Aunque no lo percibamos en toda su plenitud, la integración creciente de la inteligencia artificial (IA) en nuestras vidas es una realidad palmaria. Desde los asistentes virtuales en nuestros teléfonos móviles hasta los sistemas de recomendación en plataformas en línea, la tecnología nos muestra su capacidad para influir en nuestros hábitos y comportamientos de forma tal que muchos de nosotros no podríamos ya vivir sin su asistencia y apoyo. 

Hoy somos plenamente conscientes del impacto que los procesos tecnológicos tendrán y, de forma específica, con la aparición de lo que hemos denominado Inteligencia Artificial Generativa. Pues bien, lo que pretendo con estas líneas es establecer un diálogo con la IA sobre este tema. Por lo tanto, es la propia IA la que responde sobre los efectos que producirá en el mundo del trabajo (entendido como una actividad dirigida a la consecución de un objetivo o la resolución de un problema) o del empleo (trabajo desarrollado por cuenta de un tercero en una situación de dependencia).  

La que sigue es la respuesta que nos ofrece la aplicación más común a día de hoy: “Como modelo de lenguaje no tengo un impacto directo en el empleo, ya que soy una herramienta de procesamiento de texto desarrollada por OpenAI. Sin embargo, la adopción de tecnologías basadas en inteligencia artificial y automatización, como modelos de lenguaje avanzados, puede tener impactos en ciertos sectores laborales”. 

En un futuro marcado por la IA, las habilidades vinculadas a las llamadas competencias blandas adquirirán una mayor relevancia

Lo cierto es que la automatización y la IA pueden transformar la naturaleza de determinados trabajos, gestionando los datos, eliminando tareas repetitivas y permitiéndonos como seres humanos centrarnos en las actividades más complejas y creativas. Al mismo tiempo, la adopción de estas tecnologías puede generar nuevas oportunidades de empleo en campos relacionados con la propia inteligencia artificial.

No obstante, conviene destacar que, de acuerdo con los criterios definidos por la propia IA, “el futuro del trabajo estará marcado por (niveles más elevados de) automatización y digitalización, lo que requerirá una mayor capacitación y adaptabilidad por parte de los trabajadores”. En este marco, las habilidades vinculadas a las denominadas competencias soft o blandas (es decir: resiliencia, flexibilidad y capacidad de aprendizaje, entre otras) adquirirán una mayor relevancia. De igual modo que ello va a comportar, sin ningún género de dudas, cambios profundos en los procesos de organización y de gestión en las empresas y organizaciones, tanto del sector privado como del público. 

En todo caso, estamos obligados a tomar consciencia de la sorprendente velocidad con la que se han venido sosteniendo los cambios, han ido emergiendo nuevos procesos y, por encima de todo, cómo los casi ocho mil millones de habitantes de nuestro planeta vivimos algunos fenómenos absolutamente inimaginables anteriormente. Como tampoco podemos perder la consciencia de los riesgos que la implementación de estas tecnologías puede comportar en aspectos relativos a la ética y a la equidad, al tiempo que tratamos de minimizar los impactos negativos que van a suponer en el empleo al objeto de garantizar que sus beneficios se distribuyen de la manera más justa y equitativa posible. 

La IA también impactará en funciones de gestión y dirección en la medida en que aporte valor a los procesos de toma de decisiones

Habrá que asumir que la IA no solo tendrá incidencia en la automatización de roles o tareas rutinarias (de baja cualificación), sino que también impactará en funciones de gestión y dirección en la medida que aporte valor a los procesos de toma de decisiones (al proporcionar información y análisis de datos de manera rápida que los doten de más eficiencia), en el diseño y la implementación de procesos formativos o de capacitación (con el impulso de herramientas interactivas y adaptadas a las necesidades individuales) y en la generación de nuevas dinámicas de colaboración y coordinación (mediante la reducción de barreras, la facilitación de la comunicación o directamente los cambios en los procesos productivos y/o de gestión).

Lo que estamos viviendo ya supone una aceleración de tendencias cuya concreción e impacto, inicialmente, preveíamos para dentro de unos años. En cualquier caso, el resultado final implicará que tengamos que afrontar cambios incluso más intensos –a nivel individual y colectivo– que los que hemos experimentado hasta hoy.

Hay incluso quien defiende que en los próximos veinte años vamos a tener que adaptarnos, como seres humanos, a transformaciones mayores que las vividas a lo largo de los últimos dos siglos. Esperemos saber utilizar adecuada y acertadamente la Inteligencia Artificial para superar este desafío.