El jueves pasado supimos que el Banco Central Europeo (BCE) no se opone a la opa del BBVA sobre el Banc Sabadell. Las palabras son importantes. "No se opone" es exactamente la terminología que utilizó, mientras que el BBVA celebró que le diera "luz verde" a la compra. ON ECONOMIA tituló "supera el trámite" porque era eso, un trámite. Es cierto que la opa tiene que pasar muchos procesos, recibir muchas aprobaciones y todas pueden ser consideradas trámites, pero los hay que son importantes, que pueden decantar la balanza, y los hay menos importantes, de aquellos a los que nos referimos como "un trámite" y podríamos añadirle un "mero" antes de "trámite", para denotar que no había dificultad en aquel proceso.

El BCE era un mero trámite porque no analizaba el fondo de la operación sino aspectos formales y de solvencia del comprador, cómo se apresuró a matizar el Sabadell el jueves después del comunicado del BBVA. En ningún momento desde el lanzamiento de la opa, hace más de cuatro meses, nadie ha pensado que el Banco Central Europeo pudiera ser un escollo para la operación, porque no es su cometido cuidar de la competencia a nivel de un país –el gran tema de debate en torno a la potencial fusión. En realidad, en el BCE lo que le interesa es que haya bancos más grandes en los países del euro, siempre que sean también más solventes, para que puedan competir con los grandes bancos mundiales en mejores condiciones. Por lo tanto, ya les debe ir bien, pero tampoco han aprobado la operación, no tenían que hacerlo, simplemente la han dejado pasar sin oponerse.

El siguiente paso, en el calendario formal de la opa, es el de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Spoiler: tampoco se opondrá. Es otro mero trámite. La CNMV sí que tiene que poner el sello de aprobado, y es importante, pero su análisis tampoco entra en el fondo de si la opa es buena o mala para la competencia, los ahorradores, los hipotecados, las empresas, el sistema bancario y mucho menos la sociedad y el tejido productivo catalanes. Se trata del regulador bursátil, por lo que su tarea es velar por los accionistas, de manera que analizará que formalmente está bien presentada y como mucho si el precio es justo.

La "no oposición" del BCE a la opa del BBVA sobre el Sabadell era un mero trámite; hay que esperara a la CNMC y, sobre todo, al Gobierno

El informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) sí que es algo más que un trámite porque es quien entrará a analizar la concentración bancaria y pérdida de competencia. El tema es que no puede parar la opa. Como mucho, puede condicionarla, si impone requisitos que supongan perder negocio o mantener estructura e incrementar costes. Es de otro sector, pero IAG, propietario de Iberia y Vueling, acabó desistiendo de la compra de Air Europa, después de años de negociaciones, por las imposiciones de las autoridades de competencia con respecto a la cesión de rutas. Iberia quería liquidar un rival –compartían muchas rutas– y quedarse su mercado, pero los organismos europeos que velan por la competencia no lo dejaron pasar.

¿Podría pasarle lo mismo al BBVA? Parece difícil, pero no se puede descartar que haya condiciones. La presidenta de la CNMC, Cani Fernández, ha dicho públicamente que analizará la fusión en los mismos términos que las anteriores fusiones y ha advertido que menos bancos no significa necesariamente menos competencia. Malas noticias para el Sabadell y el tejido productivo catalán, especialmente las pymes, que tienen al banco que preside Josep Oliu como una de sus entidades preferidas.

En la fusión de CaixaBank y Bankia se consideró que una concentración que no llegara al 30% en ninguna región no era nociva para la competencia, y si superaba este porcentaje, tampoco lo era si había tres bancos compitiendo con posiciones fuertes. El BBVA y el Sabadell no superarían el 30% del mercado en ninguna comunidad autónoma ni mercado, mientras que si se analiza por provincias, habría algún caso, pero siempre estaría compitiendo con otros dos bancos bien situados. Eso apuntaría a que la CNMC tiene poco margen.

Hay que ver si Sánchez se oponía hace unos meses a la opa por la proximidad de las elecciones catalanas o por convencimiento

La llave la tiene Pedro Sánchez, y también las necesidades políticas que tenga y como aprieten los partidos catalanes. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha dicho y repetido que el Gobierno es quien tiene la última palabra. Pero no de la opa, sino de la fusión: puede vetarla. Es decir que el BBVA puede hacer la opa, quedarse con la mayoría del Sabadell, pero no integrarlo. En la práctica lo que supondría es que le incrementaría los costes, pero podría reducir estructura del Sabadell, centralizar servicios e incluso sistemas informáticos. Aun así, podría condicionar la opa porque si los accionistas del Sabadell no tienen claro que el banco resultante obtenga los beneficios previstos, puede no salirles a cuenta vender y podría hacerla descarrilar. Una oposición formal del gobierno de Sánchez a la fusión abriría un escenario de incertidumbre que los accionistas del Sabadell no tienen si no van a la opa, ya que el banco está mejorando resultados con creces y ha subido un 60% en bolsa este 2024.

Habrá que ver qué hace Sánchez cuando llegue el momento de la verdad. El nivel de declaraciones en contra de la opa ha bajado mucho respeto de la primavera, pero es que también ha pasado el tiempo, y el verano. En otoño e invierno está previsto que se tenga que posicionar ya formalmente. El informe de la CNMC será importante, le puede dar argumentos, pero Sánchez ha demostrado que tampoco necesita muchas muletas para tomar un camino cuando lo ve claro. Lo que no sabemos es si el del BBVA y el Sabadell lo veía claro hace unos meses por la proximidad de las elecciones catalanas o por convencimiento. La presión de los empresarios catalanes continúa, y no se detendrá. Si continúa también la de los partidos catalanes, aquellos a los que necesita Sánchez –y también Salvador Illa– para sacar adelante leyes y presupuestos, ayudará a frenar la opa. Catalunya no se puede permitir perder otro banco después del descalabro de las cajas y que todas las decisiones financieras se tomen en Madrid.