De la macro a la micro: lo que se pierde por el camino
- Joan Ramon Rovira
- Barcelona. Viernes, 3 de enero de 2025. 05:30
- Actualizado: Viernes, 3 de enero de 2025. 09:00
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Con la inflación a la baja y las previsiones de crecimiento revisadas continuadamente al alza las perspectivas de la economía mundial de cara a 2025 parecen positivas. No obstante, el dinamismo de la economía mundial sigue siendo muy dependiente de los EE.UU., las principales economías europeas registran crecimientos anémicos y China va perdiendo gradualmente el impulso de años atrás. En el trasfondo, los niveles extraordinariamente elevados de déficit y deuda pública en muchos países, entre ellos los EE.UU., y las amenazas de guerra comercial entre las principales potencias, oscurecen el horizonte. Pero quizás el elemento más preocupante es la falta de confianza en el futuro de los consumidores que, en diferente medida, es característico de las principales economías desarrolladas.
Las encuestas de confianza que elabora mensualmente la Comisión Europea es ilustrativa de este pesimismo en el caso de los consumidores europeos. Por un lado, las familias reconocen que tienen la situación financiera más saneada desde el principio de la serie disponible, a principios de siglo. Sin embargo, por otro lado, la confianza de los consumidores en la situación económica durante los próximos doce meses se sitúa en niveles muy bajos, similares a los registrados durante la crisis financiera. En los EE.UU., las encuestas elaboradas por la empresa Gallup apuntan a pérdida de confianza estructural de los consumidores americanos a lo largo de los últimos 20 años, en comparación con décadas anteriores. Por lo tanto, no se trata tanto de una cuestión coyuntural, transitoria, como de un clima de opinión generalizado a las principales economías occidentales, que parecería apuntar a un desajuste persistente entre las grandes cifras macroeconómicas y la percepción de bienestar de las personas.
La entidad American Compass elabora anualmente un índice conocido por el acrónimo COTI (Cost-of-Thriving Index), que mide la capacidad que tiene una persona trabajadora en los Estados Unidos para hacer frente a los gastos básicos de un hogar representativo con un sueldo también representativo de la mayoría de la población. En concreto, este índice mide el número de semanas que un trabajador típico tendría que trabajar en un año para cubrir los principales costes de una familia de cuatro personas con un estándar de vida considerado de "clase media". El valor de este índice para el año 1985 fue de 39,7, lo cual implica que con un solo sueldo era posible cubrir los gastos esenciales de una familia de cuatro en unas 40 semanas, y todavía restaba el 20% del año para cubrir otros gastos y ahorrar. En cambio, en 2022 el índice COTI había aumentado hasta 62,1 y, por lo tanto, el sueldo mediano de una sola persona no sería suficiente para cubrir los gastos básicos del hogar (con un límite laborable de 50 semanas al año).
El índice considera cinco grupos de gasto principales: alimentación, vivienda, salud, transporte y educación superior (para los dos menores de la familia de cuatro). Para el año 2022, por ejemplo, el coste mediano de una dieta adecuadamente nutritiva para una familia de cuatro personas se establecía en 13.667 dólares anuales. El de un seguro médico familiar provisto 22.463 dólares. El coste del transporte (en vehículo privado) 10.729 dólares. Finalmente, el coste anual de ahorrar durante ocho años para pagar la enseñanza universitaria de cada uno de los dos hijos se eleva a 10.669 dólares. El total suma 75.732 dólares. Dado que los ingresos anuales medianos en los EE.UU. en el 2022 se sitúan en 63.388 dólares, la diferencia entre ingresos y costes indica la necesidad de un segundo sueldo a la familia para poder mantener el estándar de vida considerado propio de la clase media (vivienda suburbana, vehículo privado, seguro médico, educación universitaria por los dos hijos). Mientras que en 1985 habría sido posible alcanzar el estándar de vida propio de la clase media del momento con un solo sueldo.
Este índice ha sido criticado con diferentes argumentos, en general bien justificados. El principal argumento en contra de este índice es que no tiene en cuenta las diferencias de calidad de los bienes y servicios que componen la cesta típica de una familia de clase media a lo largo del tiempo. Por ejemplo, en el apartado de transporte las prestaciones del vehículo privado en el 2022 son muy superiores en comparación con un automóvil de 1985. Lo mismo se podría decir| de la eficacia de los servicios médicos, o de la calidad y sostenibilidad de una vivienda actual. Si se hubieran tenido en cuenta las mejoras de calidad de los bienes y servicios el resultado sería muy diferente, ya que ahora la familia mediana tiene acceso a unas prestaciones muy superiores en las mismas cinco categorías en comparación con el pasado. Es decir, cuando valoramos la evolución del nivel de vida deflactante tanto los bienes y servicios como los ingresos por un índice que mide la evolución de los precios de consumo (IPC), observamos que en periodos largos el poder adquisitivo de los sueldos medios ha tendido a aumentar –en mayor o menor medida según el país y el periodo considerado.
Sin embargo, el índice COTI no deja de ser revelador de una realidad que generalmente se difumina cuando pasamos de las grandes cifras macroeconómicas a la realidad microeconómica de los consumidores individuales. El estándar de vida es una construcción social que determina las aspiraciones de la población en cada contexto histórico. La clase media americana aspira a una vivienda suburbana, vehículo privado, seguro médico completo y enseñanza universitaria para los hijos. Hacer realidad esta aspiración para una unidad familiar de cuatro personas ya no es posible con un único sueldo, cuando sí lo era cuatro décadas atrás. Cierto, las familias americanas pueden disfrutar ahora de más y mejores prestaciones en todas estas categorías en comparación con el pasado, pero tienen que dedicar un esfuerzo superior por alcanzar el nivel de vida socialmente asociado con la "clase media". Quizás nos tendríamos que preguntar si lo que en realidad expresan las encuestas de confianza es la frustración asociada a tener que pedalear cada vez más para alcanzar unas metas que se alejan a medida que nos acercamos.