Para hacérnoslo mirar
- Serafí del Arco
- Barcelona. Lunes, 29 de abril de 2024. 05:30
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La política y los negocios muchas veces van de la mano, pero muchas otras veces encuentran sus caminos gracias a la voluntad de las personas y a las necesidades de los países. La frase no es mía, me la dijo Dovid Liberon, rabino de la Comunidad Judía Jabad Barcelona y auditor de comida kosher, con quien hablé hace unas semanas para averiguar si la guerra de Israel estaba afectando de algún modo a las relaciones comerciales y al comportamiento de nuestras empresas en la zona.
Vivimos inmersos, en España y en Catalunya, en un permanente y cada vez más ensordecedor ruido político y mediático, que, como una charca removida, hasta que no está en calma no podemos ver el fondo. En silencio (externo e interno) es cuando las cosas se ven con más claridad. "És quan dormo que hi veig clar" (Es cuando duermo que veo claro), dice JV Foix.
Liberon dice que no, que excepto un par de excepciones, el resto de productos alimenticios se venden igual o más que antes de que estallara el conflicto (la próxima semana hará ya siete meses). Las dos excepciones son el vino —"Israel no está para fiestas", me dijo— y el aceite de oliva, que es el alimento básico que España exporta al país hebreo. "Los precios se han encarecido y hay ofertas mejores de Italia". Nos lo tenemos que hacer mirar muy seriamente. Gil Gidrón, el presidente de la Cambra de Comerç Espanya Israel, confirma con datos las palabras del rabino. El año 2023 el negocio bilateral entre ambos países (la suma de exportaciones más importaciones) bajó ligeramente (el 10%), hasta los 2.879 millones de euros, en relación al récord de 2022, cuando superaron los 3.200. Pero lo empezó a hacer "a mediados de junio, mucho antes del conflicto, por la subida de los tipos de interés.
La demanda y el volumen de certificados kosher va en aumento, según Liberon, no solo para vender a Israel, sino a la abundante comunidad judía que vive dispersa, en Estados Unidos, Reino Unido o Francia. Los cavas Codorníu, vinos de bodegas de Capçanes (DO Montsant), los caramelos Haribo, los chocolates Simón Coll, o las delicatessen de Balfegó. Lo que más exporta España allá son automóviles, autocares e industria militar, pero este último epígrafe no aparece en los registros oficiales.
En lo que llevamos de año 2024, el negocio se está manteniendo gracias a las importaciones, que están creciendo a un ritmo del 50%. ¿Qué importamos de Israel? Diamantes, fertilizantes (el gigante israelí ICL es el propietario de las minas de potasa de Súria y Sallent Iberpotash) y tecnología: más allá del software de espionaje Pegasus, muchos productos innovadores del sector watech (tecnología del agua) para hacer frente a la sequía. Gidrón lo explica muy claro: "Israel es un terreno yermo como Almería, pero le sobra agua y la vende a Jordania". También, para hacérnoslo mirar.
El papel de las élites
Estos días se ha dado a conocer el prestigioso Elite Quality Index 2024, que elabora el economista barcelonés Tomàs Casas Klett, de la Universidad de St. Gallen (Suiza). Se trata del principal índice mundial de economía política, que compara 151 países a partir de 146 y disecciona si las élites de un determinado país (líderes económicos y políticos) crean valor y amplían las capacidades de conocimientos de un estado o bien si utilizan el poder que tienen para extraer valor, buscar rentas y aumentar de forma egoísta su bienestar a costa de la sociedad. España ocupa el puesto 24 del ranking, ha subido una posición en relación al informe del año pasado. La conclusión de Casas Klett puede resultar sorprendente, a tenor de nuestro escenario político: la actuación de los políticos crea más valor que las élites económicas. Tenemos instituciones sólidas, el sistema sanitario y educativo salen bastante bien, y en el ranking de "valor político" España ocupa el 9.º lugar. Pero el 42.º en valor económico. "Las élites económicas lo hacen muy mal, especialmente las financieras (que ocupan la posición 44) y las élites de los trabajadores, es decir, los sindicatos (89). La principal debilidad de España es que no se crea valor económico. Lo que falla es que el poder está demasiado concentrado en las grandes empresas", dice el profesor catalán de la Universidad St. Gallen.
¿Y el mundo, cómo está? Singapur vuelve a situarse arriba de todo después de perder el año pasado ante Suiza, Estados Unidos sube cinco posiciones, hasta la 16.ª, y crea mucho valor a partir de los mercados financieros y la inteligencia artificial, pero todavía tiene mucho camino por recorrer para no dejar atrás a gran parte de la sociedad. Las élites económicas chinas están liderando la creación de valor del país, todo lo contrario que Alemania, donde las empresas "se han dormido, no innovan, les falta creatividad". Y sobre todo, que el mundo está girando hacia Asia, donde la calidad de las élites, no solo de China y Japón, también de Corea del Sur, India o Indonesia, va en aumento. "En la década de los 30 nos adelantarán".
Financiación territorial
"Si hay un tema en el que la academia ha estado presente para inspirar el debate, es el de la financiación territorial", han constatado esta semana las economistas Núria Bosch y Maite Vilalta. Ambas profesoras dirigen el Observatorio del Federalismo Fiscal, impulsado recientemente por el Instituto de Economía de Barcelona (IEB) desde la Universitat de Barcelona (UB). Una de las grandes líneas de investigación del IEB desde que nació en 2001, y en la que es un referente a escala internacional, es el federalismo fiscal: el estudio y la investigación sobre la financiación y las políticas de gastos de los sistemas de gobierno subcentrales de todo el mundo (en España, comunidades autónomas y entes locales). El Observatorio recoge el testigo de una trayectoria que iniciaron a finales de los setenta del siglo pasado académicos como Alexandre Padrós o Antoni Castells.
¿Qué piensan Bosch y Vilalta sobre la financiación autonómica? Primero, que el consenso académico dice que la cantidad de recursos que disponen las comunidades autónomas es "insuficiente"; y segundo, que el modelo es de clara inspiración federal, pero que "tiene muchas deficiencias", porque en España "la cultura federal escasea". Las dos académicas hacen un repaso de varios modelos de financiación (Alemania, Canadá, Suiza, Estados Unidos y Australia), y dibujan varios escenarios de futuro de descentralización fiscal de España en su último libro: Models de finançament. Una immersió ràpida (Tibidabo Edicions).
El modelo económico es el modelo de país. El futuro del país también pasa por la economía.