Los bancos centrales, a diferencia de lo que vimos en 2008, han actuado con rapidez y contundencia para acabar con la crisis de confianza que ha azotado recientemente a las entidades financieras, actuando e interviniendo de una manera selectiva para aislar los problemas que se han podido suceder. 

Estas actuaciones se han centrado, por un lado, en que los accionistas soporten las pérdidas de los bancos, y por otro, se han vendido entidades con problemas a sus competidores, como es el caso de Credit Suisse a UBS. Para los accionistas, hay sensaciones encontradas. Por un lado, han visto cómo sus títulos se han hundido con la operación. Pero, por otro, las autoridades trastocaron el orden de prelación habitual y estos recuperaron al menos parte de su inversión en detrimento de los titulares de los cocos (acrónimo de bono contingente convertible) que lo han perdido todo. Los tenedores de bonos convertibles de Credit Suisse, conocidos como AT1, perdieron 17.000 millones de dólares (unos 16.000 millones de euros), que se amortizaron en su totalidad. A los accionistas, sin embargo, fueron a parar los 3.000 millones del canje. Ya es tarde que el presidente de Credit Suisse, Axel Lehmann, entonara el mea culpa por la caída del banco, asumiendo que no pudieron ni supieron frenar el impacto de los escándalos heredados. 

De esta manera los bancos con problemas han podido continuar con su operativa sin que el cliente se haya visto afectado. Sin embargo, ha tenido una consecuencia directa en los balances, ya que se ha encarecido su coste de capital, y además, los intereses que los bancos van a tener que pagar para financiarse van a ser superiores a los que había antes de la crisis. Este hecho, sumado a la guerra entre entidades para remunerar los depósitos de los clientes, afectará negativamente a la rentabilidad del sector financiero.

En este punto, si recapitulamos, podemos ver que para un banco, los depósitos de los clientes ya no son tan rentables, y la deuda se emite a un tipo de interés más alto, con lo que perdemos rentabilidad de nuestros pasivos.

"Los equilibrios entre los activos, pasivos, ratio de capital y liquidez harán que los bancos reduzcan la concesión de préstamos, y endurezcan sus condiciones"

Si nos fijamos en la otra cara de la moneda, el activo, el aumento tan brusco de los tipos de interés está forzando a los bancos a renegociar préstamos con sus clientes. A modo de ejemplo, son muchos los bancos que han llamado a sus clientes para transformar hipotecas de tipo variable a fijo previendo que el cliente no podría asumirlas. Con esta jugada, la entidad financiera se protege de posibles impagos, pero no puede trasladar de manera completa el aumento de los tipos de interés a sus clientes, con lo que este factor también tiene un impacto negativo en la rentabilidad de sus activos. Igualmente, las empresas han visto como se encarecía su financiación y han empezado a reducir las solicitudes de crédito.

En este punto, los equilibrios entre los activos, pasivos, ratio de capital y liquidez harán que los bancos reduzcan la concesión de préstamos, y endurezcan sus condiciones, con lo que el efecto global será que habrá menos liquidez, generándose dos nuevos escenarios: por un lado se frenará el crecimiento económico y por otro se contribuirá de manera indirecta a contener la inflación desde el punto de vista de la demanda, ya que al haber menos crédito y más caro, habrá menos consumo por parte de familias y empresas.

Debido a todo lo expuesto, podemos concluir que no podremos estabilizar los precios, tener crecimiento económico, y garantizar la estabilidad financiera al mismo tiempo. Por tanto, después de la crisis de confianza del sector financiero y las implicaciones que ha tenido, parece que el elemento a sacrificar será el crecimiento económico.

No todo son malas noticias. La parte positiva es que una vez estabilizada la inflación y las dudas respecto al sector financiero, los bancos centrales tendrán los tipos de interés en unos niveles altos, cosa que les permitirá volver a políticas monetarias expansivas de forma paulatina, controlando de reojo la estabilidad de los precios.