No hay duda: la población mundial detiene su crecimiento
- Joan Martínez Alier
- Barcelona. Lunes, 15 de mayo de 2023. 05:30
- Actualizado: Martes, 16 de mayo de 2023. 21:12
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Una réplica inmediata a la afirmación del título podría ser: "Ya era hora". Otra podría ser: "No me lo creo". Una tercera podría ser: "¿Seguro que eso es bueno para la economía? ¿Quién pagará las pensiones"?
El año 1900 había en el mundo aproximadamente 1.500 millones de personas y en 2000 había 6.000 millones. Había subido cuatro veces a pesar de guerras y enfermedades. Hacia 1970, Paul Ehrlich publicó el libro "La bomba de la población". Eran los años de máxima aceleración. Ehrlich fue muy criticado por el Vaticano y la derecha mundial, y también por parte de la izquierda, que pensaba que los males de la humanidad no vienen de la densidad de la población, sino de la desigualdad.
Miremos el tema ambiental. Los ricos, que tienen coches y aviones en abundancia, gastan mucha energía fósil y producen más dióxido de carbono que los pobres. Si todos los países tuvieran las emisiones de CO₂ por persona que tiene la India, no se incrementaría el efecto invernadero porque la nueva vegetación y los océanos lo cogerían todo. Eso es verdad, pero también lo es que si los pobres son menos pobres que antes (como el caso de China y poco a poco el de India), comprarán más coches e irán más a menudo en avión.
Paul Ehrlich (profesor de Ecología en Stanford) presentó una fórmula famosa. El impacto ambiental es función de la Población, de la Riqueza en dinero de esta población, que permite su nivel de consumo, y de la Tecnología. Como sabemos, las tecnologías de las economías industriales se basan hasta ahora en el carbón, el petróleo y gas. Con estas tecnologías, más población y más riqueza lleva a más efecto invernadero.
La izquierda anarquista, como lo era por ejemplo Emma Goldman y aquí Ferrer i Guàrdia, ya predicaba hacia 1900 la "procreación consciente" y la libertad de las mujeres de escoger cuántos hijos querían. En Barcelona hacia 1905, la fertilidad (el número de hijas e hijos por mujer) era mayor en el Eixample que en los barrios periféricos, proletarios. Las campañas y la publicidad antinatalista eran populares. Un argumento de la izquierda era no producir "carne de cañón" para las guerras colonialistas. En Catalunya, como en Francia y otros lugares, la izquierda era neomalthusiana y feminista. En cambio, la derecha política era natalista. En Francia, para tener soldados para las guerras coloniales y las guerras contra Alemania. En Italia, con Mussolini, para conquistar imperios en el África.
Sin embargo, una parte de la izquierda (más marxista y socialista que anarquista y feminista) decía hasta hace pocos años que el aumento de la población no era importante. Pero sí que lo es. Una alta densidad de población implica mucho empleo de tierras, mucho consumo de vegetación y mucha pavimentación, y, por lo tanto, un descenso de la biodiversidad, además de los efectos sobre el cambio climático, porque mucha población quiere decir también muchos coches y aviones si hay crecimiento económico.
El efecto de la densidad de la población sobre la biodiversidad se mide con un indicador que se llama HANPP, la apropiación humana de la producción potencial de biomasa. En la India, en el este de China, en Japón y en los países europeos principales la densidad de población es alta, pero las poblaciones ya no crecen mucho. En el sur de la India no crecen nada, en el norte aún crece despacio. En muchos países de África la población crece, pero a menudo la densidad es todavía baja -más baja que en Catalunya, por ejemplo, con ocho millones en treinta mil kilómetros cuadrados-. Hay un habitante de Catalunya en el mundo por cada mil personas. ¿Por eso, yendo por el mundo, cuando oyes alguna rara conversación en catalán, pones el oído, ¿verdad? Somos pocos, pero el territorio es pequeño y la densidad de población muy alta. La HANPP es muy alta. Hay pocos espacios para la biodiversidad.
Las proyecciones mundiales son qué de los 8.000 millones de personas que hay actualmente llegaremos a los 9.000 millones hacia 2050, con tendencia a la estabilización antes de los 10.000 millones. Es decir, si en el siglo XX la población aumentó 400%, en el siglo XXI la población aumentará solo un poco más del 50% y después habrá un decrecimiento. Como se ve en algunos sitios ahora mismo, el decrecimiento no será solo rural, sino también de algunas ciudades.
Natalismo y antinatalismo
El paro demográfico provocará dos tipos de reacciones políticas. Los natalistas se mueven por instintos políticos primarios de hegemonías sociales y políticas (por ejemplo, hay que hacer de China una potencia demográfica mayor; o por ejemplo exhortamos a las mujeres a fin de que la fertilidad hindú en India sea mayor que la musulmana).
También saldrán natalistas economistas -una gran población estimula el consumo-. Además, permite pagar las pensiones. El argumento de las pensiones se basa en la idea antigua de la pirámide de la población. La pirámide es ahora más bien un rectángulo (con una pequeña pirámide al final, porque la gente eventualmente se muere). Si es un rectángulo, los asalariados pueden cotizar para los jubilados sin continuamente incrementar el contingente demográfico joven. Este incremento de jóvenes no es una buena idea porque los jóvenes también acabarán jubilados. En cambio, sin crecimiento demográfico, la proporción de jóvenes asalariados y viejos jubilados se estabiliza en todas partes.
El antinatalismo se basa en la libertad de procreación, respetando el deseo actual de las mujeres de tener menos descendencia aplazando la maternidad, lo que hace bajar la fertilidad (hijos por mujer) por debajo del actual.
Además, una economía sin crecimiento demográfico facilita el ajuste ecológico. Se aprovecharían los edificios rurales ya construidos y que quedan abandonados, incluso los templos y otros edificios públicos (escuelas, ayuntamientos) que no utilicen, y de esta manera nos ahorraríamos nuevas pavimentaciones de suelos y disminuiría la extracción de arenas y gravas, disminuiría la industria del cemento, restauraríamos canteras.
La gente podría hacer algunos viajes, pero en un mundo de población estable no habría que aumentar mucho las vías de comunicación ni el tráfico de mercancías.
Otros cambios demográficos más radicales quizás llegarán en el siglo XXII. Me parece probable que la humanidad cada día más feminista decida que para su reproducción no hacen falta tantos hombres.