La herencia de Isak Andic
- Xavier Alegret
- Barcelona. Domingo, 15 de diciembre de 2024. 05:30
- Actualizado: Lunes, 16 de diciembre de 2024. 06:16
- Tiempo de lectura: 2 minutos
No conocí personalmente a Isak Andic, muerto en un desgraciado accidente este sábado. Pero sí que hace años que, como periodista de empresas, he ido siguiendo, y también explicando, la trayectoria de Mango. La historia de éxito del gigante catalán de la moda está más que explicada, y este artículo de Sara Casas le hace una foto muy bien encuadrada.
De lo que quiero hablar es del Andic empresario, pero no hacerle un perfil –recomiendo este de Josep Maria Casas, que explica su amor por el arte–, sino por la herencia que deja. Tanto la tangible, Mango, como la intangible, el legado que supone su ejemplo, su manera de hacer, que es representativa de una parte importante de los empresarios catalanes, que quizás no son los que más aparecen en los medios, pero que trabajan cada día con discreción, pero sin descanso, para levantar su negocio, haciendo empresa y no política.
Andic era un hombre discreto. A pesar de ser la primera fortuna de Catalunya, y creador de un gigante, no se le oía. Sí que se le veía, pero de vez en cuando, en presentaciones de Mango, y nunca buscaba las cámaras. No quería ser un protagonista en el ámbito social o mediático, lo cual le hubiera dado altavoz para barrer para casa, para lanzar sus reclamaciones.
Andic no hacía política. Después del 1-O, no movió la sede de Mango, pese al riesgo de boicot, y acertó, porque no ha parado de crecer
No quería hacer política. Después del 1 de octubre, mientras muchas empresas conocidas trasladaron la sede social fuera de Catalunya, Mango no se movió. No era cotizada, por lo cual no podía ser víctima de la desconfianza de los inversores, pero sí que era una empresa con una marca muy conocida, y muy expuesta al cliente final, que podía ser fácilmente objetivo de un boicot catalanófobo. Pero no sucumbió a las presiones y se quedó.
El lunes publiqué un artículo sobre el retorno de la sede de Molins a Catalunya y las empresas que se quedaron, que la experiencia nos ha demostrado que no han sufrido negativamente esta decisión. No mencioné a Mango, pero podría haberlo hecho: es un caso paradigmático, porque no ha parado de crecer y, de paso, ha hecho crecer el patrimonio de Andic, que ha muerto siendo la quinta fortuna de España tras duplicarla en dos años. Andic no hizo política, hizo empresa, y no le pudo ir mejor.
Tampoco hizo política ante decisiones que podían perjudicarle, a nivel empresarial o patrimonial. Mientras muchos empresarios se dedicaban a cargar contra decisiones políticas –al margen de las patronales, que en tanto que lobbies, forma parte de su papel–, Andic no se quejó nunca ni de la presión fiscal a las empresas, ni de la reforma laboral, ni de la subida del salario mínimo ni del impuesto al patrimonio. Seguía trabajando, y tributando en Catalunya.
Lo importante ahora es que Mango mantenga la paz accionarial y salvaguarde el proyecto. Catalunya ya ha perdido demasiado patrimonio empresarial
Con respecto a Mango, ahora se abre un periodo de incertidumbre que harían bien sus herederos en no prolongar. Andic era el alma de la empresa, hasta el punto que hace diez años intentó retirarse, pero tuvo que volver a toda prisa. También tuvo que tomar decisiones drásticas y cambiar de consejero delegado para reflotar la empresa. Pero ahora, desde hace unos años, ya tenía una mano derecha: Toni Ruiz, el CEO, que era su hombre de confianza y artífice, al lado del empresario traspasado este sábado, del reflotamiento y actual éxito de la compañía.
Ruiz es ahora el auténtico hombre fuerte de Mango. El comunicado de la empresa de este sábado para comunicar y lamentar la noticia lo firmaba el consejero delegado. Pero está por ver cómo se articulará la sucesión. Por desgracia, tenemos demasiados ejemplos de empresas familiares en nuestra casa que cuando toca la sucesión, sea por retirada o por la desaparición del patriarca, las riñas internas, incluso fratricidas, ambiciones desmesuradas o miradas cortoplacistas acaban corrompiendo el proyecto.
Lo más importante ahora es que Mango mantenga la paz accionarial y salvaguarde el proyecto. Catalunya ha perdido demasiado patrimonio empresarial en las últimas décadas como para permitirse el lujo de ver temblar a su gigante de la moda.