El precio de las balas

- Guillem López-Casasnovas
- Barcelona. Sábado, 26 de abril de 2025. 05:30
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A la vista del coste del contrato de compra de armamento a Israel, puedo aproximar cuánto cuesta una bala: con un euro parece que entran dos y media. Como cuando éramos pequeños, y comprábamos golosinas a granel.
El coste y el valor. El viejo dilema del pensamiento económico. El coste de una inversión, y el valor y bienestar que provoca. Y su coste de oportunidad a la vista de las alternativas. Nos dice el presidente del gobierno español que llegará, España, al 2 por ciento del PIB en gasto en defensa sin restar gasto social ni subir impuestos. Que lo pagaremos con el excedente de la economía, que “va súper bien”. Como si ese porcentaje no tuviera que mantenerse en el tiempo, también cuando la economía retorne a ritmos de crecimiento ordinarios, inferiores. ¿Qué haremos, entonces, cuando el excedente ya no esté?
‘Comprar balas para defendernos’. Pero ¿defendernos de qué? Europa no es, ni será nunca, una potencia armada
A este gasto ahora lo llaman inversión en seguridad, por aquello de enlazar con una nomenclatura supuestamente más técnica la mejora de productividad que tiene pendiente la economía española, para la cual no se están aprovechando suficientemente los fondos europeos, ni se cuenta, a futuro, con financiación adicional específica. Ya nos dirán, sin embargo, cómo lo harán, quién producirá mercancías de guerra, y qué tipo de ocupación se creará, tan rápidamente como gastemos. Además, lo hará España sin restar un euro del gasto social; como si el presupuesto tuviera recursos estancados y las necesidades sociales estuvieran ya suficientemente cubiertas, a pesar de los descosidos que se observan. Y con el añadido del patinazo de la ministra Montero, con la afirmación de que tenía diez mil millones en excedente que no se perderían en gasto social, ya que no estaban reservados para esta finalidad. En fin...
‘Comprar balas para defendernos’. Pero ¿defendernos de qué? Europa no es, ni será nunca, una potencia armada al estilo de los chinos o americanos, oscilando entre los pobres rusos según su conveniencia comercial, o insensatez política imperialista. Europa no es, ni debería querer ser, una potencia bélica. Su fuerza debe nacer de la capacidad de intermediación entre bloques, desde la madurez de hablar con una sola voz; la voz, robusta y coherente, de la diplomacia, del acceso a la información y del prestigio ganado. Prestigio que un mayor armamento no creo que otorgue.
Para acabar el cuadro de despropósitos, el millonario contrato con Israel, antes comentado, se ha cancelado por las presiones de los socios gubernamentales. Ahora tendrán que encontrar algún alto funcionario que quiera validar algo firmado e intervenido correctamente, y que costará una indemnización igualmente millonaria. Una forma mayúscula de malversación de caudales públicos que, de momento, no hace dimitir a nadie ni lo envía a prisión. Qué contraste, esto, con todo lo que hemos visto en Catalunya, en un proceso político torcido, que ha tenido a gente encarcelada y pendiente, aún, de amnistiar.