Gente de fuera

- José María Zamarro
- MADRID. Viernes, 25 de abril de 2025. 05:30
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He perdido la cuenta del número de instituciones de todo tipo que en los últimos tiempos han venido publicando estudios e informes sobre la imperiosa necesidad de incrementar la entrada de inmigrantes en nuestro país para compensar la creciente pérdida de población activa y permitir que todo nuestro sistema socioeconómico pueda sobrevivir. Con una tasa de regeneración vegetativa negativa, mueren más personas de las que nacen, y con un incremento del envejecimiento de buena parte de la población, el ingreso de trabajadores extranjeros es la única forma de mantener el capital humano imprescindible para que todo nuestro sistema vital funcione, incluidas las pensiones.
Necesitamos gente de fuera de forma imperiosa, nos guste o no. La última institución que ha entrado en la cuestión ha sido la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF), que en su último informe sobre la viabilidad de sistema de pensiones señala que si queremos que esto siga funcionando, sobre todo las pensiones, se necesitan cerca de un millón de inmigrantes por año hasta el 2050; lo que supone cuadruplicar el flujo en entrada actual de inmigrantes en España.
Las voces de alarma se multiplican y aquí nadie hace nada o casi nada para abordar esta cuestión de emergencia nacional en la que está en juego nuestro futuro. No es cuestión sencilla, dadas las ásperas connotaciones de todo lo relacionado con la inmigración y mucho más en una situación de descontrol como la que padecemos. Pero eso no debe impedir que se vayan adoptando un mínimo de acciones para intentar paliar los enormes problemas que esta situación de falta de capital humano nos está acarreando. Todo ello sin perjuicio de que, en algún momento, los poderes públicos sean capaces de ponerse mínimamente de acuerdo sobre algunos principios esenciales y pactar algo parecido a un acuerdo de Estado que permita vislumbrar con optimismo el futuro.
Necesitamos gente de fuera de forma imperiosa, nos guste o no, para que todo nuestro sistema vital funcione, incluidas las pensiones
¿Cuáles serían los ejes esenciales de esas acciones inmediatas que se podrían poner en marcha para empezar a solucionar este problema? En primer lugar, en mi opinión, está la imperiosa necesidad de regularizar a la masa enorme de sin papeles que tenemos. Entre 500.000 y 700.000 inmigrantes están en nuestro país sin documentación de ninguna clase. Muchos de ellos ejercen una actividad económica que les permite sostenerse, por suerte para ellos, pero para desgracia de los demás, que no nos beneficiamos de ni un solo euro de cotizaciones o de impuestos de esa actividad. Legalizar a buena parte de esta masa de sin papeles ayudaría mucho a solucionar parte del problema. Hay que echarle valor político a la cuestión, no cabe duda.
En abril del año pasado se aprobó en el Congreso una Iniciativa Legislativa Popular para conseguir esa legalización masiva de sin papeles. Nada se ha hecho desde entonces. También en noviembre del año pasado se aprobó la reforma del Reglamento de Extranjería que, en teoría, simplifica notablemente los trámites de regularización y establece una nueva estrategia de condiciones y requisitos para la obtención de permisos de residencia y de trabajo. Ese nuevo Reglamento entrará en vigor el próximo 20 de mayo y está por ver si cumplirá o no sus objetivos; unos objetivos que en términos numéricos son verdaderamente modestos, pues la previsión del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que lo aprobó, señala que la nueva normativa permitirá un total de 300.000 regulaciones anuales en los próximos dos años, una cifra que, como señala el informe de AIREF, está lejos del millón de inmigrantes necesarios cada año.
Otra cuestión que ayudaría enormemente a aliviar este problema es el de la homologación de titulaciones universitarias extranjeras. Esa homologación es en estos momentos una auténtica prueba de obstáculos de larga duración que incluye cuestiones como la Apostilla de la Haya, legalizaciones consulares, traducciones juradas, compulsación de documentos, instancias y periodos de resolución interminables que convierten el proceso en una auténtica pesadilla. Se estima que hay en torno a 100.000 solicitudes de homologación de títulos pendientes de resolución por parte de ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Una fuerza de trabajo con un extraordinario potencial de generación de riqueza para el desarrollo general que está siendo desperdiciada de manera increíble.
Al parecer, no hay forma de agilizar los procesos y desatascar la situación. El caso ha merecido ya la atención de la Comisión Europea, que hace un año publicó un informe titulado Bridging courses for migrants to complement qualifications acquired in third countries: approaches and practices in EU Member States, en el que destacaba las «lagunas en la implementación» y las «barreras administrativas» de España para el reconocimiento de los títulos extracomunitarios. Ni caso por esta parte. Hay situaciones preocupantes, como es la homologación de títulos de Medicina. Según datos de los colegios de médicos, en los últimos siete años se han presentado más de cuatro mil solicitudes de homologación de licenciados extranjeros y apenas se han autorizado un 12% de todas ellas. Desperdicio de talento y de capital humano que no podemos permitirnos.
Faltan trabajadores en sectores como la construcción, el transporte o la hostelería y una solución eficaz sería la captación en origen
Una tercera cuestión que podría ayudar a incrementar la fuerza laboral actual y a medio plazo sería la relacionada con la puesta en marcha de programas concretos de captación en origen de trabajadores y profesionales en áreas específicas de actividad en las que se detecta un claro déficit de personal. Está más que claro que faltan trabajadores en sectores como la construcción, el transporte o la hostelería y que una solución eficaz al problema sería la captación de trabajadores en origen. La Administración está bastante parada en esta cuestión y solo queda, en mi opinión, que la iniciativa privada se ponga manos a la obra, nunca mejor dicho. Hace unas semanas la Confederació Catalana de la Construcció celebró una jornada técnica sobre Atracción de talento en el sector de la construcción: retos y soluciones, donde se abordó, entre otras cuestiones, de dónde podrían proceder los trabajadores que el sector necesita.
Los avisos y las advertencias no cesan. Necesitamos una gran masa laboral que sustente todo nuestro entramado socioeconómico a futuro; y la necesitamos ya. Con los de dentro no hay ni para empezar. No queda más remedio que implementar todo tipo de estrategias y de terapias sociales para asumir el problema y tragar con la solución, que pasa por aceptar a los de fuera.