El pasado 27 de junio se presentó en la Casa Llotja de Mar la edición correspondente al 2023 de la Memòria Econòmica de Catalunya del Consell de Cambres de Catalunya, dirigida por Carme Poveda, directora de análisis económico de la Cambra de Barcelona (consultable https://cambrabcn.org/estudis/). Se trata de la publicación de referencia que desde hace 59 años permite tomar el pulso anualmente a la economía catalana. Como cada año, incluye un conjunto de artículos en torno a un tema monográfico, que en esta edición hace referencia a los retos y oportunidades asociados con la crisis climática. Estos artículos están escritos por especialistas destacados, y las materias tratadas van desde la gestión del agua a la situación y retos de despliegue de las energías renovables, pasando por el impacto distributivo de la transición energética, los retos de la movilidad sostenible o la percepción empresarial sobre estas cuestiones. También se incluyen artículos específicos sobre la transición hídrica, climática y energética en las cuatro demarcaciones que cubre la Memòria: Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona.

Como se explica con detalle en el informe económico que constituye el cuerpo de la publicación, durante 2023 Catalunya registró un crecimiento del PIB del 2,6% con relación al año anterior, por encima de los EE.UU. y del conjunto de la economía española (2,5% en ambos casos) y muy por encima del 0,4% en el conjunto de la zona del euro. Si la comparación se hace tomando como base el último trimestre de 2019, justo antes de la pandemia, el primer trimestre de 2024 el PIB catalán se situaba un 5,9% por encima, superando los valores alcanzados en el conjunto de la economía española (3,7%) y de la zona del euro (3,4%).

Detrás de este significativo avance, encontramos, en primer lugar, un importante impulso demográfico que ha hecho que Catalunya superara la barrera de los 8 millones de habitantes a principios de 2024. Hay que tener en cuenta que desde el año 2016 la contribución de la población autóctona al crecimiento demográfico es prácticamente nula o incluso negativa, de manera que todo el aumento se debe a la inmigración. Solo en los últimos dos años se han incorporado al país un cuarto de millón de personas recién llegadas. Como consecuencia, el porcentaje que representan las personas ocupadas con nacionalidad extranjera sobre el total en Catalunya ha pasado del 15% en el 2019 al 20% en el 2023. En el conjunto del Estado se ha pasado del 12% al 14% en el mismo periodo y en la zona del euro del 10% al 11%. Dicho de otra manera: el número de personas ocupadas extranjeras ha aumentado un 42,5% en Catalunya entre 2019 y 2023, muy por encima del 26,1% registrado en el conjunto del Estado o del 18,6% en la zona del euro.

Desde 2016, la contribución de la población autóctona al crecimiento demográfico es nula o incluso negativa

Si nos fijamos en los componentes que explican la evolución del PIB entre finales de 2019 y principios de 2024, por el lado de la demanda se observa que la principal contribución positiva la aporta el saldo con el extranjero, que aporta un 4,0% del 5,9% de crecimiento total a lo largo de este periodo. Por el lado de la oferta, el conjunto de los servicios son la única de las grandes ramas de actividad que muestran un avance positivo, del 9,0%. Mientras que el volumen de actividad en la industria justo ha recuperado los niveles de 2019 y la construcción todavía se sitúa un 8% por debajo. Tras estas cifras, encontramos, en primer lugar, el fuerte impulso de la demanda turística, que en 2023 llegó a los 25,8 millones de viajeros alojados en establecimientos turísticos, unos 800.000 más que en 2019 y con perspectivas de superar esta cifra en 2024. Estas buenas cifras se reflejan en un saldo con el extranjero que ha llegado a superar el 10% del PIB catalán en 2023, un máximo histórico en lo que llevamos de siglo. Las exportaciones de bienes también han contribuido positivamente a este resultado, superando la barrera de los 100.000 millones en 2023, con un extraordinario crecimiento del 25% desde 2021 pero hay que tener en cuenta que una parte importante de este buen resultado se explica por la evolución alcista del turismo, que ha alcanzado cifras récord.

En coherencia con las fuentes que explican el crecimiento por el lado de la demanda y de la oferta, el grupo de actividades que más aumentan el empleo en 2023 (según el EPA) son comercio, transporte y hostelería, con más de 75.000 personas, seguidas de otras actividades administrativas, técnicas y profesionales de servicios a las personas y a las empresas, incluyendo los servicios públicos (más de 44.000 personas). De hecho, desde el punto de vista de la demanda, la variable denominada "consumo público", que agrupa la sanidad, la educación, y los servicios sociales y administrativos financiados por el sector público, aporta un 2,5% al 5,9% al crecimiento del PIB catalán entre finales de 2019 y principios de 2024. Si nos fijamos en los pesos que representan los diferentes grupos de actividad, la industria ha pasado del 18% al 17%, mientras que administración pública, sanidad y educación ganan algunas décimas para situarse cerca del 21% —ambas ramas por debajo del 28% que representa la suma del comercio, el transporte y la hostelería.

El motor turístico no podrá seguir creciendo indefinidamente en volumen y lo tendrá que hacer en valor, servicio y profesionalización

En conjunto, la imagen global que se desprende de todas estas cifras es la de una economía con un patrón de crecimiento dual. En primer lugar, un patrón intensivo en trabajo de media y baja calificación, aprovechando la disponibilidad de mano de obra inmigrada dispuesta a ocupar los puestos de trabajo que no quieren o pueden asumir los autóctonos —principalmente en la agricultura, el comercio, la construcción y la hostelería—. Pero también se observa en paralelo un segundo patrón, este más intensivo en capital humano, centrado principalmente en actividades profesionales, técnicas y administrativas en los sectores público y privado. La industria, a pesar de perder peso en el empleo, mantiene relativamente estable su participación en el PIB total, gracias a los aumentos en la productividad, mientras que las actividades más intensivas en ciencia y tecnología también avanzan, pero desde una base inicial baja.

De cara al futuro, el motor turístico no podrá seguir creciendo indefinidamente en volumen y lo tendrá que hacer en valor, servicio y profesionalización. Por su parte, el sector público se verá limitado por las necesidades de ajustarse a los compromisos de consolidación fiscal que marca Europa. Por lo tanto, el único patrón de crecimiento sostenible a largo plazo es el impulsado por la inversión en capital humano, industrial y tecnológico —especialmente en activos intangibles ligados a la propiedad intelectual—. Esta es la única vía para conseguir aumentos sostenidos de la productividad y de la renta per cápita, que permitan incrementar la prosperidad, distribuirla con equidad y hacer frente de manera efectiva a las transiciones tecnológica y energética.

En este sentido, la Memòria nos aporta un indicio muy positivo: los últimos dos años con datos disponibles la inversión en I+D que hace el sector empresarial en Catalunya se ha incrementado casi un 40%, hasta alcanzar los 3.000 millones de euros en 2022 —un máximo histórico, que contrasta con cifras en torno a los 2.000 millones o inferiores entre 2009 y 2019—. Una excelente noticia que posiblemente refleja la maduración de unos ecosistemas empresariales en ámbitos como las ciencias de la vida, la computación avanzada y otras áreas asociadas a lo que conoce como deep tech, en los que Catalunya empieza a disponer de una masa crítica importante. Si las políticas públicas y las estrategias empresariales actúan coordinadas para estimular la inversión en estos ámbitos, será posible impulsar la economía en su conjunto hacia un patrón de crecimiento más apoyado en la cultura, la ciencia y la tecnología.