El pre-emprendimiento
- Fernando Trias de Bes
- BARCELONA. Domingo, 22 de septiembre de 2024. 05:30
- Tiempo de lectura: 3 minutos
Hace meses que le doy vueltas a un asunto relacionado con el emprendimiento que me preocupa. El porcentaje de éxito de nuevos emprendedores ha mejorado, pero todavía fracasan más de los que logran subsistir. Según Eurostat y Cepyme, en España, una de cada cuatro empresas de nueva creación caerá en el primer año y casi dos terceras partes no superarán el quinto. La esperanza media de vida de una empresa es de once años. Pero viendo los índices de fracaso, esos once años son fruto de promediar un grupo muy elevado de empresas de baja vida con otro de larga existencia.
Hemos mejorado, y mucho, el número de emprendedores. Y es cierto que, en números absolutos, ha habido mejoría.
Hemos mejorado también mucho la preparación de los emprendedores.
Y también hemos mejorado muchísimo, y esto es importante, la percepción social del emprendedor que no culmina. Ya no es una lacra. Ya no se le señala. Ya no es un estigma.
El porcentaje de éxito de nuevos emprendedores ha mejorado, pero todavía fracasan más de los que logran subsistir
Pero, como decía al inicio, es imperativo que culminen con éxito un porcentaje mayor de nuevos proyectos empresariales.
Es por eso por lo que hace tiempo que le doy vueltas al concepto de pre-emprendimiento. ¿En qué consiste? Digamos que es una fase nueva. Si la primera fase ahora es la Fase “Cero”, ésta sería la Fase “Menos Uno”. ¿Y en qué consistiría?
Consistiría en una especie de programa de chequeo. Los comandantes de una aeronave comercial, antes del despegue, están obligados a repasar, en una secuencia determinada, que toda una serie de mecanismos y el estado del avión están preparados y en correcto funcionamiento antes del despegue. Solo una vez han comprobado todo, pueden iniciar el vuelo.
En emprendimiento, se ha estudiado poco cuáles son los motivos más frecuentes que hacen que el proyecto se estrelle. Esos motivos serían la lista principal de aspectos en los que el emprendedor debe profundizar antes de ponerse a emprender.
Hace tiempo que doy vueltas al concepto de pre-emprendimiento. Consistiría en una especie de programa de chequeo
Hace años, realicé una investigación acerca de los factores clave de fracaso de los emprendedores (El libro negro del emprendedor). Ahí descubrí que en el emprendedor fallido se mezclan problemas tanto de índole personal (su propia estructura de personalidad y capacidad de percibir la realidad de forma objetiva) como falta de formación en aspectos fundamentales de la gestión de empresas, así como falta de conocimientos sobre el sector de actividad en el que se va a emprender. Había un cuarto elemento: las relaciones y reglas de juego con socios fundadores y/o capitalistas.
Cada una de estas áreas requiere un mínimo de atención por parte del emprendedor, antes siquiera de ponerse a diseñar el primer PowerPoint con su idea de negocio.
Por ejemplo, cuando el emprendedor no ha estudiado gestión empresarial, se produce un desconocimiento elemental de la diferencia entre problemas económicos y problemas financieros. Entre resultado de explotación y estado de la tesorería. Muchos emprendedores, trabajadores incansables, que luego se van a dejar la piel por su aventura empresarial, al desconocer lo más esencial de gestión financiera, funcionan instintivamente por el denominado “criterio de caja”. Muchos negocios fracasan por una mala planificación financiera. La idea era buena, tenía sentido, estaba funcionando, pero el desconocimiento sobre los flujos de caja (Cash Flow) ahoga al negocio y lo arrastra a su final.
Muchos negocios fracasan por mala planificación financiera. La idea era buena, pero el desconocimiento sobre los flujos de caja ahoga al negocio
Otro elemento: he insistido en mis conferencias, tanto a emprendedores como a directivos que gestionan negocios ajenos, hasta la saciedad en que no dejen de analizar, revisar y actualizar su modelo de negocio. El modelo de negocio contiene toda la lógica empresarial de lo que se va a montar, las relaciones causa-efecto más importantes, así como una definición de los elementos clave que no pueden fallar. Un avión puede tener la cafetera de a bordo estropeada, pero no le impedirá completar su vuelo. La obsesión de los emprendedores por los detalles no fundamentales los lleva a descuidar los fundamentos esenciales del modelo de negocio. Emprender sin conocer cómo se formula y cómo representa un modelo de negocio es como despegar sin saber para qué sirven los alerones.
Como he señalado, los factores personales son también importantes. El emprendimiento es a menudo una huida delante de una situación laboral asfixiante o deprimente. Se emprende en busca de la libertad personal y la desesperación presente se elimina con ilusión futura, lo cual está muy bien, pero ciega al propio emprendedor y le lleva a distorsionar la realidad, haciendo proyecciones fuera de la misma.
Insisto en que hemos avanzado mucho en emprendimiento. Mucho. Pero podemos y debemos, desde las escuelas de negocio, así como administraciones públicas, a través de los programas de ayuda, que existen, seguir insistiendo a fondo en estas cuestiones. Las incubadoras de startups, por ejemplo, realizan una criba para seleccionar los mejores proyectos. En el fondo, lo que hacen, para proteger a los inversores públicos y privados de tales incubadoras, es discriminar quién y quién no ha pasado esa Fase "Menos Uno".
Pero para que los emprendedores que se lanzan a emprender estén mejor protegidos se necesita aún más programas de Fase “Menos Uno”.