La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) se ha convertido, en las últimas semanas, en el principal objetivo de los cantos de sirena del BBVA y el Sabadell. No parece que a su presidenta, la temperamental Cani Fernández, le importe mucho, pero los mensajes cruzados de si la opa tiene que ir a fase 2 o no se han sucedido, ya que es muy importante para el éxito de la operación: si se aprueba en fase 1, querrá decir que tiene poco que decir y la opa podrá llegar a los accionistas pronto; en caso contrario, se alargará unos cuantos meses más y, además, avistará unas condiciones más duras para la operación.

Carlos Torres, presidente del BBVA, reiteró el jueves que se tiene que resolver en primera fase, como la de CaixaBank, quiso añadir, pues la comparación con la fusión CaixaBank-Bankia es constante porque las cuotas de mercado globales que sumaban no son tan distintas. Torres incluso quiso aclarar, por si acaso, que si iba a fase 2 no renunciarían a la operación, que la harían igualmente. En el Sabadell, en cambio, no tienen dudas de que tiene que ir a fase 2. Para ellos, no es comparable con la fusión CaixaBank-Bankia porque en la de BBVA-Sabadell, hay regiones, como Catalunya, donde la concentración es muy alta, especialmente en el segmento pymes. En todo caso, saldremos de dudas sobre si se aprueba en fase 1 o pasa a 2 en un par de semanas.

La CNMC se ha convertido en el principal objetivo de los cantos de sirena del BBVA y el Sabadell; su decisión es clave para la opa

Que es un trámite clave, pues, es evidente, tanto como el hecho de que las autoridades de la competencia van a la suya. La CNMC lo ha mostrado recientemente, cuando sus condiciones han hecho abortar la gran operación del mundo de la publicidad exterior: la compra de Clear Channel en España por parte del grupo francés JCDecaux. No le importó que hubiera una gran compañía detrás: detectó que la operación daba lugar a una situación próxima al monopolio y le impuso unos requisitos que la hicieron descarrilar.

Encontramos otros casos recientes. El más llamativo es el de la fusión de Iberia y Air Europa, que después de casi cinco años, cinco, de negociaciones y trámites, a principios de agosto, el grupo IAG, propietario de Iberia, anunció que lo dejaba definitivamente. El motivo era que los remedías propuestos por IAG –recordemos, después de años de negociaciones–, eran insuficientes para las autoridades de la competencia, en este caso europeas, que querían más.

En esta operación, muy sonada, ni la CNMC ni su homólogo europeo priorizaron aquello de tener un "campeón nacional", sino que se ciñeron a su trabajo a pesar de las presiones. Era evidente que el objetivo del grupo era eliminar a un rival directo de Iberia, pues Air Europa competía en muchas rutas en España, Europa y Latinoamérica. No era sumar complementariedades, era simplemente quedarse un mercado que se repartían para ella sola. Por lo tanto, se le exigía que cediera las rutas donde la competencia se veía reducida significativamente. La consecuencia fue que para tener otro competidor, ya no le salía a cuenta la compra.

Ya hemos visto cómo Competencia ha hecho descarrilar otras concentraciones, pero cada operación es distinta. Eso sí, es un aviso a navegantes

Hemos tenido otro caso que se ha resuelto en otra dirección, acabó bien, pero con cesión de negocio. Es el de la fusión de Orange y MásMóvil. La operación daba lugar a un nuevo líder, por lo cual, Competencia hizo su trabajo y le puso unas condiciones, como la venta del espectro de la antigua Yoigo a Digi y un acuerdo de roaming con la misma compañía. Por lo tanto, fortalecieron a uno de sus grandes rivales emergentes, pero de esta manera el mercado no se concentraba tanto.

No pretendo comparar estas operaciones con la compra del Sabadell por parte del BBVA. Los bancos, de entrada, no pueden ceder negocio, como las aerolíneas, ya que los clientes son libres de trabajar con las entidades que quieran. Tampoco pueden ceder infraestructura, como las empresas de telecomunicaciones. Los remedías, pues, son más complicados.

Sin embargo, la semana pasada, a raíz de la noticia del freno a la compra de Clear Channel por parte de JCDecaux, algunos corrieron a comparar y prever que el BBVA ya se puede ir preparando para lo peor. Tampoco es eso. Ya hemos visto que las operaciones son distintas, pero sí que es un aviso a navegantes. Les envía un mensaje, dice "dejadme en paz", los explica que tiene que hacer su trabajo y que, cuando lo acabe, no le temblará el pulso, cómo no le ha temblado en otras ocasiones, para decidir lo que más convenga al mercado.