Hace unas semanas en estas líneas analizaba la autonomía estratégica como vía que tiene la Unión Europea para afrontar los retos y las amenazas de los próximos años, y cómo esta se había extendido desde la defensa y seguridad a muchos otros campos. Centrándonos específicamente en la autonomía estratégica focalizada en la economía, uno de los ámbitos que tiene y que tendrá un interés creciente es la falta de materias primas, componentes básicos y energías que sufre la Unión Europea. De hecho, en el complejo marco geopolítico actual, la supervivencia y la soberanía económica del continente comunitario dependen de asegurar el suministro de estos bienes.

Un aspecto primordial en esta tesitura es el estrangulamiento que manifiesta la Unión Europea de materias primas que son cruciales para la economía y la industria comunitarias, por lo cual el fácil acceso a ellas es objeto de preocupación creciente. Europa solo produce en torno al 5% de los minerales mundiales, enfrente del 60% del continente africano, y en las últimas décadas esta relevancia ha disminuido significativamente. De entre estas se puede mencionar las llamadas "materias primas fundamentales", que son aquellas muy importantes, que escasean o no existen en el continente comunitario, que son importadas de terceros países y que presentan altos riesgos en su suministro, cosa que se agrava por el hecho que en numerosos casos las tasas de sustitución y de reciclaje son bajas, y que, además, están registrando y registrarán un fuerte aumento de la demanda a causa de las transiciones verde y digital.

Dependencia y vulnerabilidad son los calificativos más oportunos para definir la situación comunitaria en este sentido, y para afrontarlos ante la posibilidad de que terceros países utilicen eso, reduciendo la oferta o subiendo los precios, la Unión Europea ha puesto en marcha medidas que intentan configurar una estrategia de seguridad económica y que persigue una relativa autonomía. Esta aborda, entre otros, los flujos de inversión, las redes de suministro sensibles, las exportaciones/importaciones de bienes críticos, o las cadenas de abastecimiento para materiales y tecnologías básicos para la digitalización y la sostenibilidad.

La UE manifiesta un estrangulamiento de materias primas que son cruciales para la economía y la industria comunitarias

En 2008 se aprueba la Iniciativa de Materias Primas, encaminada a identificar y seguir el acceso a estas. Más tarde, la Comisión Europea empieza en el 2011 a evaluar la criticidad para el continente comunitario de un grupo amplio de materias no energéticas y no agrarias y, así, inicia la elaboración cada tres años de un listado de materias primas sensibles para la Unión Europea en base a su importancia económica y a su riesgo de aprovisionamiento, listado que con el paso del tiempo ha aumentado con respecto a número de materiales (de 14 en 2011 a 34 en 2023), buena parte de ellos estrechamente ligados a las tecnologías nuevas y a las tecnologías limpias. Algunos ejemplos: tierras raras en imanes; litio, cobalto y níquel en baterías de vehículos eléctricos; galio en paneles solares; boro en turbinas eólicas; metal de silicio en semiconductores; titanio y volframio en defensa y espacio; magnesio y escandio en aviones; y tungsteno en vibración de teléfonos móviles.

A todo el anterior hay que añadir que la oferta de numerosas de estas materias primas fundamentales está muy concentrada en pocos países, algunos de ellos políticamente inestables y que presentan graves problemas en su suministro. El 63% del cobalto de las baterías que consume la Unión Europea se extrae de la República del Congo, el 97% del magnesio de China, el 99% del boro de Turquía, el 94% del rutenio, el 93% del iridio y el 71% del platino de Sudáfrica, el 79% del litio de Chile, el 71% del fósforo de Kazajistán y el 63% del aluminio (bauxita) de Guinea, mientras que la totalidad de las tierras raras para imanes permanentes se refina en China. No se trata tan solo de los lugares de extracción sino, también, de los lugares en los cuales se concentra el resto de las cadenas de valor, como el procesamiento o la fabricación y el reciclaje, y en este caso China se convierte en líder mundial en muchos materiales, como por ejemplo las baterías para vehículos eléctricos.

En 2017 se crea la Alianza Europea de Baterías y en 2020 se anuncia la puesta en marcha de la Alianza Europea de Materias Primas (ERMA), constituida por asociaciones empresariales y gobiernos para facilitar el acceso a 30 materiales críticos, por la vía de aumentar la producción, el reciclaje y la búsqueda de proveedores no comunitarios de confianza.

La oferta de numerosas materias primas fundamentales está muy concentrada en pocos países, algunos de ellos políticamente inestables

En el mes de marzo de 2024 el Consejo Europeo aprueba el Reglamento de Materias Primas Fundamentales, como respuesta a los riesgos de suministro de materiales básicos y con el objetivo de garantizar el acceso comunitario a un abastecimiento seguro y sostenible de estos bienes a lo largo de toda la cadena de valor, reduciendo la dependencia de las importaciones y consolidando la resiliencia de las redes de suministro, y poder cumplir con los objetivos digitales y verdes, así como de competitividad y de mercado único. Además, se trata de materias primas que registrarán un crecimiento exponencial los próximos años con el avance de la transición ecológica.

A corte ilustrativo, las necesidades de níquel se pueden multiplicar por 16, las de cobre por 10,2 y las de aluminio por 6,4. El Reglamento diferencia entre "materias primas fundamentales" (34) y "materias primas estratégicas" (17), estas últimas cruciales para las transiciones verdes y digitales y para la defensa y el espacio. Establece las siguientes actuaciones: fijar parámetros de referencia para fortalecer las capacidades nacionales a lo largo de la cadena de valor hasta 2030 (un 10% de las necesidades anuales se cubrirán con extracción local, un 40% con transformación interna y un 25% con reciclaje); diversificar las importaciones, estableciendo que como máximo un 65% del consumo de cada material estratégico en cualquier fase de procesado tendría que provenir de un tercer país concreto; reforzar las cadenas de valor, desde la minería hasta el reciclaje (más exploración, concesión de permisos en unos plazos máximos, acceso a la financiación...); mejorar la resistencia frente perturbaciones de suministro (seguimiento, reservas, inversión, evaluación de riesgos...); invertir en investigación, innovación y capacidades; y promover una economía circular de materiales fundamentales (reciclaje, mercado secundario...).

Además, cada país tendrá que elaborar un Programa Nacional de Exploración de Materias Primas Fundamentales. Cabe decir que Europa dispone de reservas en algunos materiales (litio, cobalto, tierras raras...), pero existen todavía demasiados obstáculos para su explotación (poco atractivo para inversores, alto coste financiero, escasa aceptación social, elevados trámites y obstáculos burocráticos, poca mano de obra especializada...).

Europa dispone de reservas en algunos materiales, pero existen todavía demasiados obstáculos para su explotación

Paralelamente, y siendo conscientes de la relevancia del comercio internacional y de la diversificación de las fuentes de suministro, la Unión Europea busca asociaciones con los mercados emergentes y las economías en desarrollo, apoyándose financieramente por ejemplo en el llamado Global Gateway -iniciativa que pretende realizar grandes inversiones en determinados sectores y a nivel mundial- y, al mismo tiempo, intensifica las acciones comerciales (creación de un Club de Materias Primas Fundamentales, fortalecimiento de la Organización Mundial del Comercio, ampliación de la red de acuerdos de inversión...), trabajando con socios de confianza. Esta voluntad de establecer alianzas internacionales en materias primas ha conducido a la Unión Europea a firmar acuerdos con varios países (Canadá, Ucrania, Kazajistán, Namibia...), así como a impulsar foros multilaterales especializados.

En este contexto hay que mencionar dos aspectos relevantes con respecto a España. Primero, que dispone de importantes potencialidades en minería, con yacimientos y reservas significativas de ciertos materiales (estroncio, magnesita, cobre, plomo, volframio...), en muchos casos esperando a ser explotadas, cosa que sitúa el Estado en un buen posicionamiento en el marco comunitario, aunque necesita una política específica activa al respecto (normativa, precios energéticos, burocracia, financiación, tecnología...). Y, segundo, que el Gobierno ha incorporado el interés por la autonomía estratégica y la seguridad económica entre sus prioridades. Así se recoge, por ejemplo, en el proyecto de Ley de Industria y Autonomía Estratégica aprobado recientemente por el Consejo de Ministros.