Políticas de Ciencia vs. Políticas de Innovación
- Esteve Almirall
- Barcelona. Sábado, 17 de agosto de 2024. 05:30
- Tiempo de lectura: 2 minutos
A menudo, las políticas públicas confunden la ciencia con la innovación, un error grave pero común.
La idea es sencilla: si estuviéramos solos, crear nueva ciencia implicaría que ésta se aplicara directamente y se transformara en innovación. Alguien encontraría la manera de hacerse rico con ese nuevo invento, transformándolo en productos y servicios que cambien nuestras vidas y capturen valor en el camino.
El problema es que no estamos solos...
Bien, aunque no estamos solos, podrías pensar que quien está más cerca puede aprovecharse más fácilmente que quien está lejos. Pero no es así.
El primer problema es que la ciencia, especialmente la creada por organizaciones públicas o universidades, es global, libre y gratuita. Todo se publica y está al alcance de todos. Transformarla en innovación, sin embargo, no es gratis. Requiere un ecosistema de empresas, capital, emprendedores y toda una infraestructura para convertir ese descubrimiento en bruto en un producto comercial, mejorándolo, integrándolo en una distribución global o creando una y haciendo suficiente ruido para que quieras utilizarlo.
¿Quién se aprovecha de la ciencia, entonces? Aquel que tiene un ecosistema de innovación preparado, ágil y capaz de transformar esas ideas en productos y servicios concretos.
¿Dónde están estos ecosistemas? En EE.UU., en China, en todo el mundo... Concretamente, las grandes multinacionales y también los organismos públicos de innovación de algunos países han interiorizado muy bien las ideas de la Innovación Abierta y exploran constantemente nuevas ideas y productos en todo el mundo. También han distribuido sus centros de investigación a lo largo del planeta para capturar con más facilidad las diferencias salariales y hacer competir un centro con otro. Así, capturan esa ciencia y la transforman en innovación.
¿Cuál es la paradoja?
Que la ciencia subvencionada con dinero público, con la intención de mejorar la calidad de vida de un territorio, acaba capturada por ecosistemas más preparados muy lejos de ese territorio.
¿No queda nada para quien la ha subvencionado? Sí, obviamente las externalidades, los científicos que han hecho esta tarea, la investigación producida... pero la mayor parte de la captura de valor va a quien tiene el ecosistema más preparado para hacerlo. Hoy en día, especialmente las grandes empresas y el sector público de EE.UU. y China.
Esto provoca que las políticas de ciencia, por sí solas, ya no conduzcan a la prosperidad de un territorio por una simple razón: no estamos solos.
Tradicionalmente, las políticas de ciencia se centran en la creación de talento excelente, proyectos de gran envergadura y áreas geográficas donde ese talento y esos proyectos se recombinen y choquen creando nuevos. También sabemos desde hace décadas la importancia de estar conectados con los hubs de ciencia globales. Sin conexiones extensas, de larga duración y sólidas, será muy difícil producir algo relevante.
Las políticas de innovación son, sin embargo, otra cosa.
No importa mucho si la idea ha nacido cerca de casa o a miles de kilómetros de distancia; lo que importa es la capacidad de materializarla en un producto o servicio con impacto que sea ampliamente adoptado.
Por eso es tan importante la intensidad competitiva de las empresas existentes, su capacidad directa o mediante organizaciones intermediarias de adoptar y asimilar nuevas propuestas y la capacidad de crear nuevo tejido en forma de startups.
Estas son las infraestructuras básicas de la innovación. Nos importa su capacidad, pero sobre todo sus dinámicas, porque se trata de capturar nuevas ideas, vengan de donde vengan, materializarlas y crear impacto global.
El vínculo entre las políticas de ciencia y las políticas de innovación que existía hace décadas ya no existe, solo quedan las externalidades.
Por eso, las políticas de innovación se centran en el ecosistema, su rapidez y capacidad de adoptar nuevas ideas, mientras que las de investigación se centran en la creación de capacidades.
El problema europeo, español y catalán es la innovación. La paradoja europea es la de un continente que hace mucha y buena investigación, pero la innovación, la captura de valor, se hace fuera porque no es capaz de innovar.
Este es el principal problema a resolver en políticas de innovación. La ciencia es muy importante, pero también lo es que cree valor en el territorio que la paga.
¡Recordad una cosa, no estamos solos!