Jóvenes empresarios: ¡atención a la cantera!
- Àngel Hermosilla
- BARCELONA. Martes, 24 de septiembre de 2024. 05:30
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Catalunya ha sido tradicionalmente cuna de la emprendeduría y así es reconocido a nivel internacional. Además, se ha caracterizado por la creación y la existencia de un entramado empresarial, que ha liderado no solo la actividad económica sino, también, otros ámbitos a lo largo de nuestra historia (culturales, deportivos, recreativos, sociales...). Disponemos, así, de empresas nacidas hace siglos que siguen estando activas, en ocasiones dentro de las mismas familias fundadoras. Un informe de Dun&Bradstreet de diciembre de 2023 apunta que en España se identifican 318 empresas centenarias (0,03% del total), de las que 40 se crearon en el siglo XIX y 80 están en la industria, siendo Catalunya, con 88, la comunidad autónoma que agrupa un mayor número.
Sin ser exhaustivos se pueden apuntar a modo ilustrativo empresas como Codorníu (1551), Pastes Sanmartí (1700), J. Vilaseca (1714), Embutidos Solà (principio del siglo XIX), Grupo Uriach (1838), Mina Pública d'Aigües de Terrassa (1842), Naturgy Energy Group (Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas-1843), Aigües de Barcelona (1867), Olives i Conserves Graus (1869), Familia Torres (1870), Vichy Catalan (1883) o Grupo Montplet (Alcoholes Montplet-1889).
España es uno de los países con peor indicador con respecto a facilidad para iniciar un negocio, y Catalunya está por debajo de la media del Estado
Ciertamente, la puesta en marcha de nuevos proyectos empresariales no es fácil, y menos todavía en sitios como España y Catalunya. Nos lo recuerda el Banco Mundial en su publicación "Doing business", en la que España ocupa la posición 30 en el ranking mundial de la edición 2020 (última publicada), siendo especialmente negativo el panorama en la apertura de un negocio (posición 97) -sobre todo en procedimientos, cuanto a número y tiempo-, en la obtención de crédito (posición 80) y en el manejo de permisos de construcción (posición 79). Cabe decir que los últimos datos del Estado desagregados por ciudades, relativos a la edición 2015, no sitúan demasiado bien a Barcelona (6.ª en general de un total de 19 ciudades, siendo 9.ª en apertura de un negocio, 11.ª en manejo de permisos de construcción y 16.ª en registro de propiedades).
Este panorama negativo en las condiciones del entorno para emprender se corrobora en el "Informe GEM España 2023/24", del Global Entrepreneurship Monitor. España es uno de los 45 países analizados con uno peor indicador con respecto a facilidad para iniciar un negocio (posición 41), muy por debajo de la media de la Unión Europea, y Catalunya manifiesta en este sentido un dato inferior a la media estatal. Aun así, se siguen creando empresas de manera significativa. Desde principio de año y hasta el mes de julio se han generado a Catalunya un 8,7% más de empresas que en el mismo periodo de 2023 (total de 14.581 firmas), por encima del 5,4% del conjunto de España (73.926 sociedades), según datos de Dun&Bradstreet.
Pero si resulta difícil crear empresas en general y, especialmente, en España y Catalunya, más complejo todavía es poner en marcha proyectos en el caso de los jóvenes. De hecho, podemos apuntar, sin equivocarnos, que a grandes rasgos el colectivo de los jóvenes empresarios, cantera de nuestra economía, sufre seguramente con más intensidad los problemas que pueden afectar a los empresarios en general, y a buen seguro manifiestan una realidad particular y diferenciada que merece ser atendida.
Un 70% los jóvenes opinan que emprender es una tarea dura y un 94% encuentran serios inconvenientes para poner en marcha un proyecto
De entrada, hay que anotar que, aunque eso de emprender va asociado en buena medida a los jóvenes, sus preferencias ante la creación de proyectos empresariales varía con los tiempos, con el paso de las generaciones, modificándose sus valores frente el trabajo y el ocio. En este sentido, la sensación es que aunque se percibe un gran interés de los jóvenes por emprender -existe, pues, espíritu empresarial-, actualmente se observa un cambio en lo que a sus valores se refiere, entre los que prima cada vez más los de carácter social/personal (conciliación familiar, relaciones sociales, ocio...) por encima de los estrictamente económicos. Este panorama se oscurece más cuando afrontan la aventura de emprender.
Según datos del Global Entrepreneurship Monitor para España, un 70% de los jóvenes opinan que emprender es una tarea dura y un 94% encuentran serios inconvenientes para poner en marcha un proyecto. Eso hace, por ejemplo, que el Estado manifieste una de las tasas de emprendeduría juvenil más bajas de Europa, y esta se va reduciendo con el paso del tiempo. Se emprende más tarde que en otros países de nuestro entorno, cosa que hace que se envejezca el perfil de los emprendedores y que baje el porcentaje de emprendedores más jóvenes.
Hay que actuar en 4 ámbitos para ayudar a los jóvenes empresarios: fomento de la emprendeduría, financiación, acompañamiento y agilidad administrativa
Todo lo anterior es preocupante y nos tiene que hacer reflexionar seriamente. Hace falta ir a las causas y animar a nuestras autoridades a tomar las medidas oportunas, poniendo el foco en una política específicamente dirigida a la cantera, a los jóvenes emprendedores y a los jóvenes empresarios. Cuatro son los ámbitos sobre los que actuar: fomentar la emprendeduría y la imagen social del empresario; facilitar el acceso a la financiación; acompañar los proyectos/empresarios y dar apoyo institucional, y hacer unos trámites y procedimientos administrativos más ágiles.
En lo referente al fomento de la emprendeduría y la imagen social del empresario, es fundamental, por una parte, la educación a todos los niveles (escuelas, institutos, universidades...), a través de programas y herramientas específicos, y, de la otra, revalorizar socialmente el papel y la figura del emprendedor, el empresario y el autónomo vía, por ejemplo, medios de comunicación. Respecto del acceso a la financiación, hay que tener presente que los jóvenes carecen de ahorros suficientes para emprender proyectos y que la banca se muestra reticente ante el riesgo que supone la aventura empresarial de un joven y sus dificultades para que ofrezca garantías financieras. Para hacerle frente es necesario que se diseñen líneas específicas de financiación y de garantía públicas destinadas a los jóvenes empresarios por parte de organismos como el Institut Català de Finances (ICF) o Avalis, y, paralelamente, se tienen que desarrollar políticas que estimulen la inversión de cualquier persona en proyectos de jóvenes con algunos tipos de ventajas, como pueden ser las de tipo fiscal.
Crear cantera de jóvenes empresarios es una tarea compleja, que requiere una política específica, pero es imprescindible para garantizar el futuro del país
En relación al acompañamiento y el apoyo institucional, hay que bascular entre medidas que orienten las primeras etapas de la emprendeduría e impulsen redes y programas de mentoring, por ejemplo con empresarios ya experimentados que ayuden a superar el desconocimiento, la inexperiencia, la soledad, la falta de contactos, o las dificultades en la toma de decisiones de los jóvenes, y, al mismo tiempo, medidas palanca vía fiscalidad dirigidas específicamente a jóvenes empresarios -incluso, en el caso de procesos de sucesión empresarial. En esta línea, también hay que tener presente la necesidad de instrumentar acciones encaminadas a facilitar el equilibrio entre la vida personal y la vida laboral de los jóvenes empresarios, o a hacer frente a posibles problemas de salud asociados a la propia actividad profesional (estrés, ansiedad...). Por último, no se puede olvidar la creación de un entorno apropiado en cuanto a trámites y procedimientos administrativos, a través de la simplificación de la burocracia, aspectos que, si siempre son obstáculos, en el caso de los jóvenes que quieren desarrollar proyectos empresariales se convierten en barreras que pueden ser infranqueables y que desincentivan cualquier aventura en este sentido.
Crear cantera de jóvenes en el empresariado es una tarea compleja, que requiere una política específica de los gobiernos que cuente con el apoyo de entidades y asociaciones empresariales, pero siempre es estimulante y, sin ningún tipo de duda, imprescindible para garantizar el futuro de la economía de Catalunya.