahora, supongamos que encontramos una manera más eficiente de hacer los cálculos, permitiendo que la computadora termine el dibujo en minutos en lugar de horas. Esa es la idea básica detrás de este supuesto avance chino. Lo que estos investigadores afirman es que lograron una mejora de 800 veces en la velocidad de simulaciones de materiales que se desgastan y se rompen, usando tecnología CUDA de Nvidia para distribuir los cálculos de manera más eficiente. Suena impresionante, pero hay razones de peso para dudar de la veracidad de estas afirmaciones.

La estrategia de China y Rusia es clara: inflar sus logros tecnológicos para dar la impresión de que pueden avanzar sin depender de Occidente

Primero, una mejora de 800 veces en el rendimiento computacional es prácticamente inalcanzable en el mundo real. Las optimizaciones de software mejoran la eficiencia, pero en la mayoría de los casos los saltos en velocidad se miden en porcentajes o en factores de dos o tres veces como mucho. Cuando se presentan cifras tan desproporcionadas, es probable que la comparación sea engañosa: quizás se haya hecho con una versión intencionalmente ineficiente para que el nuevo método parezca revolucionario. Si realmente se hubiera logrado semejante mejora, la industria entera de la simulación por computadora cambiaría de la noche a la mañana, y hasta ahora no hay ninguna señal de que esto esté ocurriendo.

En segundo lugar, la falta de validación externa es otra señal de alerta. Los resultados fueron publicados en una revista china sin revisiones de expertos occidentales ni verificaciones independientes. En el mundo científico, los avances legítimos son replicados y confirmados por otros investigadores, algo que en este caso no ha sucedido. Además, la investigación se realizó en una tarjeta gráfica Nvidia RTX 4070, lo que sugiere que la optimización fue hecha específicamente para ese hardware, sin pruebas en otros dispositivos. Si el supuesto avance dependiera de condiciones tan específicas, su utilidad sería mucho menor de lo que se quiere hacer creer.

Pero más allá de los problemas técnicos, lo que realmente destaca en este anuncio es su trasfondo geopolítico. China y Rusia enfrentan una barrera infranqueable en el desarrollo de tecnología avanzada debido a las restricciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados. La prohibición a las exportaciones de chips avanzados dejó a estos países sin acceso a la infraestructura necesaria para competir en el sector de la inteligencia artificial y la computación de alto rendimiento. Ante esta realidad, la estrategia es clara: inflar sus logros tecnológicos para dar la impresión de que pueden avanzar sin depender de Occidente. No es casualidad que el anuncio incluya una referencia a cómo este “avance” reduciría la dependencia de China y Rusia de la tecnología occidental, reforzando la idea de que el objetivo no es solo científico, sino propagandístico.

El hecho de que dependan de tarjetas gráficas de Nvidia para sus investigaciones demuestra que no han logrado independizarse tecnológicamente

Lo que ocurre es parte de una estrategia más amplia. China, por ejemplo, intentó el desarrollo de sus propios chips avanzados sin éxito real. Sus empresas produjeron algunos modelos que, en términos de marketing, parecen competir con los de Nvidia o AMD, pero en la práctica son inferiores y no pueden fabricarse en masa debido a la falta de acceso a equipos de litografía avanzada. Rusia, por su parte, quedó aún más rezagada, y sus intentos de desarrollar procesadores propios han sido un fracaso absoluto. Dado este escenario, la única opción que les queda es fabricar relatos de éxito que, al menos dentro de sus propios países, puedan ser presentados como señales de autosuficiencia tecnológica.

En última instancia, este supuesto avance en simulaciones computacionales es solo otro ejemplo de la brecha entre la propaganda y la realidad en China y Rusia. Si bien es cierto que pueden hacer algunos progresos en áreas específicas, el hecho de que dependan de tarjetas gráficas de Nvidia para sus investigaciones demuestra que no han logrado independizarse tecnológicamente. La verdadera supremacía tecnológica no se obtiene con titulares exagerados, sino con innovación real, acceso a los mejores chips y la capacidad de producción en masa. Y en esos aspectos, China y Rusia siguen muy por detrás de Occidente.

Las cosas como son.