'It’s the European budget, stupid!'
- Tomás García Azcárate
- MADRID. Sábado, 6 de julio de 2024. 05:30
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Todos los que nos interesamos por la economía recordamos esta frase ilustre: "It's the economy, stupid". Wikipedia nos recuerda que fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush (padre), un acierto que contribuyó a que Clinton se convirtiese en presidente de los Estados Unidos. Frente a todos los demás problemas, y los ruidos, el tema esencial y decisivo en estas elecciones fue la evolución de la economía norteamericana.
Pues bien, en estos momentos, en el escenario europeo, el tema decisivo, que va a concentrar y concretar las múltiples tensiones que atraviesan el viejo continente europeo es el futuro presupuesto de la Unión para el periodo (en principio) 2028-2035.
La complejidad, la importancia del tema es tan grande que, en estos momentos de elecciones inciertas, subidas del populismo de derechas, negociaciones para la distribución de los altos cargos de las Instituciones europeas y de la Comisión, nadie tiene interés en aumentar las tensiones entre negociadores.
¡Y sin embargo, se mueve!
Actualmente, el presupuesto europeo ejecutado representa algo menos del 1% del Producto Interior Bruto europeo. Como referencia podemos utilizar la cifra del presupuesto español, que ascendió en el año 2023 al 46,4% de nuestro PIB. Es decir, Europa es un enano en cuanto a su presupuesto se refiere. Los textos jurídicos permiten subir este porcentaje hasta el 1,4%. Seguiría siendo un enano, pero un 40% mas grande.
La pregunta clave es saber si el aumento de las responsabilidades que se le quiere dar a la Unión Europea va a ir correspondido con un aumento del presupuesto. Todo parece indicar que la política europea de defensa va a ser una de las estrellas y prioridades de la nueva legislatura. Lo mismo se puede afirmar de la búsqueda de “autonomía europea estratégica”. ¿Cómo se van a financiar estas nuevas políticas y ambiciones? ¿Se va a reducir el presupuesto de las actuales grandes políticas europeas, es decir en primer lugar de las políticas de cohesión territorial (que tanto ha beneficiado a muchas regiones españolas), la de investigación y, en nuestro caso, la Política Agraria Común (PAC)?
El presupuesto europeo ejecutado representa menos del 1% del PIB: Europa es un enano en cuanto a su presupuesto se refiere
Europa acaba de dotarse de una nueva Ley de la restauración de la naturaleza. La hemos analizado con cierto detalle en otro artículo. Pero para nuestro propósito de hoy, solo nos cabe subrayar dos cosas: por un lado, un alto nivel de ambición en unos plazos cortos y, por otro, la total ausencia de dotación presupuestaria para ello.
Como muestra de lo que nos espera, se puede utilizar el ejemplo del Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, con un excelente resultado en estas elecciones europeas en los Países Bajos, después de haber ganado las elecciones nacionales y nombrar al primer ministro del país. Ya sé que las promesas electorales solo comprometen a los que las escuchan y nunca a los que las dicen, pero su programa electoral es meridianamente claro: “Las transferencias financieras de los países ricos del norte a los más pobres del sur y el este de Europa tienen que terminar”. Para ellos, seguimos siendo los “PIGS”.
Insistimos, la Política Agraria Común es la más común de todas las políticas europeas. Sin rumbo en Europa, sin presupuesto suficiente, los agricultores y ganaderos europeos, los habitantes del medio rural van a estar entre los primeros perdedores del desconcierto.
No cabe esconder la cabeza debajo del ala
Sin presupuesto europeo consecuente con las ambiciones anunciadas, no solo pierden ellos, pierde la naturaleza y se retrasa la adaptación al (y mitigación del) cambio climático. Si la transición ecológica no es inclusiva, será más lenta, más sufrida y pasiva que activa. El auge de la “Europa de las naciones” frente a la “Europa de los ciudadanos” significa pena y dolor para todos, aunque no se lo crean, como no se creyeron muchos británicos que el Brexit era un bumerán peligroso.