En medio de la creciente crisis del calentamiento global, la presión sobre sectores clave como el transporte aéreo alcanza niveles críticos. Si bien los esfuerzos por reducir las emisiones son evidentes, la realidad es que el sector aéreo se presenta como uno de los más difíciles de descarbonizar. Ante esta encrucijada, la pregunta es inevitable: ¿podemos permitirnos esperar décadas para soluciones que tal vez no garanticen una reducción real de las emisiones? En un reciente encuentro empresarial sobre sostenibilidad organizado por EADA, expertos destacaron que las medidas aisladas contra el cambio climático no son suficientes. Subrayaron la importancia de un cambio sistémico profundo y la activación de palancas para impulsar cambios cruciales de forma inmediata.

Hace algunos meses, la Comisión TRAN de Transportes y Turismo del Parlamento Europeo presentó el informe Aviación eléctrica: una solución para los vuelos de corto y medio alcance. El documento analiza los principales retos sobre el futuro de la aviación eléctrica. Según se recoge en el documento, la aviación eléctrica e híbrida para vuelos de corto y medio alcance podría ofrecer un modelo totalmente nuevo de servicios de transporte aéreo, creando simultáneamente efectos secundarios positivos como una red viable de movilidad aérea urbana y regional y el liderazgo industrial continuo de Europa en la transición hacia la neutralidad climática.

Por desgracia, este informe y otros similares excluyen del análisis los vuelos de larga distancia, vuelos que son precisamente los responsables de aproximadamente el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria aérea. La concepción sistémica de esta exclusión, que merece un cuestionamiento serio, sostiene que el modelo actual de negocio del transporte aéreo sería el único viable y aceptable por el mercado: volar de un punto a otro en el menor tiempo posible —sin paradas—, con aviones relativamente grandes y llenos de pasajeros para ofrecer tarifas económicas. En definitiva, en muchos estudios se parte del dogma que reemplazar aviones de queroseno por aviones eléctricos, manteniendo el mismo modelo de negocio y, aún más crucial, el paradigma mental de los viajeros, resulta, según esta concepción, inviable, tanto técnica como económicamente.

Con la tecnología actual de baterías recargables y aviones de pasajeros eléctricos, son viables muchas rutas de largo recorrido. Pero los vuelos durarían el doble para parar a recargar las baterías

Pero eso debería ser cuestionado. Recientemente, el Journal of Transport Geography, una de las principales revistas académicas en el ámbito del transporte, publicó una investigación que consideramos relevante para la industria de la aviación y la lucha contra el calentamiento global. Esta investigación, en la que participó el autor de este artículo, junto con otros expertos en transporte aéreo, revela que con la tecnología actual de baterías recargables y aviones de pasajeros eléctricos, son en realidad viables muchas rutas de largo recorrido desde el punto de vista económico y técnico, con costes por pasajero por debajo de las medias actuales. No obstante, esta solución enfrenta desafíos significativos.

Uno de los principales desafíos radica en el considerablemente mayor tiempo de vuelo asociado con el uso de aviones eléctricos. Debido a la necesidad de paradas para recargar las baterías con la capacidad y peso actuales, los vuelos podrían durar más del doble en comparación con los vuelos realizados con aviones convencionales. A un precio de billete similar, e incluso menor, un silencioso y tranquilo vuelo eléctrico de Sabadell a Helsinki se completaría en ocho horas en lugar de cuatro. ¿Hay viajeros que estarían dispuestos a aceptar el reto? Si así fuera, estaríamos ante una potencial palanca capaz de desencadenar una transformación profunda en la forma en que nos relacionamos con el transporte aéreo y en la estructura del modelo de negocio de esta industria. ¿La viabilidad de los vuelos eléctricos generará una actitud más consciente y sostenible entre los viajeros hacia los vuelos de largo recorrido? ¿Estarían dispuestos los pasajeros a viajar con más calma, haciendo más escalas, a cambio de contribuir al cuidado del medio ambiente?

¿Podrían aeropuertos como Reus, Sabadell, Girona, Alguaire, emerger como nuevos hubs para la aviación sostenible, aliviando la congestión de El Prat?

¿Podrían surgir nuevas oportunidades de negocio centradas en vuelos más sostenibles? ¿Podrían aeropuertos como Reus, Sabadell, Girona, Alguaire, emerger como nuevos hubs para la aviación sostenible, aliviando la congestión en aeropuertos como El Prat, ya muy saturados? En este modelo, el aeropuerto de Reus emerge como una parada estratégica de recarga para rutas tan demandadas como Madrid-Estambul o Madrid-Dubái, mientras que Girona sería idóneo para vuelos eléctricos de Madrid a Frankfurt o Varsovia.

El estudio plantea esperanzas para soluciones sostenibles en la aviación y la mitigación del cambio climático. La posibilidad de vuelos eléctricos podría impulsar un cambio transformador hacia un futuro más limpio y sostenible. Esto implica no solo un cambio en el modelo de negocio, sino también un cambio sistémico en nuestra percepción de la necesidad de vuelos rápidos, económicos y directos.