El año 2025 ha empezado con muchas incertidumbres. A las amenazas de  guerras comerciales y los desafíos geopolíticos del 2024 hay que sumar ahora la inestabilidad internacional que ha provocado el anuncio de la subida de aranceles de la nueva Administración Trump. Esta medida puede comportar un efecto dominó que impacte en las industrias y economías del mundo, que ven amenazadas sus cadenas de valor. Se trata de una acción que no solo acrecienta la incertidumbre, sino que debilita el comercio, la inversión y el crecimiento económico.

Las medidas proteccionistas, algunas improvisadas y experimentales, pretenden proteger los intereses económicos nacionales y apoyar a las clases más desfavorecidas. Pero tendrán un alto coste en subsidios, deuda, impuestos, aranceles e inflación, además del retroceso que suponen desde el punto de vista del cambio climático y de las políticas de transición verde. Sin olvidar las mayores tensiones entre Estados Unidos y China y la interrupción de cadenas de suministro. El proteccionismo no proporcionará una póliza de seguro para la supervivencia.

Los países más expuestos a los cambios en la política comercial estadounidense son probablemente los que tienen grandes superávits comerciales con este país y las barreras arancelarias más altas. En esta larga lista estarían China, India, la Unión Europea, Vietnam, Canadá, Japón, México y Corea del Sur. La trayectoria incierta del dólar estadounidense y los cambios en la política macroeconómica se suman a las preocupaciones sobre el comercio mundial.

La realidad es que vivimos en un mundo complejo, con conflictos políticos, económicos, sociales y climáticos que tienen efectos reales en la economía e impactan en los procesos de internacionalización. Las empresas inversoras y exportadoras sienten la presión. Las políticas institucionales deben elaborar y aplicar estrategias que respondan de manera significativa y creativa a las situaciones que ocasionan desconfianza, profunda incertidumbre o violencia.

Los aranceles de Trump pueden comportar un efecto dominó que impacte en las industrias del mundo, que ven amenazadas sus cadenas de valor

En el actual contexto de cambio constante, las empresas deben tomar conciencia de las posibles ventajas y desventajas del nuevo escenario al que se enfrentan. En los últimos años, vemos un marcado aumento de la concentración del comercio y una disminución general en la diversificación de los socios comerciales, lo que indica una concentración del comercio mundial. El comercio entre economías geopolíticamente distantes representa casi el 20% del comercio mundial de bienes y proporciona al menos el 90% de las exportaciones mundiales. Como subproducto, la concentración media del comercio aumenta un 13% y el crecimiento económico se resiente. La política también está cambiando. Los mercados más libres están dando paso a políticas y protecciones industriales. Las preocupaciones de seguridad nacional se integran en los acuerdos e influyen en los lazos comerciales internacionales.

En el proceso de internacionalización empresarial, además de la oportunidad, la seguridad y el marco jurídico, hay otros requisitos que están cambiando las reglas del juego. Estaríamos hablando del conocimiento transversal de los mercados y sus atractivos, la disponibilidad de unos mecanismos de soporte, las diferentes posibilidades de acompañamiento, especialmente de financiación y recursos humanos que serán precisos, además de la competencia o la complejidad operativa. A lo que cabría añadir el factor cultural, cuya importancia es cada vez mayor. Todos estos factores pueden frenar o acelerar el plan de expansión internacional.

Una comprensión de los riesgos es tan fundamental para que empresas y gobiernos tomen decisiones inteligentes como lo es para que los exportadores o inversores elijan las opciones o los proyectos correctos. Las opciones para los gobiernos son múltiples, desde políticas proteccionistas hasta el libre comercio.

En un contexto de cambio constante, las empresas deben tomar conciencia de las posibles ventajas y desventajas del nuevo escenario

El objetivo de cualquier proceso de internacionalización en el contexto actual es elaborar una estrategia de expansión internacional que ayude a reducir riesgos. Es posible adaptar el enfoque a las nuevas complejidades operacionales, comprender las relaciones políticas entre países, las opciones para crear sinergias y conseguir acuerdos favorables.

La crisis de salud de los últimos años, la guerra de Ucrania y en Gaza, y la tormenta de Trump han hecho evidente que las empresas deben diseñar sus cadenas de suministro en torno a la competitividad del riesgo, en lugar de hacerlo en base al coste, con cadenas de suministro más cortas y ágiles, y la creación de flujos comerciales que no dependan de destinos demasiado lejanos.

La regionalización ha mejorado la competitividad económica y la prosperidad en Europa y Asia. Podría hacer lo mismo por Estados Unidos, si tan solo aceptara a sus vecinos. En esta expansión internacional, no todas las regiones fueron creadas iguales. Tres importantes centros de fabricación y cadena de suministro se destacaron por encima del resto: Europa, Asia y, en menor medida, América del Norte. Juntos, producen el 90% de los bienes del mundo. Los países se decantan cada vez más por socios comerciales políticamente alineados, una tendencia denominada “friend-shoring”. Del mismo modo, se consolida la proximidad geográfica en el comercio internacional –“nearshoring” o “far-shoring”-. La progresiva regionalización y relocalización está propiciando todavía más esta situación.

Más de dos tercios del comercio de Europa permanece dentro de la UE y más de la mitad del comercio de Asia se mantiene dentro del continente. América del Norte va a la zaga: 40% tiene lugar entre EE. UU., Canadá y México. Aun así, supera al resto del mundo (donde solo el 15 % del comercio es regional). La concentración regional ayuda a explicar la globalización y los perdedores: una integración regional más profunda impulsó la competitividad económica, dio a muchas naciones europeas y asiáticas una ventaja sobre los EE.UU. (y sobre América Latina, África, el sur de Asia o el Medio Oriente).

Para afrontar con éxito los desafíos actuales hay que tener estrategias basadas en un amplio conocimiento del mercado

Las exportaciones son más competitivas cuando los países las realizan juntos, aprovechando las diferencias en habilidades, mano de obra, recursos y grupos industriales para fabricar mejores productos, más eficientes y baratos. Eso significa más demanda y permanencia de trabajo en el continente y, por lo tanto, en los EE.UU.

Sin duda, estamos ante una nueva era del comercio mundial que está caracterizada por el aumento del riesgo geopolítico, las urgencias del cambio climático y los avances tecnológicos. Estas fuerzas están reconfigurando el sistema de comercio mundial y la organización de la cadena de suministro, cambiando el enfoque de las ganancias de eficiencia a la resiliencia y adaptabilidad estratégicas.

Las empresas operan en estos tiempos cada vez más desafiantes. La incertidumbre geopolítica, la gran complejidad de los mercados y un entorno normativo en constante cambio contribuyen a la proliferación de riesgos comerciales y regulatorios. Para afrontar con éxito los desafíos actuales hay que tener estrategias basadas en un amplio conocimiento del mercado y desarrollar las habilidades y los conocimientos que anticipen el cambio y la interrupción. Hoy más que nunca debemos ser ágiles para reaccionar a tiempo a las condiciones del mercado en constante cambio, porque incluso en momentos de crisis e inseguridad y guerras comerciales o arancelarias, surgen oportunidades.