La opa del BBVA al Sabadell ha entrado en una nueva fase. Formalmente, es la segunda fase de análisis por parte de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), pero sus implicaciones son numerosas. De entrada, implica que este organismo, el más importante de los que tienen que aprobar la operación porque es el que realmente puede llevarla al atolladero, necesita más tiempo. Tiene dudas. Y la segunda implicación es que es la hora del Sabadell. Ahora el banco tiene la palabra, y la tiene su entorno, como sus accionistas o las organizaciones empresariales. También la tendrá, o la puede tener, el Govern, pero su silencio a estas alturas es ensordecedor.

El sábado ya explicamos que las dos grandes patronales de Catalunya, Foment del Treball y Pimec, y la Cambra de Comerç de Barcelona, se quieren personar en tanto que partes afectadas por la posible desaparición del Banc Sabadell. También lo hizo, el viernes, la Asociación de Accionistas Minoritarios del Sabadell, creada ad hoc para cinco empresarios y economistas de la ciudad vallesana, liderados por el expolítico de Unió y directivo de Foment Jordi Casas, para convencer a los pequeños accionistas de toda España de que la opa es un mal negocio para ellos.

El Sabadell prepara su defensa. En la primera fase, fue el BBVA quien aportó toda la documentación y el banco catalán fue sujeto pasivo: sí que envió información, pero fue la que la CNMC le requirió. También como adelantó ON ECONOMIA, Competencia consultó, además, a las asociaciones de consumidores, que mostraron reticencias a la fusión por la pérdida de oferta bancaria que supondrá.

La defensa del Sabadell ante la CNMC se basará en la concentración que se producirá en el negocio de empresas más que por códigos postales

En esta segunda fase, el Sabadell tiene un papel activo. Es su momento. Tiene que convencer a la CNMC y su presidenta, Cani Fernández, de que la unión de ambos bancos es negativa para la competencia. La defensa de la entidad catalana se basará en la concentración que se producirá en el negocio de empresas, especialmente en el segmento de las pequeñas y medianas empresas. Según explican fuentes conocedoras de la estrategia que preparan Josep Oliu y César González-Bueno, han decidido dejar en un segundo plano la concentración por regiones y códigos postales –hasta este punto es minucioso el análisis de la CNMC, motivo por el cual se alarga durante tantos meses.

En empresas es donde los dos bancos tienen más duplicidades, especialmente en Catalunya. El Sabadell está especializado en ellas y tiene oficio dirigiéndose a pymes, desde la tienda del barrio a la pequeña fábrica, pasando por el profesional autónomo. El BBVA, como uno de los grandes bancos del Estado, tiene más negocio en la gran empresa pero también tiene mucha pyme catalana, por su implantación en el territorio después de absorber más de la mitad de las cajas catalanas con las compras de Unnim –donde había las precisamente las dos vallesanas, Sabadell y Terrassa, además de Manlleu- y CatalunyaCaixa –que sumaba Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa. No hay datos oficiales de concentración, pero según el estudio de FRS Inmark, a nivel catalán el 41% de las empresas son clientes de ambos bancos, cifra que baja al 24% a nivel español.

Llama mucho la atención el silencio del Govern de Illa cuando el de Sánchez se ha manifestado tan claramente en contra de la opa desde el principio

Esta es la línea de defensa de Foment del Treball, Pimec y la Cambra de Comerç de Barcelona, que tienen intención de personarse ante la CNMC. Las organizaciones se consideran afectadas en tanto que representantes del empresariado catalán y alertan de que la pérdida de una de las tres entidades con las que suelen trabajar –buena parte del mercado lo aglutinan CaixaBank, el Sabadell y el BBVA– reduce mucho su oferta, dado que las empresas acostumbran a trabajar con más de un banco simultáneamente. Recuerdan, además, que el número de entidades ya se ha reducido mucho en los últimos 15 años, con la desaparición de las cajas.

Es la hora del Sabadell, pero también es, o tendría que ser, la hora del Govern. La ley por la que se rige el trabajo de la CNMC durante la opa establece que en segunda fase, si considera que hay una comunidad autónoma especialmente afectada por la operación de concentración de mercado, tiene que pedir un "informe preceptivo no vinculante" a su gobierno. Por lo tanto, la lógica diría que preguntará a la Generalitat, si no lo ha hecho ya. Pero el Govern calla.

Ahora le toca al Govern jugar su papel, la CNMC le tiene que consultar, pero su voz, de momento, no se oye

Desde las conselleries de Economia y de Empresa explicaron que de momento no harán ningún tipo de movimiento ni valoración, se mantienen a la espera, haciendo "seguimiento", con "respeto", del "procedimiento del regulador". Es evidente que un gobierno tiene que ser más cauto que una organización patronal o asociación, más todavía si tiene que formar parte de un procedimiento formal. Pero llama mucho la atención el silencio del Govern de Salvador Illa cuando el de Pedro Sánchez se ha manifestado tan claramente en contra desde el principio, incluso poniendo sobre la mesa el veto a la fusión como una opción real y probable. Sin ir más lejos, la semana pasada, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, volvió a oponerse a la operación.

En el Govern, en cambio, solo el conseller de Empresa, Miquel Sàmper, se ha opuesto abierta y claramente a la opa. Pero al contrario de lo que pasa en la Moncloa, donde el "no" resuena con fuerza, en la Plaça Sant Jaume se esconde. Alícia Romero no pudo salirse por la tangente hace unos días en una entrevista y dijo que le preocupaba la operación, pero se excusó diciendo que la Generalitat tiene "poco papel". Poco o mucho, ahora tiene que interpretar este papel, puede subir la voz, lo tiene que hacer, le toca, pero de momento, su voz no se oye.