En español, tan dados a tener frases coloquiales para todo, mucho más que en inglés, solemos decir “son de cerca” o “son de lejos”, cuando nos preguntan por nuestras gafas. Luego salieron las bifocales, convertidas en progresivas, resultado de una innovación conceptual y técnica en el tratamiento de las lentes. Pero, en general, la gente no mayor, suele tener una de las dos distorsiones oculares más habituales: o miopía, que desenfoca los objetos lejanos, o hipermetropía, que desenfoca los cercanos. El astigmatismo, que deforma las cosas, afecta a todas las distancias. Y, así, en general, las personas llevamos gafas de cerca o gafas de lejos, hasta que te asedian las tres ametropías, que es como se denominan a las tres formas principales de visión incorrecta o defectos refractivos del ojo.

Bien, todo esto viene a propósito de las declaraciones de Mark Zuckerberg de esta semana, máximo accionista de Meta, una de las principales fortunas del mundo y, vaya por delante, un empresario al que tengo un respeto enorme, pues, partiendo de la nada, ha levantado un imperio y conseguido ser una de las “big four” del panorama digital.

Zuckerberg declaró esta semana que los dispositivos móviles tienen los días contados y que éstos van a ser reemplazados por las gafas del futuro, que presentó hace un par de años: las Ray-Ban Stories, con cámara de cinco megapíxeles, tres micrófonos y dos altavoces.

"La historia de la tecnología digital se ha comportado como la historia en general: impredecible"

¿Va a ser así? Bien, yo no lo sé. Pero Zuckerberg tampoco. Y les diré por qué. En primer lugar, porque predecir en economía a largo plazo es un ejercicio de vanidad, un intento estéril de anticipar miles de variables económicas, empresariales, industriales, sociales y, si me apuran, geopolíticas. La historia de la tecnología digital, que es relativamente reciente, se ha comportado como la historia, en general: impredecible. Si somos medianamente sinceros, reconoceremos que las formas finales que adoptaron tecnologías tales como la informática, la de Internet, la de los móviles o la de las redes sociales no fue, ni de largo, la que inicialmente se preveía. Todo ha sido distinto y antes de fraguarse los hábitos actuales, se han probado y descartado muchísimas alternativas.

Véase, por ejemplo, el caso de las Blackberry, que apostaron por los botones en el dispositivo inteligente y desaparecieron en pro de las pantallas táctiles. Véase el caso de los portales generalistas, tipo Terra, que habían de ser la puerta de entrada al comercio electrónico, y que cedieron el protagonismo a los portales especialistas. Véase el caso de las aplicaciones en el móvil, que han ganado la partida a las aplicaciones en el ordenador. Y podríamos seguir con una lista interminable.

"Las gafas de lejos en predicciones económicas, sociales y económicas, sencillamente, no existen"

No, Zuckerberg, a pesar de su gran éxito con Facebook, rebautizado como Meta, no tiene la capacidad de predecir el futuro. Haber acertado una vez no te habilita como visionario. El factor suerte, el estar en el momento preciso en el lugar preciso y haber jugado bien una vez las cartas no te convierte en futurólogo. Sé de muchísimos empresarios que fueron visionarios una vez, pero luego se estrellaron en sus predicciones de forma repetida. Las gafas de lejos en predicciones económicas, sociales y económicas, sencillamente, no existen.

Pero es que, además, Zuckerberg no lleva gafas. Para ser más precisos, se le ha visto con gafas en alguna ocasión, casi siempre cuando estaba leyendo o en el uso de pantallas. Dos hipótesis: o tiene hipermetropía y no tiene miopía o, si sí que necesita gafas de lejos, utiliza lentes de contacto.

Esto es importante porque todos los que llevamos gafas de lejos y, como en mi caso, no podemos llevar lentes de contacto por cuestiones de rechazo, sabemos la tortura que es tener que depender toda tu vida de las dichosas gafas. Les haré una pregunta: ¿qué pierden más a menudo o a qué le dedican más tiempo, a buscar el móvil o a buscar las gafas? Yo se lo diré. A buscar las gafas. Buscar gafas sin gafas es de las cosas más difíciles que existen. Pero es que, además, las gafas se dejan y apartan de forma instintiva porque son un cuerpo añadido, extraño, que no pertenece a nuestro cuerpo anatómico. El móvil, en cambio, siendo una pesadilla también la dependencia que ha generado, no deja de ser un aparato que llevamos en la mano o en el bolsillo o en una mochila o bolso.

Hay una máxima fundamental. Para vaticinar si un producto va a tener éxito, primero hay que utilizarlo uno y llegar a una conclusión. Y Mark Zuckerberg no lleva gafas de lejos, así que no ha experimentado algo esencial: todos quienes llevamos gafas de lejos preferiríamos no tener que utilizarlas. Soñamos con no tenerlas, para dejar de sentir su peso sobre nuestras narices, la irritación sobre las orejas y la pesadilla de preguntarnos siete veces al día: “¿Alguien ha visto mis gafas?”.

No, mi opinión es que no. Que las gafas no sustituirán a los móviles. Porque yo las llevo y porque 45.000 millones de dólares perdidos en el metaverso convierten a Zuckerberg en un mortal más, como todos nosotros, mortales que no podemos saber lo que se impondrá en el futuro. También me puedo equivocar, claro. Pero llevo gafas de lejos, insisto.