Posible giro político en Canadá. En la UE, se retrasa la imposición de aranceles a Estados Unidos para no afectar al proceso de negociación de paz en Ucrania. ¿Qué va a suceder con todo el baile de aranceles? Veamos qué nos dicen los clásicos.

Recordamos todos quienes estudiamos economía al economista inglés David Ricardo, quien ilustró a principios del siglo XIX su teoría de la ventaja comparativa con un ejemplo famoso en las aulas universitarias: Portugal producía vino de manera más eficiente, mientras que Inglaterra tenía mayor productividad en la fabricación de tejidos, como los barcos o paños. Aunque Portugal podía producir ambos bienes con menos esfuerzo que Inglaterra, Ricardo argumentó que ambos países se beneficiarían si Portugal se especializaba en vino e Inglaterra en tejidos, y luego comerciaban entre sí.

A todos nos dijeron que el comercio internacional es beneficioso incluso cuando un país es más eficiente en todo, porque lo importante no es la ventaja absoluta, sino en qué es relativamente mejor cada uno.

A todos nos dijeron que el comercio internacional es beneficioso incluso cuando un país es más eficiente en todo

Aunque Ricardo no usó la palabra “inflación” ni desarrolló una teoría de precios al consumidor como la moderna, sí dejó claro al mundo entero que el comercio internacional mejora la eficiencia y reduce los precios relativos, lo cual equivale a un efecto desinflacionario. Y esta ha sido la base de la promoción del comercio internacional y, yo por lo menos lo veo así, de la globalización.

Lo que nunca analizó el perspicaz economista inglés es si, en caso de un posterior retroceso, debido a un restablecimiento de aranceles, los precios volverían a subir. Se deduce que sí, pues el proceso inverso quedó bien detallado. Es decir: si el comercio internacional aumenta la producción total y reduce precios de quienes intercambian, se supone que el dejar de comerciar reduce el producto y produce inflación. ¿Va a ser así?

Pues no está claro. El impacto sobre las economías de los aranceles depende de varios factores. Hay diferentes corrientes de economistas con opiniones divididas sobre el tema, y no hay unanimidad en que los aranceles generen necesariamente inflación. De hecho, existen tres grandes posturas entre los economistas:

La primera, representada por Milton Friedman o instituciones como el FMI o el Banco Mundial, defienden que los aranceles distorsionan el libre mercado y aumentan costes, generando inflación. Casos históricos, como la Ley Hawley-Smoot entre las dos guerras mundiales, no recuerdo la fecha exacta, en Estados Unidos, impusieron unos que ralentizaron el crecimiento y generaron inflación. De hecho, si no nos vamos tan lejos en el tiempo, los aranceles de Trump hicieron subir el precio de bienes como lavadoras y acero en Estados Unidos durante el año 2018.

Paradojas de las paradojas, resulta que Trump, liberal empedernido, está en realidad aplicando teorías neo-keynesianas

Después están economistas como Paul Krugman o Joseph Stiglitz, ambos premios Nobel, quienes argumentan que lo que finalmente suceda estará en función de las políticas que, a partir de la aparición de aranceles, pongan en marcha los distintos estados. Si se aplican medidas como subsidios o inversiones estratégicas, el impacto inflacionario puede ser menor. En algunos casos, los aranceles pueden ir encaminados a proteger industrias nacionales y estimular el empleo del país que impone las nuevas tasas. Es la corriente neo-keynesiana. Y, paradojas de las paradojas, resulta que Trump, liberal empedernido, está en realidad aplicando estas teorías. Defiende su decisión arancelaria para dinamizar la industria local y promover el empleo interno.

En tercer lugar, los economistas de la llamada corriente estructuralista creen que los aranceles pueden ser útiles para fortalecer industrias clave y reducir dependencia exterior. Y proponen que, tras los aranceles, se pongan controles de precios en sectores estratégicos para evitar inflación. Similar a los neo-keynesianos dicen que la clave es cómo se aplican los aranceles, no solo si existen o no.

Como pueden observar, una vez más, aquel chiste que dice “pon a cinco economistas juntos y tendrás seis opiniones distintas, y al menos una será de Keynes” se cumple a la perfección. La economía es una ciencia contingente, siempre lo he dicho. Depende de demasiados factores y demasiado a menudo de la situación concreta.

Los aranceles, si solo son impuestos por Estados Unidos, van a poder ser compensados importando y exportando con el resto de los países

¿Cuáles son estos factores hoy? Yo me quedaría con que las economías de gran tamaño van a soportar mejor la eventual inflación. Y la UE lo es. Con que la UE va a poder importar de otro lado, y el impacto inflacionario de costes será menor, al menos en el medio plazo. Y que, si las respuestas políticas son adecuadas, la inflación puede ser controlada.

Habrá un efecto en el corto plazo seguro. Pero a medio plazo, mi opinión es que los aranceles, si solo son impuestos por Estados Unidos, dado que representan el 10% del comercio mundial, van a poder ser compensados importando y exportando con el resto de los países.

Paño y vino venden en muchos sitios. Acero, aluminio, componentes, semiconductores y cereales, también.