¿Emprender o no emprender en Catalunya?
- Cristina Fornaguera
- Barcelona. Jueves, 29 de febrero de 2024. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Si estás pensando en emprender en el campo de la salud y la biotecnología o incluso si ya estás preparando un pitch para convencer a posibles inversores del futuro éxito de tu proyecto, seguramente te has planteado: ¿es el ecosistema español un buen lugar para emprender? ¿Podría tener más éxito en algún otro país? ¿Hay realmente cultura de emprender en Catalunya? El problema es que la mayoría de estas preguntas pueden tener respuestas complejas.
Una start-up se podría definir como una empresa muy tecnológica e innovadora tanto en I+D como en modelos de negocio, de reciente creación, que intenta desarrollar nuevos productos o venderlos de manera innovadora. Haciendo una breve revisión del número de start-ups de nueva creación en los últimos años, parece clara la tendencia al aumentar la inversión en innovación de proyectos del campo de las biociencias y, consecuentemente la creación de start-ups en España. Mientras que en el 2021 hubo inversiones récord, el año 2022 se vio un retroceso del 5% de inversión, sin llegar a los 4.200M€ del año anterior, pero las cifras son elevadas. Por lo tanto, si los números generales van al alza, podría parecer claro que sí, que España es un buen ecosistema por emprender.
Empezando por la reciente ley de diciembre de 2021 de start-ups, con el objetivo de fomentar el ecosistema emprendedor / inversor español, parece claro que hay voluntad de promover la creación de empresas, ya que contempla mejoras fiscales y administrativas tanto para las start-ups como para los inversores. No obstante, reconocidos emprendedores no acaban de ver claras las mejoras y remarcan las todavía presentes trabas y problemas administrativos.
Por otra parte, los programas de aceleración e incubación son más que numerosos, en el ecosistema catalán y español. Actualmente, existen múltiples convocatorias de financiación competitiva, dedicadas exclusivamente a proyectos en el ámbito de la biomedicina, para poder transferir los mejores proyectos de los laboratorios de investigación hacia nuevas start-ups. Sin embargo, estas convocatorias de fácil acceso para la comunidad investigadora también son a menudo mal valoradas por el ecosistema emprendedor, teniendo en cuenta la financiación de proyectos que claramente no son una necesidad del mercado y/o no tienen una clara orientación al paciente.
Barcelona y Madrid acumulan las start-ups del país y están en el top 6 de las capitales europeas. Y Barcelona está considerada la capital de referencia en start-ups tecnológicas
En general, si nos fijamos en datos numéricos, Barcelona y Madrid acumulan las start-ups del país, situándose en el top 6 de las capitales europeas. De hecho, Barcelona está considerada la capital de referencia en start-ups tecnológicas. Tradicionalmente, el sector de la tecnología catalán ha competido fuertemente con el mayor motor económico del país, el turismo. Pero desde finales de los noventa, gracias a los Juegos Olímpicos, la ciudad sufrió una transformación radical. A pesar de ser entonces, el turismo, la principal fuente de ingresos, Barcelona fue la única capital europea de sol y playa en hacer este cambio de estrategia: apostar por una transformación radical en la ciudad que promoviera la economía del conocimiento. Y esta tendencia no ha dejado de incrementar hasta nuestros días; contribuyendo a multiplicar por veinte el valor de las start-ups españolas (hasta 83.000 millones de euros en el 2022). Actualmente, son múltiples las iniciativas públicas que, tanto desde el Ayuntamiento como desde la Generalitat impulsan la emprendeduría, factor clave en paralelo con las acciones por parte de stakeholders privados.
Pero si nos centramos en el campo de la salud y la biotecnología, según datos de 2022, aunque España es a menudo considerada una gran potencia científica, el número de inversores especializados en salud es reducido. Sin embargo, el número de operaciones es grande, aunque estas son de menos cantidad. Y, como hecho muy destacable, encontramos que en paralelo a un aumento de fondos competitivos internacionales (un 22,9% en las series A, por ejemplo), ha habido un aumento marcado del capital extranjero privado. Por ejemplo, los fondos privados invirtieron un 335% más en el 2021 que el año anterior, llegando a 2.170 millones de euros, que contribuyen a los 4.294 millones de euros de inversión total, según datos del Observatorio de Start-Ups de la Fundación Innovación Bankinter. Dentro de esta situación paradójica, como el prestigioso fondo inversor Nara Capital comentó en artículo del 2022, se aspira a hacer lo que ha pasado a Tel Aviv o Zúrich: que la ciencia española se pueda convertir en empresa y producto. Y eso ya está pasando.
En conclusión, aunque a menudo somos críticos con el sistema y la cultura de innovación española, haciendo un análisis en detalle; aunque no sea el mejor ecosistema en el ámbito mundial, los datos objetivos apoyan España como una de las potencias en creación de start-ups a escala europea. Específicamente, Barcelona se sitúa como una potencia atractiva en el ámbito nacional e internacional para atraer capital que, de forma exponencial, está contribuyendo positivamente a la innovación en salud. Por lo tanto, se tendría que animar a los científicos a seguir por el camino de la emprendeduría en Catalunya y España.