En las últimas semanas, las caídas en el mercado han acaparado muchos titulares, sobre todo debido a la estrategia arancelaria de Donald Trump y la tensión comercial que ha generado. Sin embargo, no es la primera vez que atravesamos un periodo de volatilidad, ni será la última. Los mercados operan por ciclos y, tarde o temprano, siempre llegan las correcciones, sin importar cuál sea el detonante.

Este miércoles tuve el placer de asistir a una ponencia de Mario Rappanello, Responsable de Wealth y Banca Privada de Banco Mediolanum, en La Salle, en un evento organizado por La Salle Finance Society. Allí, Mario explicó de forma muy clara y racional varios aspectos clave de la situación actual, desde la incidencia de las políticas comerciales hasta la reacción de los inversores, lo cual me ha inspirado a escribir este artículo y compartir mis reflexiones con vosotros.

Para poner estos movimientos en perspectiva, a continuación podemos observar dos gráficos recientes:

1. Correcciones del índice S&P 500 (2020, 2022 y la de estos días):

SPX 2025 04 09 18 12 33

(Se aprecian caídas aproximadas de -33.32% en 2020, -25.65% en 2022 y alrededor de -19.26% en la corrección actual.)

2. Índice VIX por encima de 50:

VIX 2025 04 09 18 13 42


(Refleja cómo el gráfico del índice de volatilidad o miedo ha superado la barrera de 50, síntoma de nerviosismo entre los inversores.)

Al ver estos datos, es importante no caer en alarmismos. Las correcciones forman parte natural del mercado y, de hecho, pueden actuar como un “respiro” después de períodos de subidas continuadas. En la mayoría de los casos, detrás de estos altibajos se encuentran dos emociones fundamentales: la codicia y el miedo. Cuando los precios suben mucho, aumenta la codicia; cuando llegan las caídas, irrumpe el miedo. Ambas fuerzas suelen exagerar los movimientos, tanto al alza como a la baja. Los mejores inversores son precisamente aquellos que logran mantenerse al margen de estas reacciones emocionales, apoyándose en un plan de largo plazo y la evidencia de los datos. Evitar respuestas impulsivas les permite tomar decisiones más coherentes y sortear mejor los inevitables altibajos del mercado.

En este sentido, conviene recordar que el S&P 500, uno de los índices más representativos del mercado estadounidense, ha promediado históricamente una rentabilidad anual cercana al 9-10%, incluso tras episodios tan difíciles como guerras mundiales, crisis financieras o recesiones. Según un estudio reciente de Morgan Stanley, los inversores que realizan aportaciones periódicas, una estrategia conocida como Dollar Cost Averaging, y aprovechan los momentos de pánico para reforzar posiciones en valores con buenos fundamentales, suelen obtener resultados superiores a quienes tratan de “adivinar” el momento exacto para entrar o salir. La constancia en la inversión y la disciplina para comprar más durante las correcciones permiten, a la larga, maximizar el crecimiento de la cartera y reducir el costo medio de adquisición de los activos.

En la mayoría de los casos, detrás de estos altibajos se encuentran dos emociones fundamentales: la codicia y el miedo

Dicho esto, es esencial no reaccionar de forma impulsiva ante cada oscilación. Invertir de manera recurrente y con una perspectiva de largo plazo, manteniendo una cartera diversificada en varios sectores, regiones y tipos de activos, ayuda a moderar los vaivenes y a afrontar mejor episodios como el actual. Además, si se presentan caídas notables en activos con sólidos fundamentales, podemos encontrar oportunidades para promediar a la baja, mejorando así el precio medio de compra y aumentando el potencial de recuperación futura.

Naturalmente, la estrategia ideal depende del perfil de cada inversor. Quienes no soporten tanta volatilidad tal vez necesiten enfoques más conservadores. Pero, en cualquier caso, conviene partir de objetivos claros: saber por qué invertimos, para qué horizonte de tiempo y qué riesgo estamos dispuestos a asumir.

Lo que verdaderamente hace daño a una cartera no es la volatilidad en sí, sino la falta de un plan que permita gestionarla con calma

Si estas correcciones te generan inquietud o ansiedad, resulta aconsejable no consultar las cotizaciones de forma obsesiva, ya que el exceso de ruido de mercado y los titulares mediáticos pueden propiciar decisiones precipitadas. Mantener un plan de inversión bien definido y seguirlo con disciplina suele dar mejores resultados que dejarse llevar por la emoción del momento. Si tienes dudas, contar con el apoyo de un asesor financiero puede ser de gran ayuda para evaluar la situación y ajustar tu cartera en función de tu perfil. En mi caso, tengo el gusto de poder tener el asesoramiento de Ana Marín Aznar, Agente Exclusivo de Banco Mediolanum, quien, a lo largo de la semana, me ha mantenido informado y en contexto respecto a la evolución de los mercados, brindando la serenidad y la perspectiva necesarias en momentos de incertidumbre.

En definitiva, las caídas recientes no tienen por qué interpretarse como el “nuevo crack”, sino como parte del ciclo natural del mercado. Aunque nadie puede predecir con exactitud lo que sucederá, sí podemos prepararnos invirtiendo de manera recurrente, diversificada y pensando en el largo plazo. Quizás sea porque, después de años invirtiendo en el mercado de criptomonedas y lidiando con la volatilidad intrínseca de esta clase de activo, me he curado de espanto. Porque, al final, lo que verdaderamente hace daño a una cartera no es la volatilidad en sí, sino la falta de un plan que permita gestionarla con calma y coherencia.