Esta semana arrancó con titulares de “crash bursátil”, “las bolsas se desploman”, “pánico en los mercados” y el ya manido “lunes negro”. Llevamos los últimos años ya no sé yo cuántos lunes o jueves o martes negros que son, por este orden, los preferidos por la prensa estadounidense económica

Japón cayó el lunes más un 12,4% y saltaron las alarmas, contagiándose las caídas en este mundo financiero global, a Europa y Estados Unidos. Empezaron entonces las interpretaciones y explicaciones de por qué podía ser el principio de un cambio de tendencia en las bolsas, susceptible de crear una recesión mundial, a tenor de la debilidad del crecimiento económico de este último periodo en que a los gobiernos de las principales economías occidentales ha tocado tener que lidiar con la inflación a toque de silbato a los tipos de interés. 

Como hay que buscarle la lógica al movimiento bursátil y así obviar explicaciones del tipo “las bolsas son unas histéricas y paranoicas que se mueven según el terror de la oveja más nerviosa, yendo todas detrás sin saber por qué hay peligro y si ni siquiera lo hay”, pues empieza la búsqueda de explicaciones. Es fácil. Se remueve en el infinito stock de indicadores económicos y empresariales y se selecciona aquél o aquellos que están en rojo y que se hayan conocido recientemente. Y entonces se establecen causas efecto que nadie demuestra y para las que no hay ni base estadística cuantitativa ni explicación cualitativa. Desde el punto de vista de un investigador o de un científico, las razones que continuamente se dan para razonar los bandazos de veinticuatro horas de un índice bursátil rozan la incultura y el analfabetismo estadístico, matemático o metodológico.

Hemos normalizado la explicación que nadie entiende como veraz, a pesar de que no existe a menudo vericueto ni concatenación o silogismo que conecte una cosa con la otra. El lunes muchos titulares decían que la caída de Japón se debió a que, según parece, en la última reunión del Banco de Japón, donde se subieron los tipos de interés del 0,1% al 0,25% (titular de prensa: la mayor subida desde el 2008), algún alto funcionario nipón manifestó que él pensaba que debían estar en el 1%. Vamos, que dio su opinión, pero sin más. La segunda razón de la caída de la bolsa japonesa fue que el índice industrial de Estados Unidos y de empleo fue algo peor de lo previsto, lo que, claro, claro, afectó enseguida a Asia y desplomó a las empresas japonesas. Todavía estoy tratando de encontrar el motivo. No sé, me parece más relevante la apreciación del yen japonés de casi un 20% desde primeros de julio, pero durante un mes no ha afectado a los mercados. 

Pero, bueno, la oveja tiene que explicar al resto qué es lo que le ha hecho salir, despavorida, prado abajo hasta la valla oeste, no sea que el resto de ovejas considere que está loca y dejen de hacerle caso. 

Total, que cuando el día 7 de agosto, dos días después, la bolsa japonesa rebota un 10% hacia arriba, leemos que las declaraciones del gobernador del Banco de Japón de que no va a subir tipos si los mercados financieros están revueltos han tranquilizado ya a las ovejas, los perros, el pastor, las autoridades judiciales y a los mercados internacionales y, gracias al gobernador niponés se explica perfectamente que Sacyr rebotase a final de semana. 

Vamos a ponernos un poco serios con este tema de la bolsa y las noticias absurdas, porque la economía lleva ya una hoja de servicios bastante dudosa ante la opinión pública, dando por buenas cosas que nadie entiende y que, lo más importante, dejan de ser causa-efecto en veinticuatro horas. Si las bolsas se caen por el índice industrial americano, no puede ser que, por el susodicho índice invariable, las bolsas reboten. No, es que ayer si cayeron por eso, pero hoy rebotan por otra cosa. Ya.

Miren, en agosto hay menos volumen de negociación porque un buen porcentaje de los brokers están en paraísos fiscales con playa, tumbona y caipiriña. Son momentos en que las entradas y salidas de paquetes relevantes de acciones producen mayores variaciones que en otros momentos del año. Y los depredadores de casino del parqué aprovechan para ganar a la baja y sacarse entre un 10% y 20% de rentabilidad en cinco días, si pillan la bajada y el rebote. Y hay poco más. 

Las bolsas están cerrando esta semana casi al nivel con que abrieron. Pero del lunes negro y de la amenaza a la recesión mundial ya nadie se acuerda porque la audiencia de ese día ya capturó la atención mediática y consecuentes ingresos publicitarios de esas horas. Espero esté yendo bien el verano. Ojo al calor. Beber y refrescarse. Que luego hay lipotimias. Lipotimias de verano.